Enfilamos ya el último tramo hasta El Cortijo del Tovarico y Villa del Carmen.
Por encima del puente corre una estrecha acequia, a través de la cual, con alguna dificultad e imitando el caminar de una modelo de pasarela, se puede cruzar y pasar al otro lado. Se hace bastante complicado el poder fotografiarlo pues a menudo se encuentra enmarañado, bien protegido por la vegetación, excepto cuando las márgenes del río son limpiadas y despejadas un poco, como es el caso.
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Nos encontramos ya en las cercanías del Cortijo del Tovarico aunque en realidad se trata de una alquería con varias viviendas adosadas.
A partir de este inmueble ya se puede decir que hemos girado y tomado el sentido contrario al que llevábamos. Yo si hago el recorrido en el sentido de las manecillas del reloj, casi nunca llego hasta aquí pues nada más pasar el coqueto tramo de las acequias y altísimos chopos, sale una rampa hacia la derecha que confluye con el itinerario hacia la Cuesta Colorá, Nerpio y cierre del círculo que llevamos entremanos.
El breve camino empinado al que antes aludía.
Este trayecto de vuelta tiene el atractivo de ir contemplando desde una posición elevada, por donde hemos ido encajonados siguiendo el curso del río Taibilla, aparte de ir abordando algunos subibajas, que si se realizan en verano y a ciertas horas del día, se nos pueden hacer algo pesados, sobre todo al tener que subir la que llaman la "Cuesta Colorá", pero ná que no se pueda afrontar silbando al caminar.
El regreso es menos vistoso que la ida pero también tiene su aquel en forma de grandes peñascos, sus desgajes y peculiar morfología.
Una vez superada la Cuesta Colorada ya obtenemos plena panorámica de los calares de Nerpio y del Escribano.
Y una vez cerrado el círculo, satisfecho una vez más por lo retenido en las retinas y sentidos, si hemos sido previsores, podemos comer en Nerpio o en las pedanías próximas, ya tirando pa Murcia, verbigracia, El Sabinar, Campo de San Juan, Archivel o Barranda.
¡HASTA LA PRÓXIMA AMIGOS!
