13 septiembre 2024

POR EL TOLLO DE MOBARQUE (Salmerón, Moratalla) II y Final

Había leído algo acerca de este lugar, El Tollo, y visto algunas imágenes por el Wiki, es decir, que merecía la pena su visita. Dejo aparcado el coche en las inmediaciones de las Casas de Mobarque, muy cerquita de la Noria de Salmerón y allá que me encamino. En quince minutos andando si no antes, estás en el sitio. Me salgo del camino a mi derecha y me adentro en el cauce de una rambla cuyo terreno se presenta muy fragmentado por el fuerte agostamiento que sufre la zona. En época de abundantes lluvias, el hondo debe parecer un pantano de aguas permanentes donde acuden todo tipo de especies animales para saciar su sed pero con esta prolongada sequía que nos asola, parece que caminas por un inmenso puzle de piezas cuarteadas. Como hacía calor, enseguida advierto que me he metido en una hoyada flanqueada de frailes donde no corre un pelo de aire, pero el lugar resulta, sí, muy árido pero también espectacular y muy "envolvente".
He estado caminando a salto de mata por un terreno sembrado de matojos que tengo que ir eludiendo porque voy en canillas y no quiero despellejarme las pantorrillas hasta que llego a un conjunto de curiosas formaciones verticales de arenisca, que se hallan al final de un barranco sin escape.
El lugar resulta ideal para una emboscada. Nos damos un buen garbeo por el hondón hasta llegar al extremo del arenisco anfiteatro donde quedamos atrapados.
Milenios y milenios bajo los efectos de la erosión, tallan estas singulares formas.
Este se puede decir que es el fraile mayor que preside tan particular monasterio.
Acercándonos al final del tollo.
Inmensas paredes de arenisca nos envuelven. 
No tendríamos escapatoria si de pronto nos atacaran dinosaurios, indios, moros o extraterrestres...
Cuando llegamos al final retrocedemos, y cogemos un sendero bastante trillado que a través de una fuerte rampa, nos remonta por encima del barranco, que iremos bordeando por sus orillas, obteniendo así una visión de conjunto del enclave que acabamos de visitar a pie de campo.
Ni qué decir tiene que la evolución por los bordes de este barranco ha de hacerse con mucho tiento, sin despistarse un ápice.   
De haber conocido el enclave, seguro que Clint Eastwood lo hubiera elegido para escena de alguna de sus películas ambientadas en el Far West.
El Tollo de Moharque y la Sierra de Pajares, enmarcados en una paisaje verdaderamente lunar, circundados de badlands por doquier.
Dejamos atrás el Tollo de Mobarque y antes de abandonar esta interesante comarca y enfilar para casa, nos damos una vuelta por los arrozales del río Mundo, para comprobar cómo de crecido se encuentra el cereal de tan alta reputación en el mundo entero.

Parece que hay una buena cosecha y se encuentra ya "a punto de caramelo"; en dos o tres semanas, si no antes, está para cogerlo. Y ahora que lo pienso, me ha resultado muy interesante fotografiar los campos de arroz en sus diferentes fases, esto es, el antes, durante y el casi después.
Y ya que estamos aquí, nos acercamos al cañón de Almadenes, a ver como andan de caudalosas las acequias.
Las que sirven de puente o pasarela de una margen a la otra del río Mundo, para los más arrojados senderistas, no tan rebosantes como me las encontré yo en la última ocasión, aunque aún muy llenas. Si tuviera que atravesarlas ahora mismo, me lo tendría que pensar, aunque estas disyuntivas se piensan poco, o se hacen o no se hacen porque cuanto más las pienses, más dudas te entran.
Y bueno, hasta aquí mi periplo por la pedanía de Las Minas y sus alrededores, que como ha quedado atestiguado por las diferentes entradas que se han ido sucediendo durante las últimas semanas, ha dado bastante de sí. Pero es que no era para menos habida cuenta su interesante historia y los vestigios que quedaron y aún permanecen de aquella. Y además, su patrimonio cultural, geológico y por supuesto el paisajístico que a mí es el que más me estimula. Sin duda que el verano del 24 habrá de quedar marcado para los anales de mi particular historial senderista como aquel en el que me dediqué en diferentes días y momentos a hacer excursiones por una comarca repleta de tesoros y rincones por descubrir, cuyo potencial atisbé desde el primer día en que puse mi pie en este territorio. Volveremos por aquí, en concreto por la sierra de Los Donceles, pero cuando lleguen los fríos y el discurrir por un paisaje que adivino tan devastado como el de Pajares, no se haga tan penoso.
¡HASTA LA PRÓXIMA!

No hay comentarios:

Publicar un comentario