El panorama continúa exhibiéndose, para este bullero de secano, realmente
apoteósico. Al pie de la gruta existe un profundo hoyo, por lo que hemos de
andar y movernos, con mucho tiento por aquí.
En lugares así se echa de menos un acompañante o varios que actúen de modelos. Menos mal que me traje a Yoda y en el Puntal del Moco me hizo las
veces.
En fin, a falta de compañero de ruta, he aquí un
senderista que, como Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como...
Con estos paisajes que dejan boquiabierto a cualquiera de tierra adentro
con un mínimo de sensibilidad, resulta comprensible que el autor de la Nao
de Bajil, sintiera nostalgia por lo que
habían presenciado sus ojos durante algunos de sus periplos marítimos
y lo intentara evocar mediante una recreación artística. La estampa con
presencia del mar, suele causar gran impacto emocional en el habitante de
tierra interior.
Aún no había coronado el Puntal del Moco y ya comenzaron a avizorarse las
evoluciones de tres aeronaves militares en lontananza. ¡A ver si con un poco
de suerte, se acercan a mi posición!, me dije.
Pues sí, se acercaron a mí, porque hoy era mi día de suerte. No solo me encontraba a escasos metros de mi objetivo estrella de la jornada, de cuya distinción, dan buena fe estas capturas sino que, iba a ser testigo exclusivo de una exhibición de acrobacias aéreas en lugar tan singular e inaudito.
¿Se podía pedir más...?
El magnífico enclave es para recrearse a placer, y en ello estamos. Del
Puntal del Moco, pasaremos al Cabezo de la Estrella que tenemos justo
enfrente.
El sendero que se observa abajo, al pie del cabezo es el GR-92, conocido
por los lugareños como la "Senda de las Escarihuelas", que nosotros
emplearemos para regresar. El titular del track hace este tramo a la contra de
las manecillas del reloj, pero yo lo decido según el sentido horario porque
la idea es tener al frente y tiro de cámara en todo momento, la fastuosa estampa del
Roldán.
En la cumbre del puntal existe este monumental mojón. Las vistas desde aquí
son grandiosas, y aunque nos hallamos bajo un sol inclemente,
llevo sombrero de ala ancha que mitiga bastante su efecto abrasador. Aprovecho no solo
para aliviar la vejiga, beber y comer algo sino para sacar a Yoda de la
chistera y abusar un poco del postureo en el modo autofoto. Entretanto, sigo
percibiendo a lo lejos el zumbido de los motores del CASA C-101, si bien la
patrulla Águila estrenó nuevos aviones (Pilatus PC-21) en el desfile del 12
de octubre de 2022.
El CASA C-101, al que creo corresponden los aviones que se divisan desde el
Puntal del Moco.
Yoda se había quedado prendado con el paisaje cartagenero, en la última
ocasión en que anduvimos por estos contornos, así que, me tenía advertido
por no decir, sentenciado, que cuando volviera por aquí, que ni se me
ocurriera dejarlo postergado en la estantería, que de lo contrario, me
echaría las maldiciones. Como me considero hombre de buen corazón y algo
supersticioso, no quise tentar a la suerte, total, por no darle gusto a un
fantoche milenario de pvc, que a fin de cuentas, tampoco me suponía gran sacrificio
ni sobrepeso llevar en la mochila. En fin, ha compartido estas fotos en
Facebook e Instagram, y recibido miles de megustas. Se le ve tan contento e
ilusionado últimamente que me tiene revolucionada toda la estantería. Cuando
visitemos el Roldán, me lo tendré que traer de nuevo.
El ratico pasado aquí ha sido muy placentero pero toca elevar el ancla y
continuar el camino, ahora hacia el Cabezo de la Estrella.
Detrás del mirador, sale un sendero bien definido que discurre entre calizas dolomíticas. Por aquí hemos de asegurar bien la pisada porque encontré el descenso bastante perpendicular, con terreno demasiado suelto y escurridizo.
Tras alcanzar la vaguada, cruzando la senda de las Escarihuelas, la trocha nos va aupando a la lomada del Cabezo de la Estrella. Una vez en la cresta del dinosaurio, iremos disfrutando de las bonitas y ya familiares diapositivas marinas y del campo de Cartagena.
FINAL DEL SEGUNDO CAPÍTULO
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