El año pasado, entre el debut de la pandemia, incendios forestales y otras plagas de variopinto pelaje, la verdad es que no ganábamos para sustos. Tengo yo por aquí unas fotos de cuando el incendio del Cerro Gordo de Caravaca, que desde Cehegín, íbamos observando preocupados durante su transcurso, que si no se adoptaban medidas urgentes, la cosa podía ponerse bastante fea, tirando a infernal, así que, el despliegue de medios no se hizo esperar, y al poco, vimos aquel día 10 de julio de 2020, un trasiego de artefactos voladores, yendo y viniendo de un lado para el otro, que parecía aquello los preparativos de un golpe militar. Si de casualidad, pasa por aquí, como suele ser frecuente, un caza de la base militar de Albacete, rompiendo la barrera del sonido, es que salimos por patas al refugio antiaéreo más cercano. Entre otras fuerzas de choque, acudieron al rescate del cerro, dos hidroaviones, que seguramente llenaban sus tanques en el pantano Alfonso XIII, de Calasparra, de ahí que de modo ruidoso e incesante, permanecieran sobrevolando cielo ceheginero durante el tiempo que duraron las tareas de extinción del incendio. Fue todo un espectáculo. Y el otro día me dije, ya es hora de comprobar cómo ha quedado la zona y el alcance de lo quemado, que hace un siglo que no subo al Cerro Gordo. Es que, para subirlo, hay que pensárselo dos veces porque la subidica tiene tela marinera, que viene a ser más o menos como un As de Copas elevado al cuadrado.
Pero aquella mañana me levanté con ganas y me dije, hoy es el día.
Hice parte del recorrido reflejado en el mapa, obviando el principio y la parte final que no encajaban en mis planes. A mí me gusta dejar el coche en la pinada por encima de la casa forestal y coger una senda con trazado en forma de V que atraviesa el paraje de la Cuesta Colorada. De este modo, evitas la zona asfaltada y vienes a aterrizar en el Nacimiento de los Frailes, donde tiene inicio la senda de subida al Cerro Gordo.
La primera vez que subí a este cerro lo hice campo a través, en diciembre del 2011. En las fotos se puede ver a una Viky fresca y lozana, en plena forma, bastante jovencita, pues en aquella época, tan solo seis años la contemplaban. Ahora cumplirá dieciséis. Creo recordar que por entonces no existía senda de subida, o al menos, yo no la conocía. En todo caso, llevaba muy poquito tiempo practicando senderismo, aún no me manejaba con la tecnología gps y los montes, no estaban tan trillados por traileros como en la actualidad. Después, he subido dos o tres veces por el sendero moderno, pero nunca me lo había encontrado tan bien señalizado (monumentales mojones) y esculpido como si se tratara de una autovía. Le faltan los dos carriles para el mismo sentido y las señales azules informativas, que por lo demás, parece la rm quince, subiendo las curvas de la Agüica. Bien se ve que es muy frecuentado.
Esta es la Peña del Gato, tomada desde el Cerro Trompetero.
A la carismática Peñarrubia, la vamos a tener omnipresente en toda la subida por nuestro flanco izquierdo, quedándonos a la derecha y espalda durante la bajada.
Durante la exigente subida, merece la pena ir disfrutando del paisaje mientras vamos intentando atemperar las pulsaciones.
No será aquella la cima del Cerro Gordo sino la antecima, aunque bien es cierto que salvar este desnivel representa la parte más ardua del recorrido.
Ya estamos en la cima sin haber llegado excesivamente exhaustos, y eso que llevo una temporada que no me dedico más que a mariposear.
Esta es la parte quemada, entre los cerros Gordo, de la Canaleja y del Mojón. Desde casa, observábamos salir de aquí una humareda del copón. Nos temíamos lo peor. Los equipos de extinción de incendios aéreos estuvieron de diez porque la zona es bastante inaccesible y por tanto, resultaba mucho más lógico y factible atacarla desde el aire.
Lo controlaron y perimetraron rápidamente
Como parecían detectarse varios focos diferentes, llegué a pensar que el siniestro podía haber sido intencionado y que corría riesgo de propagarse incluso a la vecina sierra del Buitre, que cuenta con una importante masa forestal. Al parecer, según rezaron las crónicas de aquel día, el causante del incendio fue un rayo, dimanante de una tormenta acaecida la noche anterior.
A los profanos en la materia nos parecía que tanta profusión de humo vaticinaba el peor desenlace.
Los pájaros no paraban de descargar sobre la sierra su fluido refrescante y salvador
Supongo que las operaciones simultáneas de unos aparatos y otros, combinado con la deficiente visibilidad del espacio aéreo entrañarían cierto peligro de colisión. Esos pilotos, literalmente se la juegan. No en vano, no es la primera vez que hemos de lamentar el accidente y pérdida de vidas humanas durante las maniobras de extinción de un incendio.
Vaya desde aquí, una vez más, mi reconocimiento a su importante e impagable labor.
Leo en varios artículos publicados en su día, que los equipos ya venían de otro incendio que acababan de extinguir en las inmediaciones de la pedanía de Caneja y que dada la virulencia que alcanzaría el del Cerro Gordo, el dispositivo se coordinó en el puesto de mando avanzado instalado junto a la Casa de las Piñas. Hasta medio centenar de efectivos, en dos relevos, permanecieron durante toda la noche en el lugar ante el temor de que una nueva tormenta empeorase la situación en la sierra. Las primeras hipótesis sobre el origen del fuego apuntaron a la caída de un rayo, al igual que otro fuego, ya extinguido, declarado en La Serrata, de la pedanía caravaqueña ya mencionada.
El incendio se declaró en una zona de muy difícil acceso, por ello, únicamente los medios aéreos y las unidades helitransportadas se pudieron acercar al punto de conflicto. No obstante, se estima que más de 150 efectivos intervinieron en la extinción del incendio del Cerro Gordo, incluidos bomberos, policía local, guardia civil, protección civil así como diferentes brigadas forestales. Desde la Comunidad Autónoma de Murcia se solicitó auxilio y colaboración a la comunidad de Castilla La Mancha, así como al gobierno central que envió dos hidroaviones, procedentes de Valencia. También regresó el Kamov (helicóptero ruso) que se encontraba colaborando en las tareas de extinción de otro incendio en Jaén.
Al final de la jornada ya lo tenían perfectamente controlado, declarando oficialmente su extinción al día siguiente. Finalmente se estima que ardieron 17 hectáreas de monte, lo que supone todo un logro si se tiene en cuenta las altas posibilidades que tenía el incendio de propagarse a las sierras colindantes.
He aquí la prueba, al fondo, la sierra del Buitre, que visitaremos en un próximo capítulo de este blog.
Peñarrubia y El Buitre
Las secuelas del incendio
El que suscribe, el día que hizo esta ruta
Extraordinarios, bizarros y solazantes paisajes caravaqueños y moratalleros.
Siempre que vengo por aquí me hacen sudar la gota gorda.
Desde la cima del bonito Cerro Gordo, una preciosa senda, igualmente bien señalizada, nos conduce al Cerro de la Canaleja. Pasaremos por un tramo de la zona incendiada.
Los estragos del incendio que podían haber sido mucho mayores
Atajé monte a través, torciendo a mi izquierda, antes de entrar en término municipal de Moratalla para coger el tramo de pista que transita por la fuente del Nevazo. Una vez alcanzada la susodicha pista que viene de Caravaca, hemos de estar atentos porque gran parte de esta y lo que de "alpargatazo" supone, se puede eludir por tramos de sendero que a derecha e izquierda la van flanqueando en paralelo y por la sombra, ahí es nada.
La contemplación de la pared granítica de Peñarrubia siempre nos resulta hechizante y espectacular.
De vez en cuando solo pisaremos la pista para cruzarla
El Cerro Gordo de donde venimos
Una vez más, Peñarrubia, ya a nuestra espalda, con esa graciosa nubecilla decorando su efigie.
En el área recreativa del Nevazo de Abajo, nos detenemos unos minutos para tomar unos sorbos de agua y protegernos los brazos del astro rey. Ahora sí que toca un buen tramo de asfalto y a la intemperie. Mejor prevenir que curar. Tomamos estas instantáneas de los estratégicamente bien ubicados, merenderos.
El Cerro Gordo, sito en los 1192 metros y Cerro de la Canaleja, en los 1201metros.
Espectacular imagen de Peñarrubia que sigue acaparando nuestra atención.
Con el zoom de la cámara enfocamos el Santuario de la Veracruz cuya fachada, cual basílica de la Sagrada Familia, parece hallarse en permanente proceso de restauración.
Iglesia de El Salvador
Casi al final de que completemos el círculo nos tropezamos con estas curiosas formaciones geológicas (en la misma orilla de la pista asfaltada que traemos) que siempre despiertan nuestra sorpresa.
Y con esta fotografía en blanco y negro del incendio del Cerro Gordo de Caravaca, visto desde Cehegín, y de Viki mirando hacia Peñarrubia y el Buitre, completamos ruta y damos por concluida esta nueva entrada de blog.
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