Al día siguiente de declararse el incendio, ya fueron capaces de controlarlo y aquel mismo domingo, lo dieron por casi extinguido. El lunes estuvieron refrescando la zona para evitar se reactivara el fuego con los tan temidos rescoldos. Aquel día, cogí mi burrica y me di un garbeo por las inmediaciones. El dispositivo en cuanto a material y personal se refiere, seguía activo.
Periodistas y cámaras de tv pululaban por doquier.
Primero anduve por la zona más afectada intentando capturar con mi compacta, a estos pájaros metálicos evolucionando con sus cestos apagafuegos. Más tarde me dirigí hacia donde se hallaba todo el meollo de personal y las carpas, en la otra cara. Supuse que también se hallaría el embalse donde con tanta prontitud se reabastecían del líquido elemento para refrescar la zona. El trasiego de los dos helicópteros, yendo y viniendo, cargando y descargando era constante, era un no parar.
Ya estoy en la otra cara de la sierra, que como se puede observar, fue la menos afectada.
¡Hay que ver la pericia que demuestran estos pilotos!
Ya hemos visto en el capítulo anterior donde llenaban.
Pude cerciorarme, que cada uno tenía prefijada de forma independiente, la propia trayectoria de su recorrido, protocolo supongo que para evitar accidentes.
En fin, en situaciones así, solo cabe decir que la labor de estos servicios resulta impagable y por demás, encomiable. Sigamos disfrutando de sus evoluciones.
Con esta última captura en donde el pájaro amarillo recarga por enésima vez su cesto para refrescar la zona quemada, damos por concluida esta entrada de blog que ha pretendido mostrar las consecuencias del incendio sobre la sierra de la Silla, que tan entrañables recuerdos de zagal me trae.
¡HASTA LA PRÓXIMA AMIGOS!
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