05 noviembre 2018

POR LA VEREDA DE LA ESTRELLA I (SIERRA NEVADA)

 En esta nueva cita senderista de Mi Viky y yo, les propongo a mis eventuales visitantes, un intenso paseo por la cara norte de Sierra Nevada, siguiendo la insigne Vereda de la Estrella, para nosotros inédita, que  recorre un trozo de la exuberante cuenca del río Genil. En esta auténtica orgía cromática, caleidoscopio natural, que a continuación se representa, peregrinaremos por rincones de indefinible belleza, que visitaremos y fotografiaremos al paso no solo de la referida Vereda, sino de la emblemática Cuesta de los Presidiarios y el no menos rincón representativo de estos pagos, Cortijos del Hornillo. Un pedazo de circuito de 25 kilómetros que a mi compañero de ruta y a mí mismo nos dejo patidifusos. Me habían recomendado que hiciera el afamado circuito senderista, entre el uno y diez de noviembre, por aquello de la espectacular eclosión de colores otoñales que originan la mudanza de hojas de fresnos, castaños, quejigos, mostajos, robles y arces que se hallan a lo largo y ancho de su recorrido, y si encima, teníamos la suerte de encontrar las cumbres de Sierra Nevada, aunque solo fuera, con un poquito de nieve, ya sería la repanocha en cuanto a disfrute de espectáculo paisajístico se refiere. ¡Y vaya si nos encontramos las cimas del Mulhacén, Alcazaba, Veleta y Puntal de la Caldera, con nieve a pajera, pero ¡copón bendito!, con una nevada impresionante, engalanados los colosales tresmiles con unos densos atavíos níveos, casi insólitos en esta época del año, que hizo las delicias pupilares, de senderistas por centenares, siendo estos obsequiados con la espectacular visión, de un inmaculado lienzo de verdadero ensueño y belleza.
 Nuestra primera toma de contacto con esta vertiente norte de Sierra Nevada nos ha cautivado. Nos parece que atesora más alicientes, mayores contrastes, más colorido, más bonito e interesante paisaje desde el punto de vista andarín que la vertiente sur, si exceptuamos, claro está, la faceta turística de la Alpujarra, que resulta incomparable. Pero para caminar, capturando detalles de los diferentes elementos que pueden llamar nuestra atención, creo que la cuenca del Genil, contiene muchos más atractivos que el paisaje lunar de subida al Mulhacén por la vertiente sur. En fin, no deja de ser esta una disquisición bizantina que no nos conduce a ninguna parte, pero que a mí, los paisajes excesivamente lunares, nunca me han despertado demasiado interés. Supongo que es una cuestión de gustos. Una vez desubierta esta comarca, descubrimos in situ, los muchos rincones que todavía nos quedan por conocer, adyacentes incluso a esta vereda, pero como decía aquel, todo se andará, y nunca mejor dicho.
Para la consecución de esta gratificante peripecia por tierras granadinas pude contar, una vez más con la inestimable y reconfortante compañía de mi amigo Pedro, bravo y polifacético deportista, curtido en mil batallas ciclistas, dotado de gran intuición montañera, que nunca pone pegas a nada, aunque a veces su ingrato y desconsiderado amigo pueda conducirlo puntualmente a algún tipo de infiernillo, como paso previo para lograr el elíseo pupilar, que ya dice el adagio que sin un poquito de sufrimiento no existe gloria ni elevado sentimiento que valga la pena alcanzar.
Siendo el que suscribe, marinero veterano, tostada y curtida la piel en los mares de Burete y el Quipar, a la hora de preparar esta nueva andanza, contemplé la prudencia de introducir en el garmin dos recorridos de diferente dureza y distancia, por si las moscas. El principal, se preveía exigente, catalogado por el autor como de difícil, por la longitud y desnivel acumulado. El otro itinerario era algo más llevadero, cuatro kilómetros más corto y menos desnivel positivo, considerada esta opción por si el relieve nos sorprendía, nos fallaban las fuerzas, las bujías del motor bicilíndrico de alguno de nosotros, críaban perla, y nos veíamos en la tesitura de acortarlo, que todo podía suceder, cualquiera sabía, en fin, en Wikiloc tenemos infinidad de track de la Vereda de la Estrella y sus variantes, amén de reseñas que nos van a conducir sin posibiliddad de pérdida, por este ilustre sendero y otros aledaños. Así pues, cargué en el aparato un itinerario de 21 km de un tal Juanjo Alfacar, y otro de 25 kms, como decía, algo más exigente, de nuestro ínclito wikilero, alexandermágina. De este acreditado y vigoroso montañero, de similar prestancia a Alsamuz, me gusta su blog y las muy fidedignas descripciones que hace de sus recorridos, así que, considerando su más que contrastado marchamo de calidad, optamos por seguir su track y doy fe que acertamos, dado que de no hacerlo así, nos hubiésemos perdido de los tresmiles, unas vistas impresionantes. En la imágen inferior, los recorridos de ambos y el punto donde se bifurcan. En color amarillo el que seguimos. Realizarlo según el sentido de las manecillas del reloj es muy importante ya que, de hacerlo al contrario, nos pillarían a la espalda, las mejores y más espectaculares panorámicas que forman los tresmiles.
Durante la excursión, nos vamos a quedar entre las cotas de los 1700 a los 1800 metros, teniendo al frente, como ya se verá, unas vistas privilegiadas de todos los colosos nevadenses, pasando muy cerquita de lugares tan emblemáticos de estos parajes como Cueva Secreta, Cueva de Vacares, Mina de los Prados de Vacares, Laguna de Vacares etc.
Aparte del palizón de los 25 kilómetros de caminata, hay que contar con las tres horas y pico que se tarda en llegar desde Cehegín al punto de inicio y el mismo tiempo sino más, por lo de la cerveza y tal, que emplearemos a la vuelta, así que, lo que hace la mayoría de forasteros sensatos, es alojarse la noche antes en Güéjar-Sierra. No es nuestro caso, lo de sensatos, digo. 
(foto robada de internet)
 La ruta comienza pasados unos kilómetros de este bonito pueblo, y del fantástico libro EXCURSIONES POR EL SUR DE ESPAÑA I, de Juan Carlos García Gallego, inexplicablemente descatalogado, extraemos la siguiente reseña:
GÜÉJAR-SIERRA

Apuntes de Historia

Pueblo bautizado por los árabes como lugar fragoso y de difícil acceso, que ocupa sobre los mil metros la vertiente derecha del río Genil, vigilando bajo su calar las moles más altas de la península. En esa época poseía tres barrios escalonados, y también tres castillos, uno en el Barrio Medio (actual centro urbano), otro en la vertiente izquierda del río Genil, hoy sobre la cola del embalse de Canales (el único que conserva restos), y un tercero, llamado del Pecho Fuerte, atalaya desde donde se dominaba a todo viajero procedente de Granada.

Güéjar-Sierra fue reconquistado con Granada en 1492. Pero siguió siendo musulmán, pues las Capitulaciones de los Reyes Católicos permitían a sus habitantes conservar sus bienes, lengua, costumbres y religión islámica. La prudencia de respetar lo pactado, practicada durante los primeros años por el Conde de Tendilla y el Arzobispo de Talavera, se sustituye con la llegada a Granada del Cardenal Cisneros, con la persecución y el bautismo por la fuerza. La respuesta inmediata fue el levantamiento del Albaicín en 1499, al que se unen pueblos de la Alpujarra, Valle de Lecrín y de la vega alta del Genil, entre ellos Güéjar-Sierra.

Cuesta trabajo retroceder en el tiempo e imaginar a Güéjar-Sierra, un puñado de casas serranas entre albercas, acequias y pastores, desafiar al imperio invencible de la conquista de Granada y descubridor de las Américas. Narran los cronistas, exagerando su grandeza, que el rey Fernando salió a rescatar Lanjarón con 15.000 jinetes y 80.000 peones, pero también cuentan, cómo en los pliegues de la sierra, visible desde la Alhambra, bajo la tumba helada del rey Mulhacén, resistió un pueblo tan ferozmente, que tuvo que recurrirse a don Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, que entró al asedio con tropas de refresco y sufrió el ardid que los moros le habían preparado, soltando las acequias para inundar las tierras y convertirlas en un espeso lodazal, donde los caballos se hundían hasta las cinchas, acosados bajo el fuego de arcabuces. Güéjar al final sería tomada, los hombres pasados por las armas, los niños, mujeres y ancianos hechos cautivos, y sus bienes confiscados. Triste final para cumplimiento de un pacto roto.

Quizás por estos avatares volvió a sublevarse con la rebelión morisca de 1568. Hurtado de Mendoza sitúa en sus tierras la frontera con 7.000 arcabuceros y ballesteros, que hostigaban hasta las puertas de Granada, tomando presos e incitando a otros pueblos a que se levantaran, "mientras se allanaba el camino que va por la sierra a la Alpujarra para recibir gente". Por el camino del Puerto de Vacares, junto a los tres miles más altos de España, más tarde huyeron los capitanes turcos, berberiscos y toda la gente de guerra, sin presentar batalla, cuando fueron avisados de que su alteza Juan de Austria venía al frente de un poderoso ejército para conquistar la plaza.

El siglo de guerras dejó a Güéjar-Sierra desierta, con sus campos convertidos en eriales, y a la monarquía sin sus tributos. Para ponerlas en producción, Felipe II ordena, en 1571 y 1572, la repoblación con colonos y el reparto entre ellos de las casas y heredades abandonadas. El Ayuntamiento de Granada se apresuró en pedir la revocación de la Cédula, aludiendo su propiedad sobre Güéjar-Sierra por derechos de conquista, y por concesión arrastrada desde el reinado de doña Juana. El monarca estimó la pretensión en favor de Granada, a condición de que con la repoblación se mantuvieran los tributos devengados. Ante esta circunstancia, los vecinos de Güéjar-Sierra, reunidos en consejo, acuerdan, en 1575, tomar el pueblo y su término a censo perpetuo enfitéutico, con la obligación de pagar un impuesto anual a Granada. Esta es la génesis del curioso régimen de "propiedad particular colectiva" que todavía mantienen los vecinos en la forma de condominio, gestionado por la Junta de Menores, que ha permitido mantener parte del término municipal como inalienable, superándose episodios tan devastadores como las leyes de Desamortización. Sin esta curiosa particularidad, la ribera virginal que hoy es el alto Genil, para muchos lo mejor de Sierra Nevada, no hubiera llegado al siglo XX.

El caserío actual de Güéjar-Sierra ocupa, a 1.084 metros, el pie de ladera del Calar de Güéjar en la vertiente derecha del Genil, lo que le dota de panorámicas excepcionales sobre Sierra Nevada. El casco antiguo y el barrio alto todavía mantienen el tipismo de pueblo rural de montaña. La iglesia parroquial se construyó en 1639, es de estilo renacentista y posee artesonado mudéjar. Tiene un camping de primera categoría (Las Lomas), muy agradable, situado antes del pueblo y con vistas sobre el embalse de Canales. 
Para llegar al punto de inicio de esta ruta, hay que pasar el pueblo, como cinco o seis kilómetros, atravesando cuatro o cinco túneles, que nos servirán de referencia y guía, pertenecientes al antiguo trazado del ferrocarril que llegaba hasta más allá de Güéjar-Sierra. Del mismo libro referido antes, obtenemos esta interesantísima reseña: (atención a la anécdota acontecida con el alto funcionario franquista)
Tranvía de Sierra Nevada. 
Proyecto de funicular por el Guarnón.
Adiós a la estación de esquí de Güéjar-Sierra.

El tranvía de Sierra Nevada se inicia de forma paralela a la carretera de la sierra en 1919, si bien, la realización del ferrocarril se adelanta por el ímpetu del duque San Pedro de Galatino, de modo que el 21 de febrero de 1925 se inaugura el primer tramo de Granada a Canales, y cuatro meses después, superados unos problemas de homologación llega a Güéjar-Sierra. En 1928 se concluye la ampliación hasta Maitena. Al Duque también se debe que el ferrocarril acabara en la ribera del río Genil, pues en 1910 otro proyecto pretendía la línea por el Camino de los Neveros (Purche-Dornajo), finalizando en las alturas, con la travesía de los Barrancos San Juan y Guarnón hacia Laguna Larga.

En 1931, ante los problemas laborales y financieros, el tranvía pasa a ser gestionado por la Primera República, situación que se consolida en 1934, integrándose en los Ferrocarriles del estado. Después de la guerra civil, la adquisición de las dehesas de San Juan y el Calvario para repoblación forestal, producen la construcción de los refugios Vadillo y Calvario, y propulsan la ampliación de la línea, proyectándose, en 1942, su continuidad hasta las Minas de la Estrella en el río Guarnón. Entre 1944 y 1947 se efectúa la primera parte hasta Charcón y el Barranco de San Juan (1.160 m), pero la continuación hasta el Guarnón (1.500 m), y un teleférico, que debía subir hasta la zona de los albergues-Peñones de San Francisco en la carretera del Veleta (2.500 m), no se construirán, pese a ser aprobados por las Cortes Generales de Franco en 1951. La causa la descubre en la prensa local un ex consejero delegado de Cetursa, José Espada Sánchez, al narrar cómo un Director General del régimen, en la primavera de 1952, durante un viaje a Granada, quiso ver desde los Peñones de San Francisco el trazado del inminente teleférico. Narra el citado, cómo una repentina ventisca retuvo a la caravana de coches, no pudiéndose alcanzar, ni siquiera a pie, el emplazamiento del futuro teleférico, lo que motivó que el Director General "asustado y acobardado ante la ventisca, declarara sin más que era un proyecto de locos". No deja de ser paradójico que un político, desconocedor de Sierra Nevada, zanjara la ampliación del famoso funicular, preservando intacta, sin saberlo, la mejor vertiente de la sierra. En 1964, Güéjar-Sierra también perderá su estación de esquí, sobre la Hoya de la Mora y Barranco de San Juan, al ganar la partida el complejo de Prado de Llano, sobre la cabecera del río Monachil, cuyos pormenores explicamos en Monachil. Finalmente, volviendo al tranvía de Sierra Nevada, éste se cierra definitivamente en enero de 1974, el mismo año que se adjudica la obra del embalse de Canales, cuya construcción anegó parte de su trazado, junto al pueblo de Canales, que nunca tuvo comunicación por carretera.

Mientras funcionó, el ferrocarril fue un importante eje de desarrollo de los pueblos ribereños del Genil (Cenes de la Vega, Pinos de Genil, Canales, Güéjar-Sierra), reanudándose las explotaciones de las minas de la Estrella, las canteras de serpentina del Barranco de San Juan, y las de mármol blanco de Padules. Además, constituyó la vía de penetración "natural" a la vertiente Norte de la sierra, desde sus estaciones de Maitena-Charcón o San Juan, cuyas ruinas, junto al antiguo trazado del tranvía, son rebasadas cada domingo, no sin problemas, por caravanas crecientes de coches, que vuelven a replantear la reapertura de la línea "como medio de conservación razonable de la ribera del Genil". La misma que en 1981 tuvo una proposición de Parque Nacional en el Senado, siete años antes que la creación del Parque Natural de Sierra Nevada, y la misma que, incomprensiblemente, se ha olvidado de incluir, en lo que respecta a la cota inferior a dos mil metros, la nueva proposición de ley de creación del Parque Nacional de Sierra Nevada, elevada en 1995 por el Parlamento Andaluz al Congreso de Diputados.
La Vereda de la Estrella fue construida a finales del siglo XIX para servir de vía de comunicación con las minas de galena y pirita de la cabecera alta del Valle del Genil. Hoy en día es un cómodo sendero por uno de los lugares más atractivos del Parque Nacional de Sierra Nevada y sirve de penetración, por la ladera norte, hasta el ascenso a las cumbres más elevadas. Su fama nacional e internacional, viene de lejos pues ya fue paisaje cautivador para los escritores y pintores románticos. Gustavo Doré tiene un espectacular y famoso grabado que reproduce una escena desde algún rincón de esta vereda con las cumbres occidentales de fondo. Más recientemente, en la primavera de 2011, el primer ministro británico David Cameron hizo un hueco en un viaje privado a nuestra ciudad para adentrarse en un largo paseo por este sendero nevadense. Comenzaremos nuestro recorrido en la Vegueta del Caracol, (Venta de San Juan) en la confluencia del río San Juan con el Genil, al final de la estrecha carretera por donde transcurría el tranvía de la Sierra a unos seis kilómetros del pueblo de Güéjar Sierra. Cruzamos un puente de madera y nos encontraremos varios carteles informativos que nos indican el comienzo de nuestro sendero. Este primer tramo es una dura pero corta subida que luego se convierte en una senda que asciende de manera muy suave entre robles, castaños y arces, una explosión de vida en primavera y un espectáculo de colores al inicio del otoño. (Fuente)
La vereda asciende bien marcada entre una arboleda durante unos doscientos metros de moderados repechos. Antes de que nos demos cuenta, estamos dentro del valle del rio Genil, donde predomina la vegetación de fresnos, castaños, quejigos, mostajos, robles y arces. El alegre y cantarín rio Genil, va encajonado entre álamos, mimbres y sauces. 
El río Genil 
El Genil tiene su origen en las pequeñas cuencas glaciares excavadas en la cara Norte de Sierra Nevada durante el último período glaciar, que contribuyeron a modelar los perfiles de los "tresmiles" y su red hidrográfica de empinados barrancos y arroyos de montaña. Empieza a llamarse Genil en la confluencia del Guarnón (1.450 m), pero en realidad su nacimiento se produce en la Laguna de la Mosca (2.920 m), al pie de la cara Norte del Mulhacén, adoptando como primer nombre Valdecasillas, al que se unen como principales la Chorrera de Vacares y el Valdeinfiernos (1.665 m), cambiándole el nombre por río Real, y después de la unión del Guarnón, por Genil. Todavía recibe, antes de llegar al embalse de Canales, los aportes del Vadillo, San Juan y Maitena, y por debajo del embalse, el río Aguas Blancas. Finalmente, en la vega de Granada, recoge al Darro, Mónachil y Dílar, para concluir en el Atlántico por el Guadalquivir. Todos estos afluentes de montaña configuran una orografía compleja que tienen en común, a excepción del Darro que viene del Parque Natural de Huétor, drenar por la cara atlántica de Sierra Nevada, desde que aparece por oriente la cota tres mil (Cerro Pelado) hasta que se extingue por occidente (Caballo), por lo que el Genil es sin duda el río de los "tresmiles", de sus caras nortes, del hielo y de la "Alta Montaña".- (Excursiones por el Sur de España I)
El camino sigue discurriendo por laderas umbrías donde los rayos de sol no dan directamente hasta el mediodía. Esto hace que proliferen musgos, hiedras trepadoras y helechos en los bordes del sendero. Todo ello contrasta con la aridez de la solana que se observa a nuestra izquierda, en la vertiente derecha del Genil.
A los veinte minutos de caminata nos tropezamos con un castaño centenario conocido como El Abuelo, catalogado como árbol singular de Andalucía. Pedro posa bajo sus densas ramas y enorme tronco.
El camino muy marcado, como corresponde a su pasado carretero, transita a trechos, por frondosos bosques con robles, castaños, quejigos, serbales, arces, fresnos, encinas, etc. Su trazado a media ladera participa de espléndidas vistas sobre el curso encajado del Genil, y la sucesión de tajos de la vertiente opuesta (Loma Cuna de los Cuartos), donde sorprenden cortijos y abancalamientos abismales que resulta difícil imaginar cómo pudieron construirse.
La cabaña vacuna es muy abundante por aquí.
Media hora más tarde, después de pasar por el castaño, llegamos a la confluencia del rio vadillo con el Genil. Es el momento en que vamos a abandonar la vereda de la Estrella. Unos pocos metros más adelante vemos el cruce de veredas del Vadillo. La de la izquierda baja hasta el río y lo cruza a través de un puente llamado del Burro. Desde este punto se puede ver perfectamente la tremenda Cuesta de los Presidiarios que es la continuación de nuestra vereda que cruza el vadillo, la cual sube entre pinos de repoblación por donde narra la leyenda que eran conducidos los condenados a galeras, ataviados de grilletes desde Granada a Almería.
El Puente del Burro
La Cuesta de los Presidiarios es una condena y algo necia, pero nosotros, con cierta inclinación masoquista, y que abrazamos el dicho de que, palos con gusto no pican, nos la tomamos con calma, sin prisa pero sin pausa. Pero la senda en sí es una delicia. Transita por entre un frondoso bosque, describiendo zetas, para hacer más liviano el desnivel que se supera, en no demasiada distancia. Me pareció a mí menos dura que el As de Copas. Sería que aún llevábamos las fuerzas intactas.
La vereda de la Estrella, al otro lado del Genil.
El cielo comienza a despojarse de la densa niebla que lo envuelve, asomando las primeras cumbres nevadas que engalanan el paisaje.
Cuando llegamos arriba, las vistas son apoteósicas. Se nos olvida en seguida el terreno arduo y tortuoso dejado atrás. Considero el recorrido seguido hoy como uno de los más atractivos de Sierra Nevada, pues permite recorrer ambas vertientes del río Genil-Real, proporcionando una panorámica inmejorable de las caras nortes de los tresmiles, desde Puntal de Vacares hasta el Veleta. 
Durante muchos metros, anduvimos Pedro y yo, en silencio, conmovidos por el deslumbrante paisaje, admirando el valle del Genil con el Mulhacén, Veleta, Alcazaba, Cerro de los Machos, Puntal de la Caldera, Juego de Bolos, etc, orientando y marcando el norte de nuestros pasos.
Después de andar completamente extasiados, casi levitando por el soberbio panorama que tenemos al frente, llegamos al refugio del Calvario también llamado de la Cucaracha.
Nos damos un garbeo por las inmediaciones
FINAL PRIMERA PARTE


No hay comentarios:

Publicar un comentario