Después de la efeméride Joakinilla, toca ponerse las pilas e iniciar el regreso a paso ligero antes de que nos sorprenda la noche buscando arribar a los coches
Pako Kranker se conoce muy bien estas sierras y tanto las ha pateado que para no caer en el aburrimiento, a menudo gusta de improvisar variaciones sobre el recorrido iniciamente programado. Huye de lo fácil, de la cómoda senda para dirigir sus pasos a lo más escabroso. Por ello es que a veces se le hace un poco de noche, pero nada que no pueda salvar fácilmente con su gran instinto montañero que sabe orientarlo mucho mejor que un gps. Aquí lo podemos ver por riguroso orden jerárquico comandando el grupo.
Llegamos al Tranco de Juan Domingo y el Raso de los Torcales donde se sitúan unas antenas que adrede ignoro por no romper la magia y encanto del natural paisaje
El temible Branchón.
Una leve parada para agruparnos
Caminando a buen paso. Hemos metido la directa.
De vuelta en la caseta/refugio de La Sabinilla
Atravesando esta bonita tala, con el embalse de la Bolera al fondo
Margarita, poco antes de iniciar el descenso por el tranco de la Rajona
Con Martín, que casi siempre le iba a la zaga
Este paso de la Rajona fue uno de los que más disfruté, observando desde la retaguardia, las técnicas circunvoluciones que por este sinuoso terreno, describían mis compañeros de ruta. Sansón, osea yo, cerrando el grupo.
Esta joven criatura se abre paso y parece que sobrevive en las más difíciles y abruptas condiciones
Como bien me indicó María, ese sarmentoso tallo tiene el aspecto de una serpiente "con las fauces abiertas", quien sabe si mostrando su enojo por la momentánea invasión de sus dominios
Preciosa la bajada por la Rajona
Por la senda de los Pescadores
Cerquita ya de la conclusión de esta espectacular ruta senderista
Muy próximos al puente de la Herradura
Plácidas aguas del atardecer en el río Guadalentín
Y hemos llegado al final de esta magnífica aventura senderista que mi Viky y yo saboreamos con delectación. Por fin conocimos no solo el eximio Tranco del Lobo, la explanada del Maquis amén de otros lugares interesantes de la sierra del Pozo sino que también echamos en nuestra particular saca de experiencias, la deliciosa jornada de convivencia de que disfrutamos con montañeros tan apreciados e insignes como Sansón, Kranker, Asensio y otros compañeros de afición que conocímos ese mismo día, con algunos de los cuales, ha surgido una bonita y prometedora amistad que de momento, ya se ha materializado en una excursión realizada por tierras alicantinas, que constituirá el próximo episodio que narraremos en Mi Viky y Yo.
Pero no me gustaría rematar esta entrada sin mencionar una cuestión que quizás a algun@ le pudiera resultar de alguna utilidad. Mucho del calzado de montaña, de afamadas marcas y de casi siempre, precios abusivos, que actualmente se venden en el mercado de forma on line o tiendas físicas, es una mierda. El calzado puede ser muy colorista, con membrana impermeable, cosido con buenas y sólidas costuras, plantillas Eva sicodélicas, suela de la marca Vibram, fosforescentes y hasta con música, y todo lo que tú quieras pero la suela, casi siempre de goma o plástico está claro que se rige por el principio de la obsolescencia. A mí, unas botas Asolo, precio rondando los 120 eurapios, me duraron tres rutas por Castril y otra por la sierra de Segura. Al cabo de las cuales, la suela ya se encontraba tan deteriorada que estaban para tirarlas. La bota en sí, casi impecable, pero la suela, oh rediós, consumida, triturada. Una estafa en toda regla. Ya me las habían cambiado en garantía, adquiridas en una tienda de Bullas, porque las anteriores, en un mes, ya estaban agujereadas. En fin, no aconsejo la marca ASOLO. Al menos, no para montañeros cuyo peso ronde los 90 kg o superior. La bota es cómoda, realmente impermeable y cálida en terreno mojado, nevado, pero la suela, como ya queda dicho, una porquería endeble que no está a la altura del resto de la alpargata. A continuación, el verdadero motivo de esta exposición por si a alguien que se encontrara en parecida situación a la mía le resultara interesante la solución que yo he encontrado para paliar este oneroso fraude. Teniendo que tirar estas Asolo, se las llevé a mi zapatero habitual, que no teniendo suelas de repuesto apropiadas, (de montaña, se entiende) demasiado hizo que me puso estas que solo me aguantaron una ruta de 24 km por la sierra de Segura pero que "agarraban" muy poco, la verdad sea dicha. Aún así, no me desanimé ni resigné a jubilarlas, antes de un tiempo de uso razonable y me dije, ¿no existirá habilidoso zapatero por internet que te haga un apaño para aguantarlas y amortizarlas un poquito más?,. sí, lo encontré. Es una zapatería granaína y esta es su web. La comunicación, agradable y atenta, yo diría que perfecta y el trabajo de auténtico profesional. Se quedan mejor que nuevas y la suela, esta sí que ofrece garantías de agarre y durabilidad. También de comodidad, porque las probé en esta ruta, y como ya las tenía "domadas" y hechas a mi pie, la adaptación fue inmediata. Treinta y nueve euros la reparación más 16 (55 en total) de gastos de envío (te las recogen en casa) y recibo que hacen a través de una agencia de transportes. El resultado no puede ser mejor, pegadas y cosidas. ¡Si hasta parecen de estreno!
¡HASTA LA PRÓXIMA AMIG@S!
No hay comentarios:
Publicar un comentario