Después de la tempestad, vuelve la calma, que dice el dicho, o lo que es lo mismo, después de la Falcotrail, vuelve la normalidad.
Hacía tiempo que no volvía por el techo de Murcia, de modo que, me bajé una bonica rutica del Wikiloc y a la mañana siguiente, bien tempranico, nos montamos en el coche mi Viky y yo, rumbo a Inazares. Cuando llegamos, se congelaba hasta el aliento.
El termómetro del coche marcaba los menos cuatro grados y medio.
Pero sabía que en cuanto saliera el sol, esa temperatura se entibiaría bastante, pues la bóveda celeste amanecía completamente despejada de nubes. No había andado todavía trescientos metros, ya saliendo del pueblo, cuando tuve que descolgarme la mochila y buscar unos guantes pues las manos se me estaban quedando completamente heladas. Casi al instante, columbré unas interesantes fotografías del sol, alboreando por entre unos bonitos olmos.
Al llegar a una bifurcación, el garmin me indicaba que cogiera hacia la izquierda...no obstante, ya lo había advertido en Google Earth...
Nos dirigíamos hacia el pico de los Odres, por un sendero agradable y muy bien definido, mientras la mañana se desperezaba, brindándome sus crepusculares colores y bonitos efectos...
Retornamos de nuevo hacia el Collado del Pino Gordo, siguiendo muy atentamente el cuasi recto track de la ruta que parece avanzar "campo a través, pues no existe un sendero bien definido que se pueda seguir...aunque más tarde me tropiezo con un P.R que al autor del track, también le debió sorprender.
La caminata se hace maravillosamente placentera...me siento muy bien, resulta ideal para meditar...soltar eso que llaman lastre emocional. Al menos, esa es la sensación que de pronto me invade al echar una larga, humeante y reparadora meada.
Andar por el monte, en abierto recogimiento interior es la mejor terapia, el mejor remedio contra la depresión.
"Más andar y menos Prozac" se me ocurriría a mí recetarles a los que van al psiquiatra buscando algo de alivio para su alma.
Estábamos parados a orillas de la carretera del Campo de San Juan y bajaba andando en dirección a Moratalla, un señor de mediana edad, muy expresivo él, que al llegar a nuestra altura, nos saluda, y nos pide excusas por lo que podíamos haber pensado de él, al verlo saltando, cantando y bailando por la carretera, tal que si fuera un beodo o enajenado mental.
La verdad es que no habíamos reparado en el supuesto extraño comportamiento del caminante, pero si el hombre lo decía, debía ser verdad...a continuación comenzó a hablarnos del papel que juegan las endorfinas en el ser humano, como generadores de la sensación de dicha y bienestar. Pero no contaba el eufórico andarín, que aquel al que hablaba se sabía la lección, y conocía perfectamente la importancia que algunos neurotransmisores y hormonas tienen en pro de la felicidad.
La serotonina es una
sustancia química cerebral directamente relacionada con la sensación de
bienestar. Así, a niveles altos de serotonina, le correspondería un mayor nivel
de felicidad.
-¡No por dios, calla, que no lo sepa la gente...!
¡Que soy psicólogo y me hundes el negocioooo...!
Aquel buen hombre decía ser catedrático en psicología y me sorprendía se sintiera tan alborozado y exultante al haber experimentado por sí mismo, el mágico y fascinante efecto de las endorfinas. Tenía toda la pinta de que para él, había supuesto todo un descubrimiento.
Ya me lo imaginaba en su consulta, después de la charla y admoniciones varias, prescribiendo a sus pacientes, dos horas de caminata al día. Lo que él ya comenzaba a sospechar es que, a la mejora y curación más que probable de los problemas emocionales de esa persona, sobrevendría también, una pérdida de pacientes más que segura y definitiva, y eso ya no le hacía tanta gracia.
La dopamina es un
neurotransmisor directamente relacionado con la estabilidad emocional. La
recepción dificultosa de esta sustancia origina una larga lista de enfermedades
relacionadas con el desequilibrio emocional y, por tanto, con la falta de una
vivencia de bienestar.
La melatonina es una
hormona antioxidante que estimula y favorece el sistema inmunológico, aumenta
la energía y la capacidad de esfuerzo físico, se relaciona con el control de la
temperatura corporal y de los ciclos de vigilia-sueño. Se le atribuyen
propiedades relacionadas con la sensación de bienestar, el retraso del
envejecimiento y estados de gran calidad en la vejez.
¡Que soy psicólogo y me hundes el negocioooo...!
Aquel buen hombre decía ser catedrático en psicología y me sorprendía se sintiera tan alborozado y exultante al haber experimentado por sí mismo, el mágico y fascinante efecto de las endorfinas. Tenía toda la pinta de que para él, había supuesto todo un descubrimiento.
Ya me lo imaginaba en su consulta, después de la charla y admoniciones varias, prescribiendo a sus pacientes, dos horas de caminata al día. Lo que él ya comenzaba a sospechar es que, a la mejora y curación más que probable de los problemas emocionales de esa persona, sobrevendría también, una pérdida de pacientes más que segura y definitiva, y eso ya no le hacía tanta gracia.
Realizar actividades físicas al aire libre ayuda
considerablemente a incrementar el nivel de endorfinas de un modo natural,
sobre todo cuando se acompañan de una correcta respiración.
Yo experimento estos efectos cada vez que hago una ruta de senderismo como la que hoy nos ocupa.
Andar es mucho mejor que correr.
Te alejas bastante de cualquier posibilidad de lesión, porque te da tiempo a mirar por donde pisas y sobre todo, andar despacio la montaña, te hace reparar en las imágenes bellas y a veces sorprendentes que siempre te brinda.
Gente muy simpática, que después de acceder a mi solicitud fotográfica, me invitaron a volver con ellos y degustar unas lentejas caseras, seguramente en el restaurante El Nogal, de Inazares.
Invitación que cortés y educadamente rechacé por no dejar a más de uno sin su correspondiente ración.
Yo experimento estos efectos cada vez que hago una ruta de senderismo como la que hoy nos ocupa.
Andar es mucho mejor que correr.
Te alejas bastante de cualquier posibilidad de lesión, porque te da tiempo a mirar por donde pisas y sobre todo, andar despacio la montaña, te hace reparar en las imágenes bellas y a veces sorprendentes que siempre te brinda.
La
montaña hay que disfrutarla despacio, sin prisas...para que el espíritu se
colme de sus esencias...de la calma y paz que emanan del musical silencio que
siempre sabe componer la naturaleza.
Y además te ofrece la posibilidad de sorprender a los "bichos" moviéndose libres en su propio hábitat.
En estos y otros pensamientos andaba yo sumergido y abstraído cuando recién superado el Majal de la Sima, casi me doy de bruces con un numeroso grupo de montañeros, que regresaban de haber coronado el alto de los Obispos.
Resultaron ser un animado y jubiloso comando de senderistas que pertenecían al club NACÍOS P'ANDAR
Resultaron ser un animado y jubiloso comando de senderistas que pertenecían al club NACÍOS P'ANDAR
Gente muy simpática, que después de acceder a mi solicitud fotográfica, me invitaron a volver con ellos y degustar unas lentejas caseras, seguramente en el restaurante El Nogal, de Inazares.
Invitación que cortés y educadamente rechacé por no dejar a más de uno sin su correspondiente ración.
Mis amigos, reemprendieron rumbo hacia esas suculentas lentejas que humeantes, les aguardaban, mientras desde lo alto de un pedrusco, me dediqué a observar sus evoluciones, jugando con el zoom de la cámara...
Cuando ya los tenía muy lejos, reinicié mi conquista hacia la cumbre que como bien se sabe, se constituye de dos puntos más destacados o elevados que hemos de hollar. A saber, este que llaman Pico del Obispo, sito a 2014m de altitud, techo de Murcia, y otro más al Este, al que llegaremos después, que se queda en los 1999 metros, y es el Pico Revolcadores.
Desde aquí se pueden ver unas vistas extraordinarias de toda la sierra, los campos de la llanura, la Sagra, la Cuerda de la Gitana (que es el
límite de la provincia) etc. Camino de la siguiente cima, la del pico Revolcadores, te encuentras con una sima que me pareció, desprendía bastante calor...
Mi abnegada e inseparable compañera de fatigas, observando paciente, mis maniobras con la cámara...
Recuperamos fuerzas desde una bonita atalaya en el pico del Obispo y como el suave viento reinante, rasca más que acaricia el cutis, decidimos emprender el regreso, por el mismo camino que una hora antes, lo hicieron "los nacíos p'andar"; sin prisa pero sin pausa...
Choza de ramas y paja, perteneciente a un conocido empresario madrileño, dueño de una escudería de formula 1.
Y llegamos al final de una travesía de la que tal vez no pueda decir que haya sido una de las más bonitas que he recorrido en mi vida, aunque sí una de las más agradables y placenteras de caminar.
Han sido casi diecinueve tranquilos y confortables kilómetros, dedicados al disfrute de las sensaciones físicas y la meditación. Ruta recomendable y con una mínima preparación, yo diría que apta para casi todos los públicos. El acceso al techo de Murcia se puede hacer desde diversos puntos, dependiendo de la exigencia que estés dispuesto a infligirle a tus piernas. Desde Cañada de la Cruz, Los Odres o Inazares, el asalto a Revolcadores, siempre supone un deleite para disfrutarlo a pajera, y desde luego, mucho más si se hace con el paisaje nevado.
Cuando ya los tenía muy lejos, reinicié mi conquista hacia la cumbre que como bien se sabe, se constituye de dos puntos más destacados o elevados que hemos de hollar. A saber, este que llaman Pico del Obispo, sito a 2014m de altitud, techo de Murcia, y otro más al Este, al que llegaremos después, que se queda en los 1999 metros, y es el Pico Revolcadores.
Mi abnegada e inseparable compañera de fatigas, observando paciente, mis maniobras con la cámara...
Recuperamos fuerzas desde una bonita atalaya en el pico del Obispo y como el suave viento reinante, rasca más que acaricia el cutis, decidimos emprender el regreso, por el mismo camino que una hora antes, lo hicieron "los nacíos p'andar"; sin prisa pero sin pausa...
Choza de ramas y paja, perteneciente a un conocido empresario madrileño, dueño de una escudería de formula 1.
Y llegamos al final de una travesía de la que tal vez no pueda decir que haya sido una de las más bonitas que he recorrido en mi vida, aunque sí una de las más agradables y placenteras de caminar.
Han sido casi diecinueve tranquilos y confortables kilómetros, dedicados al disfrute de las sensaciones físicas y la meditación. Ruta recomendable y con una mínima preparación, yo diría que apta para casi todos los públicos. El acceso al techo de Murcia se puede hacer desde diversos puntos, dependiendo de la exigencia que estés dispuesto a infligirle a tus piernas. Desde Cañada de la Cruz, Los Odres o Inazares, el asalto a Revolcadores, siempre supone un deleite para disfrutarlo a pajera, y desde luego, mucho más si se hace con el paisaje nevado.
HASTA LA PRÓXIMA AMIGOS
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