No la conocía y me sorprendió. Es la típica montaña que por tenerla cerca y verla todos los días, la subestimas porque piensas, es una loma de poco más de mil metros y en cuyo alrededor no hay más que vastas extensiones de tierra árida y acartonada.
Si hasta mi Burete querida es más alta, lozana y florida.
Para colmo de males, divisar desde la carretera ese aparatoso despliegue de antenas, no invitan precisamente a conocerla. Imaginaba llegar a la cima y sucederme lo que a D. Quijote, reconocer en esas manifestaciones de la civilización, a molinos de viento, a hostiles gigantes que se abalanzan contra mí.
Pero estaba equivocado. Muy equivocado, porque la sierra de Ricote esconde tesoros y atractivos ocultos, que solo descubres si penetras sus entrañas. Además, por qué no decirlo, la auténtica fascinación surge "del interior". Si uno "siente buenas vibraciones" puede encontrar belleza hasta en la tierra más desértica y desolada. Asimismo, resulta contraproducente renegar de un lugar por haberlo visitado antes, pues en cada ocasión, es una experiencia diferente.
Dependiendo de cómo te sientas y quien te acompañe, vas a percibir “el paisaje” de un modo distinto.
En mi caso, siempre me acompaña la misma, y con ella resulta complicado discutir. A veces se atreve a emitir un leve aullido que no llega a ladrido si intuye que pasan las horas y se me olvida darle de beber o comer su ración de jamón de York, pero ciertamente, es un encanto de hembra; ojalá todas fueran así; la compañera ideal, la conversadora perfecta. Nunca se queja. Reconozco que no es muy locuaz, nadie es perfecto, pero me gusta su forma de pensar y que casi siempre esté de acuerdo conmigo en todo. Y yo con ella, justo es decirlo. De hecho, el título que recibe este rincón tiene su origen y fundamento en este inquebrantable vínculo, esto es, en la armonía que reina entre los dos. Y debo valorarlo como se merece, porque siempre me hace el camino, mucho más fácil y ameno que si en verdad pateara esas sendas y caminos de dios, en la más completa y auténtica soledad, que de momento, no es el caso.
Llegado a este punto del relato, me gustaría aprovechar para decirte, ocasional y amable lector, que esta bitácora no pretende ser una guía de senderismo. Para eso existen otros blog mucho más especializados y con información más pormenorizada que este. Si sigues mis indicaciones corres el riesgo de perderte. Te aviso que no estoy dispuesto a ser reclamado por daños y perjuicios. Declino cualquier tipo de responsabilidad al respecto. Te advierto circunstancial leedor de mis humildes aventuras, que por tomar al pie de la letra mis informaciones, puedes comenzar la ruta de la sierra de Ricote, en la casa forestal de la Cuesta Alta y acabarla en la ermita de la Rogativa, en El Sabinar.
Por ello, mi improbable leyente, si lo que quieres es perderte, no tienes más que aguardar paciente a que continúe mi relato.
Si por el contrario, buscas un lazarillo que guíe tus pasos senderistas...busca otro lugar, y si encuentras algo mejor, quédate en él porque, caminando por la sierra, supe de la muerte de Robin Gibb, y evocando su memoria junto al resto de los hermanos Bee Gees, a través del programa de radio de Carlos Herrera en Onda Cero, tuve oportunidad de vivir momentos tan íntimos y emotivos en la sierra de Ricote, que habrán de hacérmela por siempre, mágica e inolvidable.
Trémulo y emocionado, con la vista nublada, oteando el vasto horizonte desde la garita de la Bermeja, (“mirando pa Nerpio”) evoqué mis más tiernos y remotos años de juventud.
Si hasta mi Burete querida es más alta, lozana y florida.
Para colmo de males, divisar desde la carretera ese aparatoso despliegue de antenas, no invitan precisamente a conocerla. Imaginaba llegar a la cima y sucederme lo que a D. Quijote, reconocer en esas manifestaciones de la civilización, a molinos de viento, a hostiles gigantes que se abalanzan contra mí.
Pero estaba equivocado. Muy equivocado, porque la sierra de Ricote esconde tesoros y atractivos ocultos, que solo descubres si penetras sus entrañas. Además, por qué no decirlo, la auténtica fascinación surge "del interior". Si uno "siente buenas vibraciones" puede encontrar belleza hasta en la tierra más desértica y desolada. Asimismo, resulta contraproducente renegar de un lugar por haberlo visitado antes, pues en cada ocasión, es una experiencia diferente.
Dependiendo de cómo te sientas y quien te acompañe, vas a percibir “el paisaje” de un modo distinto.
En mi caso, siempre me acompaña la misma, y con ella resulta complicado discutir. A veces se atreve a emitir un leve aullido que no llega a ladrido si intuye que pasan las horas y se me olvida darle de beber o comer su ración de jamón de York, pero ciertamente, es un encanto de hembra; ojalá todas fueran así; la compañera ideal, la conversadora perfecta. Nunca se queja. Reconozco que no es muy locuaz, nadie es perfecto, pero me gusta su forma de pensar y que casi siempre esté de acuerdo conmigo en todo. Y yo con ella, justo es decirlo. De hecho, el título que recibe este rincón tiene su origen y fundamento en este inquebrantable vínculo, esto es, en la armonía que reina entre los dos. Y debo valorarlo como se merece, porque siempre me hace el camino, mucho más fácil y ameno que si en verdad pateara esas sendas y caminos de dios, en la más completa y auténtica soledad, que de momento, no es el caso.
Llegado a este punto del relato, me gustaría aprovechar para decirte, ocasional y amable lector, que esta bitácora no pretende ser una guía de senderismo. Para eso existen otros blog mucho más especializados y con información más pormenorizada que este. Si sigues mis indicaciones corres el riesgo de perderte. Te aviso que no estoy dispuesto a ser reclamado por daños y perjuicios. Declino cualquier tipo de responsabilidad al respecto. Te advierto circunstancial leedor de mis humildes aventuras, que por tomar al pie de la letra mis informaciones, puedes comenzar la ruta de la sierra de Ricote, en la casa forestal de la Cuesta Alta y acabarla en la ermita de la Rogativa, en El Sabinar.
Por ello, mi improbable leyente, si lo que quieres es perderte, no tienes más que aguardar paciente a que continúe mi relato.
Si por el contrario, buscas un lazarillo que guíe tus pasos senderistas...busca otro lugar, y si encuentras algo mejor, quédate en él porque, caminando por la sierra, supe de la muerte de Robin Gibb, y evocando su memoria junto al resto de los hermanos Bee Gees, a través del programa de radio de Carlos Herrera en Onda Cero, tuve oportunidad de vivir momentos tan íntimos y emotivos en la sierra de Ricote, que habrán de hacérmela por siempre, mágica e inolvidable.
Trémulo y emocionado, con la vista nublada, oteando el vasto horizonte desde la garita de la Bermeja, (“mirando pa Nerpio”) evoqué mis más tiernos y remotos años de juventud.
Hace algunos meses, descubrí un blog en verdad fantástico y sublime. Y ha llegado el momento de compartirlo con los tres o cuatro amigos que de tarde en tarde se dan una vuelta por aquí.
Lo regenta un tipo bien pintoresco e interesante.
Un chico de Cieza tan colosal como las mismas montañas que atraviesa...su blog, este sí, contiene información técnica y sucinta de todas las rutas que hace. Su modo de describirlas, rezuma un estilo de prosa poética que embelesa. Todos los datos que aporta, extraordinariamente bien documentados.
Todas sus rutas, las sube al wikiloc, y los track lucen siempre limpios y perfectamente perfilados. Es un auténtico aventurero, maravilloso trovador de historias senderistas.
La lírica de su prosa resuena en cada rincón del camino.
Lástima que su Moss, sea un poco demasiado grande y joven para mi Viky.
En esta ocasión, elegí una de sus rutas en la sierra de Ricote, que discurre por el Collado de la Madera. Con sus explicaciones, creo que resulta imposible perderse.
Dejé el coche por las inmediaciones de las ruinas de la casa forestal de la Cuesta Alta y desde allí, tal y como el amigo Jose Antonio invitaba a hacer, inicié mi particular singladura.
El inicio de la senda, de piso duro de piedra, resulta muy agradable de transitar.
A nuestra derecha se nos ofrece la vasta extensión del campo de Cagitán, la sierra del Oro, el emblemático Almorchón, la sierra del Molino y elevando la vista hacia el infinito podemos atisbar la sierra del Buitre, el Nevazo, y hasta Burete.
En realidad, el paisaje en derredor no es tan estepario como a mí me podían sugerir los barrancos de Albudeite y el secano cagitanero.
Vas caminando, todavía con las fuerzas intactas y te dices...oh, y esa garita...? ¿Se verá algo interesante desde esa atalaya...?
¿Puedo continuar quedándome con esa duda...?
El hombre es de por sí curioso...y tiene que investigar.
En efecto, desollarme las pantorrillas ha valido la pena...pinturas rupestres del paleolítico superior.
La estupenda perspectiva de la senda que tengo que seguir resulta muy prometedora...
La guarida Neanderthal queda atrás.
En algunos tramos, la senda se hacía realmente agradable y entretenida de andar...maravilloso el momento del sol intentando horadar la espesura selvática del primoroso Ricote.
La Sierra de Ricote, manifestándose cálida, acogedora, chispeante de bullicioso esplendor primaveral...
El suave y modulado acento de un jilguero me acompañaba.
La mañana, soleada y tibia, se dejaba mecer por la brisa acariciadora que a soplos fugaces bajaba desde lo alto de la sierra.
Me colgué los auriculares, la prima de riesgo y los 23.500 millones de euros de dinero público inyectados por el gobierno en Bankia, seguían copando la mayor parte del debate de Carlos Herrera, pero decían que a partir de las diez, comenzarían a hablar de Robin y suponía que también de los Bee Gees.
Esperaba el momento con verdadera expectación no exento de emoción.
Se están yendo "los grandes", mis ídolos de juventud, aquellos que formaron parte de la banda sonora de mi vida, y por tanto de mis momentos más íntimos e inolvidables.
Por que la música siempre ha sido el motor y el más certero estimulante que ha impulsado mi existencia.
Mavin Gaye, Barry White, Luther Vandross, Michael Jackson, Whitney Houston, Natalie Cole, Donna Summer...y los Bee Gees, porque primero fue Andy, después Maurice y ahora Robin...con todos estos y alguno más, bien podría el altísimo, renovar el coro de ángeles del cielo, que ya está bien de tanto canto gregoriano y solos de arpa y laúd. Es que no me imagino a Marvin Gaye cantando su "Sexual Healing", rodeado de nubes algodonosas y ángeles asexuados con cara de panolis, haciéndole los coros.
Nos juntábamos en la casa de mi amigo Salva, en aquella habitación repleta, invadida de cachivaches, de televisores, de radio casset, de pequeños electrodomésticos, de aparatos reparados o por reparar, de piezas y cacharros por todas partes...tropezando siempre pero, entre aquellas abarrotadas paredes, cogiendo el "puntillo" con cubatas de ginebra de naranja de la marca "Lirios", éramos felices. Escuchábamos a New Trolls. Canciones como "Aquella caricia de otoño" o "Qué idea", nos hacían soñar con amores aún por conocer e intuir sentimientos aún por definir. Bee Gees, Donna Summer y grupos de lo que se dio en llamar "la movida madrileña" sonaban incesantemente, en un aparato parecido a este.
Lo regenta un tipo bien pintoresco e interesante.
Un chico de Cieza tan colosal como las mismas montañas que atraviesa...su blog, este sí, contiene información técnica y sucinta de todas las rutas que hace. Su modo de describirlas, rezuma un estilo de prosa poética que embelesa. Todos los datos que aporta, extraordinariamente bien documentados.
Todas sus rutas, las sube al wikiloc, y los track lucen siempre limpios y perfectamente perfilados. Es un auténtico aventurero, maravilloso trovador de historias senderistas.
La lírica de su prosa resuena en cada rincón del camino.
Lástima que su Moss, sea un poco demasiado grande y joven para mi Viky.
En esta ocasión, elegí una de sus rutas en la sierra de Ricote, que discurre por el Collado de la Madera. Con sus explicaciones, creo que resulta imposible perderse.
Dejé el coche por las inmediaciones de las ruinas de la casa forestal de la Cuesta Alta y desde allí, tal y como el amigo Jose Antonio invitaba a hacer, inicié mi particular singladura.
El inicio de la senda, de piso duro de piedra, resulta muy agradable de transitar.
A nuestra derecha se nos ofrece la vasta extensión del campo de Cagitán, la sierra del Oro, el emblemático Almorchón, la sierra del Molino y elevando la vista hacia el infinito podemos atisbar la sierra del Buitre, el Nevazo, y hasta Burete.
En realidad, el paisaje en derredor no es tan estepario como a mí me podían sugerir los barrancos de Albudeite y el secano cagitanero.
Vas caminando, todavía con las fuerzas intactas y te dices...oh, y esa garita...? ¿Se verá algo interesante desde esa atalaya...?
¿Puedo continuar quedándome con esa duda...?
El hombre es de por sí curioso...y tiene que investigar.
En efecto, desollarme las pantorrillas ha valido la pena...pinturas rupestres del paleolítico superior.
La guarida Neanderthal queda atrás.
En algunos tramos, la senda se hacía realmente agradable y entretenida de andar...maravilloso el momento del sol intentando horadar la espesura selvática del primoroso Ricote.
La Sierra de Ricote, manifestándose cálida, acogedora, chispeante de bullicioso esplendor primaveral...
El suave y modulado acento de un jilguero me acompañaba.
La mañana, soleada y tibia, se dejaba mecer por la brisa acariciadora que a soplos fugaces bajaba desde lo alto de la sierra.
Me colgué los auriculares, la prima de riesgo y los 23.500 millones de euros de dinero público inyectados por el gobierno en Bankia, seguían copando la mayor parte del debate de Carlos Herrera, pero decían que a partir de las diez, comenzarían a hablar de Robin y suponía que también de los Bee Gees.
Esperaba el momento con verdadera expectación no exento de emoción.
Se están yendo "los grandes", mis ídolos de juventud, aquellos que formaron parte de la banda sonora de mi vida, y por tanto de mis momentos más íntimos e inolvidables.
Por que la música siempre ha sido el motor y el más certero estimulante que ha impulsado mi existencia.
Mavin Gaye, Barry White, Luther Vandross, Michael Jackson, Whitney Houston, Natalie Cole, Donna Summer...y los Bee Gees, porque primero fue Andy, después Maurice y ahora Robin...con todos estos y alguno más, bien podría el altísimo, renovar el coro de ángeles del cielo, que ya está bien de tanto canto gregoriano y solos de arpa y laúd. Es que no me imagino a Marvin Gaye cantando su "Sexual Healing", rodeado de nubes algodonosas y ángeles asexuados con cara de panolis, haciéndole los coros.
Nos juntábamos en la casa de mi amigo Salva, en aquella habitación repleta, invadida de cachivaches, de televisores, de radio casset, de pequeños electrodomésticos, de aparatos reparados o por reparar, de piezas y cacharros por todas partes...tropezando siempre pero, entre aquellas abarrotadas paredes, cogiendo el "puntillo" con cubatas de ginebra de naranja de la marca "Lirios", éramos felices. Escuchábamos a New Trolls. Canciones como "Aquella caricia de otoño" o "Qué idea", nos hacían soñar con amores aún por conocer e intuir sentimientos aún por definir. Bee Gees, Donna Summer y grupos de lo que se dio en llamar "la movida madrileña" sonaban incesantemente, en un aparato parecido a este.
Aunque a mí, estos últimos me gustaban menos, mucho menos, pues siempre fui un enamorado de la música que hacían los negros e invertía el poco dinero de que disponía, en comprar singles de saldo, en el mercado de los martes, de mi pueblo, y los elegía según me sugiriera la portada del disco. Cuanto más macarrillas y horteramente vestidos lucieran, con sus grandes medallones y sus solapas anchas, mucho mejor. Jackson Five, Boney M, Kool and The Gang, Earth Wind and Fire, cientos de grupos de música funky, incluidos los mismos Bee Gees, daban fe de ello...grupos ataviados con trajes galácticos, espaciales, cósmicos, siderales, eléctricos, muy luminosos y efectistas eran sinónimo de buen ritmo, estupendo baile y aún mejor música...ahhhhh, qué tiempossssssssss. Música, artistas, temas, décadas 70 y 80 inolvidables, imperecederas, irrepetibles, inmortales...
Y el genuino Michael Jackson, antes de empeñarse en convertirse en blanco, cuando se separa de sus hermanos e inventa el genial tema Don't Stop Til You Get Enough o el Rock Whih You contenidos en el LP de abajo.
¡Qué temazo este, lo ponían en la discoteca para dar por concluida la sesión de "lentas"...que bien comenzaba, te hacía empalmar las lentas con las rápidas, y si no te habías comido una rosca o al pedir baile te habían dado calabazas, era tu momento, como te hacía saltar a la pista...y bailar disfrutando de la mejor música de los 70! Era Donna Summer y su maravilloso, Last Dance...
Y ya no digamos, unos pocos años más tarde, cuando saca del corazón de su ilimitado talento este pedazo de disco "Thriller" e inaugura el comienzo de la época de los videoclip, una nueva forma de entender y promocionar la música. Fue sin duda, la mejor época de Michael Jackson.
Estoy llegando a la garita de la Bermeja, y comienza a llamar la gente para expresar lo que la música de los Bee Gees ha significado en sus vidas. Todo el mundo coincide en que Robin y Barry eran los pilares del grupo. Robin tenía un timbre de voz muy característico. Pero de los tres, el que más me gustaba era Barry, seguramente influenciado por los trabajos que hizo con otros artistas, verbigracia, Barbra Streisand, otra de mis preferidas, un disco precioso, sin desperdicio y cuyo tema "Guilty", me sigue pareciendo una balada preciosa. Así como "Woman in love", tema estrella del disco, sin duda, inconfundible aroma y factura a factoría Bee Gees, esto es, Barry.
Y la gente que llama también recuerda al primero de los hermanos, Andy, que murió a los 30 años, y que a mí me gusta tanto o más que el mismo Barry, y que nos ha dejado un bonito legado de canciones, con el inconfundible sello de Bee Gees, aunque dotándolas de su propia personalidad y talento. Hizo su carrera en solitario, pero siendo acompañado en la mayoría de canciones por sus hermanos. "Desire" y "Shadow Dancing" fueron quizás sus temas más conocidos, aunque este dúo con Olivia Newton John fue también memorable. Sin embargo, su adicción a las drogas y su larga lucha contra estas, debilitaron tanto su corazón, que la ruptura sentimental con Victoria Principal, de la que nunca se recuperó, precipitaron su muerte por miocarditis (inflamación del corazón) un 10 de marzo de 1988, cinco días después de su cumpleaños. ¡Lástima de inmenso talento desperdiciado!...como el de tantos otros y por la misma causa (drogas), dicho sea de paso.
Estoy llegando al mirador de la Bermeja y de pronto entra en antena un radioyente con el que me siento muy identificado...
Entre sollozos, que van in crescendo, nos explica que los Bee Gees han sido muy importantes en su vida. Que estuvo presente en el único concierto que dieron en España, acudiendo a otros tres que se celebraron en diferentes países de Europa. Que con la muerte de Robin, ahora sí que entiende que los Bee Gees han llegado al final del camino. Que una parte de su adolescencia (de fondo, suena “Too Much Heaven”) muere también con él y que la nostalgia le invade, acordándose de los momentos íntimos y felices vividos con su novia, (la que hoy todavía continúa siendo su mujer y madre de sus tres hijos) escuchando sus baladas a bordo de un reluciente Seat 124, en un radiocasset Pioneer en el que, al darle a “extraer”, la cinta saltaba con tanta fuerza, que siempre acababa en los asientos de atrás. Que recuerda los bailes discotequeros del sábado noche, en donde los más atrevid@s intentaban emular las horteroides evoluciones de Tony Manero. Que fue una época irrepetible.
Nos sigue explicando que a su novia al principio no le gustaban. Que aquellas voces atipladas, que semejaban maullidos de gato, le parecían insoportables, pero que descubrió en la vasta discografía del mirífico grupo, otras canciones que sí le agradaban. Que se tuvo que casar “de penalty”, seguramente extasiado y hechizado en el "momento cumbre" por alguna melodía “billisera”.
Que los Bee Gees nunca morirán. Que están más vivos que nunca. Que desde su nacimiento, con su infinita creatividad y admirable talento, han sabido seducir y deleitar a millones de billiadiptos.
Y que lo continuarán haciendo. Robin Gibb, cantante de la gran banda Bee Gees, se nos ido pero su legado musical quedara por siempre para esta, la anterior y las demás generaciones que difícilmente volverán a tener la oportunidad de vivir algo tan grande como lo que vivimos nosotros. A esas alturas, el pobre hombre, ya estaba llorando a lágrima viva y, muy probablemente, miles de radioyentes, con él. Entre ello, yo.
Noté que mi cuerpo se destapaba como una botella y se hacía receptor de toda clase de influencias externas. Sentí unos fervientes deseos de abrazarle, de decirle que éramos amigos y almas gemelas, que había sabido describir con su relato, toda la música de mi vida...de pronto, reparé en lo cercano que te puedes sentir de un desconocido, solo por sus palabras, por las emociones y recuerdos que es capaz de despertar en ti... El paisaje que se ofrecía ante mi vidriosa vista, no hacía más que exaltar las intensas emociones que me embargaban.
El dejarme llevar de la inconsciencia, suave, sosegadamente, sin indagar motivos ni presagiar efectos, en un estado neutro, impasible, me hizo levitar y elevar el grado de mi nostálgica y envolvente felicidad.
Me gusta pensar con música. Puedo a veces concentrarme en ella y percibir claramente los diferentes matices de un instrumento o la peculiar tesitura de una voz, pero pasado un tiempo, puedo también oír la música sin escucharla, relegándola a un segundo plano, dejándola actuar únicamente como excitante y motor de mis nostalgias. Incluso a veces, la utilizo para conciliar el sueño.
Aquilaté cuan brillante y oportuna había sido aquella intervención, para lo que podía esperarse de aquel improvisado homenaje a Robin y por extensión, a los Bee Gees. Decía Miguel Delibes que los árboles y las montañas tienen la ventaja sobre los hombres de que no hablan tan alto. A veces, sólo a veces, susurran, sugieren...te dejan pensar. Me di cuenta que el hombre, frente a la naturaleza, está más cerca que nunca de sí mismo y de sus recuerdos.
El mirador de la Bermeja ya ha quedado atrás.
Y los Bee Gees de la radio, también, pero no las ochocientas megas de temas preferidos que llevo en mi teléfono.
El tiempo no está en los relojes sino en las circunstancias, en las emociones...en la nostalgia.
La tristeza que sugiere la melancolía acaba donde comienza esta.
¿Puede decirse que los Bee Gees son mi grupo de música preferido, de ayer, de hoy y de siempre...?
¿Puede decirse que su música evoca lo más intenso y profundo de mi nostalgia...?
Tienen mucha razón los que afirman que la existencia es un soplo, el transcurso fugaz de un instante. Parece que fue ayer que en casa de mi abuela, en una televisión en blanco y negro, los vi por vez primera. Yo tenía 15 años y cuando escuché esto, quedé cautivado por la melodía y voces (sus detractores decían que aullidos) que brotaban de sus gargantas.
El tema, que traducido al cristiano quiere decir algo así como "Demasiado cielo" pertenecía a este disco...
Después del exitazo y sobreexposición generada por el boom de la banda sonora de "Saturday Night Fever", (que por edad, a mí me pilló algo tarde) el mundo quedó saturado y hasta los cataplines con tanto "gruñido" made in Bee Gees, quienes figuraban con 6 exitos en la lista de los Top 10 de un montón de países, vamos, lo nunca visto, o por mejor decir, lo nunca escuchado hasta ese momento. Es que los meneitos de Tony Manero supusieron todo un fenómeno social a nivel mundial. La natalidad se multiplicó por tres y hasta creo que tuvieron lugar manifestaciones espontáneas en diversos países del mundo para que esa clase de "ruido" que llamaban "música disco" fuera declarada nociva y perjudicial para la salud mental del individuo. Después de aquel terremoto travoltino, y cuando ya nadie daba un duro por ellos, los Bee Gees aún fueron capaces de reinventarse así mismos, sacándose de la manga uno de los mejores discos de toda su carrera... Spirits Having Flow es un discazo. Contiene exitazos como "Tragedy" y el ya mencionado antes "Too Much Heaven" (cuyos derechos donarían a UNICEF) aunque el resto de temas, incluido el que da título al álbum, con sus características voces atipladas, verdadera marca de la casa, no le andarían a la zaga.
El punto geodésico de la sierra de Ricote está en las antenas, en el pico de los Almeces, así que, no puede haber un vértice montañoso más desangelado que este. Resulta muy poco atrayente.
Menos mal que llevaba a los Bee Gees conmigo, que si no, al llegar a este lugar, tan rodeado de signos de "progreso", hubiera sufrido un patatús, viendo amenazantes a estos infernales gigantes de acero y cobre, mancillando la otrora seguramente, orgullosa e inmaculada montaña.
Atravesando el repetidor de TV hacia tu izquierda, se ve claramente una senda que desciende dirigiéndose al lugar seguramente más escarpado y por tanto, más coqueto de toda la sierra. Bien es cierto, que las antenas siguen ahí pero desde estos miradores, pronto te olvidas de ellas. Odio las antenas. Me zumban los oídos en sus inmediaciones.
Desde esta toma se ve claramente el lugar por donde he bajado desde las antenas.
Y ahora, me dispongo a asomarme a aquel pico, a ver que panorama se divisa desde allí.
El viento a veces soplaba con mucha fuerza y despeinaba a Viky
Sin duda valdrá la pena asomar los bigotes en aquella cresta.
Debe ser un buen balcón desde el que otear el horizonte.
También un excelente lugar para descansar un poco.
Con la última instantánea desde estas imponentes rocas, inicié el regreso y como esta entrada me está quedando más larga que un día sin pan, la voy a dividir en dos partes porque aún me quedan fotos y rollo para unos kilómetros más.
FINAL DE LA PRIMERA PARTE
Después del exitazo y sobreexposición generada por el boom de la banda sonora de "Saturday Night Fever", (que por edad, a mí me pilló algo tarde) el mundo quedó saturado y hasta los cataplines con tanto "gruñido" made in Bee Gees, quienes figuraban con 6 exitos en la lista de los Top 10 de un montón de países, vamos, lo nunca visto, o por mejor decir, lo nunca escuchado hasta ese momento. Es que los meneitos de Tony Manero supusieron todo un fenómeno social a nivel mundial. La natalidad se multiplicó por tres y hasta creo que tuvieron lugar manifestaciones espontáneas en diversos países del mundo para que esa clase de "ruido" que llamaban "música disco" fuera declarada nociva y perjudicial para la salud mental del individuo. Después de aquel terremoto travoltino, y cuando ya nadie daba un duro por ellos, los Bee Gees aún fueron capaces de reinventarse así mismos, sacándose de la manga uno de los mejores discos de toda su carrera... Spirits Having Flow es un discazo. Contiene exitazos como "Tragedy" y el ya mencionado antes "Too Much Heaven" (cuyos derechos donarían a UNICEF) aunque el resto de temas, incluido el que da título al álbum, con sus características voces atipladas, verdadera marca de la casa, no le andarían a la zaga.
El punto geodésico de la sierra de Ricote está en las antenas, en el pico de los Almeces, así que, no puede haber un vértice montañoso más desangelado que este. Resulta muy poco atrayente.
Menos mal que llevaba a los Bee Gees conmigo, que si no, al llegar a este lugar, tan rodeado de signos de "progreso", hubiera sufrido un patatús, viendo amenazantes a estos infernales gigantes de acero y cobre, mancillando la otrora seguramente, orgullosa e inmaculada montaña.
Atravesando el repetidor de TV hacia tu izquierda, se ve claramente una senda que desciende dirigiéndose al lugar seguramente más escarpado y por tanto, más coqueto de toda la sierra. Bien es cierto, que las antenas siguen ahí pero desde estos miradores, pronto te olvidas de ellas. Odio las antenas. Me zumban los oídos en sus inmediaciones.
Desde esta toma se ve claramente el lugar por donde he bajado desde las antenas.
Y ahora, me dispongo a asomarme a aquel pico, a ver que panorama se divisa desde allí.
El viento a veces soplaba con mucha fuerza y despeinaba a Viky
Sin duda valdrá la pena asomar los bigotes en aquella cresta.
Debe ser un buen balcón desde el que otear el horizonte.
Con la última instantánea desde estas imponentes rocas, inicié el regreso y como esta entrada me está quedando más larga que un día sin pan, la voy a dividir en dos partes porque aún me quedan fotos y rollo para unos kilómetros más.
FINAL DE LA PRIMERA PARTE
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