05 junio 2025

Morrón del Rivazuelo y Pico de la Selva desde el Cipote del Aceniche.

Hace unos días, junto a mis compañeros de fatigas senderistas, Anabel y Fernando, abordamos la emblemática ruta montañera que alcanza entre otros puntos, sendas techumbres orográficas de los municipios de Lorca y Mula, Morrón del Rivazuelo y Pico de la Selva, respectivamente. Es un recorrido de exigencia media, para senderistas todo terreno, habituados a desenvolverse por terrenos algo más rudos que los de una Vía Verde, por poner un ejemplo. Es un recorrido de obligado cumplimiento, para cualquier montañero murciano, que se precie de serlo. Porque si todavía no lo hubiera hecho, ya está tardando, ya debería estar poniéndolo en su lista de prioridades y objetivos a cumplir. 
La sierra de Pedro Ponce y Cambrón, era la gran desconocida del circuito habitual senderista, o por lo menos lo era hasta hace unos pocos años, en que los de la Zarzadilla de Totana, decidieron poner a esta sierra y sus inmediaciones, en el candelero trailero, pues no en vano, hace unos pocos días (01-06-25), se celebró la IV Zarzadilla Trail 2025, con gran participación y estupendo ambiente, tras la finalización de la prueba.  

Existen diferentes y variados puntos de inicio para alcanzar los picos ya mencionados, dependiendo de por donde accedas, si desde la Zarzadilla (zona Sur) o como en nuestro caso, desde Bullas o Avilés (zona Norte). Yo la suelo hacer, solo o acompañado, con relativa frecuencia, pues es un recorrido que reúne todo lo que yo requiero de un itinerario montañero, esto es, algo de exigencia física y atractivo paisajístico, en definitiva, buenas sensaciones que pueda echar en la mochila de las emociones; un todo en uno por así decir.
La ruta, con trazado en forma de espermatozoide cabezudo, tiene su inicio "en el Cipote del Aceniche", apelativo cariñoso y algo jocoso con el que los lugareños nos referimos a ese monumental mojón del siglo XVIII, que indica la coincidencia o punto de reunión entre los municipios de Lorca, Mula y "Zehegín", como así, hace unos años, figuraba escrito en el poste, el pueblo de la antigua Begastri.

Se comienza en las inmediaciones del mojón, en un anchurón que existe a la sombra de una pinada, ya metidos en el camino, donde dejamos bien estacionado el coche, o si te quieres ahorrar cuatrocientos metros de ese accidentado camino, también se puede dejar aparcado el auto, a la sombra de unos pinos, ya metidos en el cauce del Barranco de Mula. Que fue lo que nosotros, en última instancia hicimos. Ahora bien, si se elige esta última opción, se ha de saber que nada más comenzar a andar, es todo subir y no parar hasta alcanzar la Hoya del Conejo. 

Se comienza desde los 900 metros más o menos hasta alcanzar los 1531 metros, de la máxima altura, a la que hoy ascenderemos, donde se halla un original y apócrifo vértice geodésico, punto donde se ubica el Morrón del Rivazuelo (también lo he visto escrito con b).
En la imagen inferior, el trazo de nuestro recorrido sobre Google Earth. Observamos que un buen tramo que discurre paralelo al barranco de Mula, se repite en la ida y vuelta, aunque se podría hacer enteramente circular, siguiendo la pista que discurre por el Barranco del Tenajo, la que utilizan los ciclistas para alcanzar La Selva.
Este es el célebre Mojón sito en el Puerto del Aceniche, paraje ubicado entre lo municipios de Bullas y Cehegín, declarado de interés paisajístico por su belleza y valor ecológico y además, tierra de reputados viñedos, dado su excepcional microclima, con una pluviometría de las más altas de la región de Murcia, con veranos tórridos e inviernos fríos, dándose un contraste de temperaturas muy acusado, entre el día y la noche, durante el periodo de maduración final de la uva (septiembre), lo que confiere a sus caldos unas características singulares, muy apreciadas entre los enólogos y otros diletantes del mundillo vinatero.

El mojón de piedra del siglo XVIII, tiene tres metros de alto y noventa centímetros de ancho.
Detrás del mojón, y más concretamente, de la cabeza de Fernando, se encuentra el Pico de Lavia, 1236m, techo de Cehegín.
Cuando hice esta ruta en la compañía de Anabel y Fernando, fui tomando imágenes con una cámara deportiva, de manera que hice pocas fotografías con ésta. Pero tengo por ahí algunas de otras incursiones, hechas, unas veces solo y otras, acompañado, así que, aunque pueda parecer la ilustración de esta crónica, todo un batiburrillo de imágenes, tomadas en diferentes coyunturas, con las limitaciones propias del teléfono, las pretendo aprovechar para que visualmente quede una sucinta idea de los puntos clave por los que fuimos transitando.
Como antes decía, nada más atacar el barranco de Mula, la cosa se pone recia y muy cuestarriba. Durante la ascensión, iremos atravesando extensos bosques de pino carrasco, salpicados de árboles autóctonos como la carrasca, el quejigo o roble, el chopo, el pino negral o rodeno. Además, al estar integrado este territorio en una Zona Especial de Protección de Aves (ZEPA), si vamos atentos, tendremos la oportunidad de otear aves rapaces como el águila calzada y la culebrera, aunque también he visto buitres leonados sobrevolando estos cielos.
Poquito antes de llegar a la Hoya del Conejo, punto donde comienza el círculo de nuestro recorrido, tendremos a nuestra mano derecha las Lomas de Ciller y El Calar, y a nuestra izquierda, La Morra del Lobo. También visitaremos, un bien mimetizado refugio de caza, con capacidad para muchas personas. Una vez, acompañado de Viky, durante el verano, hice el primer vivac de mi vida, justo enfrente del referido puesto cinegético.
Entre el collado del Lobo y la hoya del Conejo, con mi amigo José, alias "Lajosa".
Lo más atractivo y divertido de este recorrido comienza durante el ascenso por la, en ocasiones, algo encajonada rambla del Cargador, subidica exigente, hasta alcanzar el collado del Sudador y el PR-102, para desde aquí, coronar a nuestra derecha el Pico Cambrón, con vistas soberbias hacia los campos de Avilés y Coy, para más tarde retroceder y acometer la cuerda de la Sierra de Pedro Ponce, cresteando, con alguna que otra sencilla trepada, hasta alcanzar los picos estelares del Rivazuelo y La Selva, en mi opinión, el tramo más bonito y disfrutón de todo el recorrido. 

Las vistas por estos lares nunca defraudan.


Con Fernando y Anabel en el Cerro Cambrón.
Cerro Cambrón, 1463m oteado desde alguna de las prominencias de la cuerda de Pedro Ponce.
En el montículo de piedras, antecima del Morrón del Rivazuelo, con vistas extraordinarias hacia todos los puntos cardinales. Buenos raticos que he echado aquí con los prismáticos.
Tras el mojón, en lontananza, la cuerda de La Selva, y su pico y techo de Mula, donde se hallan las antenas y garita de vigilancia contra incendios, sito sobre los 1521msnm.
Cerro Cambrón y El Calar
Sierra del Madroño, 1237m; y al fondo, sierra de María, 2045m; y a su derecha, apenas asomando, La Sagra, 2381m.

En el Morrón del Rivazuelo
Algunas panorámicas tomadas con un Xiaomi del tiempo de los visigodos.
En otro momento, andurriando por aquí en solitario.
En mi opinión, es mucho mejor y más entretenido, hacer la cuerda de Pedro Ponce, por la cresta, que echando por el PR-102, que discurre por debajo, para luego retroceder si queremos coronar el Rivazuelo. Las contadas trepadas que hay que afrontar, no son complicadas, esto es, nada aéreas ni expuestas, y el disfrute panorámico que se disfruta en este corto, pero intenso tramo, no tiene parangón, está asegurado, sobre todo al prolongarlo con el deleite visual que nos proporciona a renglón seguido, el ir evolucionando por la Cuerda de la Selva, con vistas espectaculares hacia la cara norte y la que da a poniente, de Sierra Espuña, con el Cerro Espuña, 1583m (EVA 13), destacando en altura sobre todas las demás prominencias de su entorno, que la deben mirar con impotencia, rabia y envidia cochina.
Aunque en esta concreta ocasión, un coqueto y fotogénico frente nuboso instalado sobre la cadena montañosa, me impidió tener diáfana visibilidad hacia la emblemática y alpina sierra del corazón de Murcia. En todo caso, no empañó en modo alguno el deleite visual del que se estaban atiborrando mis pupilas.
La garita de vigilancia de La Selva. Por detrás se encuentra el cilindro del vértice geodésico. 
Realizar esta ruta es muy recomendable. Antes de elaborar esta crónica, me di una vuelta por otras entradas de blog, que tengo dedicadas a este territorio. Y me ha sido muy emotivo recordar a Viky, comportándose como una verdadera jabata, evolucionando por la difícil y escabrosa orografía de los Janjorros. A los lorquinos, de Pozo Alcón y de otras latitudes, amigos con los que coincidí, tiempo ha, en más de una ocasión, les gustaba mucho el tema de las trepadas. Les entusiasmaba evolucionar por barrancos, esto es, que los recorridos no se limitaran a caminar y ya está. Que la cosa se pusiera complicada, y claro, al acudir a la cita, aún sospechando lo que me podía encontrar, no tomé peor decisión que traerme a Viky. Es que cuando me olfateaba las zapatillas de senderismo, se ponía como loca y comenzaba a menear el rabo de manera frenética, barruntando que "hoy tocaba salir al monte", con lo que a ella eso le gustaba y disfrutaba, y claro, me daba pena dejarla, y por ello hice acaso omiso a lo que el más elemental sentido de la prudencia me dictaba.

En fin, una vez cerciorado, in situ, de la orografía del recorrido que teníamos por delante, ya no tenía remedio y solo tenía dos opciones...a saber, volverme para casa, arrastrando con ello, también a Pedro, que se había venido conmigo para hacer esta ruta, o que fuera lo que dios quisiera, y a ver si Viky salía indemne de tan peliagudo desafío. Y vaya si lo hizo. Sobre todo en el vídeo del final, se puede apreciar bien, de lo que era capaz esta excepcional caniche. 

Para más inri, el otro Pedro, el de Lorca, por entonces, ya jubilado, perdió poco tiempo después la vida en una pared de Ricote, al precipitarse al vacío mientras practicaba la escalada, en la que se estaba iniciando. Verdadera mala suerte la que tuvo este hombre, lleno de vida y ganas de "hacer cosas", que pretendió resarcirse de todo lo que no había podido llevar a la práctica, limitado y condicionado siempre, por el escaso tiempo libre que le permitía su trabajo de camionero.

Para siquiera intentar entender los designios de la providencia, lo más sensato para no volverse loco, es llegar a la conclusión de que se trata del destino escrito de cada cual, y contra eso, no hay tu tía, porque cuando te llega tu hora...

En fin, alguna que otra lágrima de emoción, evocando recuerdos de otro tiempo, no he podido evitar que se me escapara. Pero, ¡c'est la vie! 

Aquella fue la primera vez que coroné el MORRÓN DEL RIVAZUELO, y por entonces, el espíritu patriótico lo teníamos casi todos los españoles de bien, a flor de piel, dado el reciente golpe de estado perpetrado por Puigdemont y sus secuaces, hoy camino de ser amnistiados, por obra y gracia de este gobierno de corruptos y criminales que mal dirige los destinos del país. ¡Ojalá acaben todos en la cárcel.

En otra ocasión, acudí por aquí con otros amigos, cuando el collado del Sudador, se encontraba virgen, precioso, sin la fractura y devastación que vino después para habilitar un camino. Cágate lorito, entrada de diciembre del 2012, qué tiempos aquellos!, si parece que fue ayer...!
Intentando posar en el vértice junto a mis compañeros, utilizando el automático de la cámara (le puse pocos segundos de intervalo), pero estaba la cosa complicada, y apenas me dio tiempo posicionarme para la foto. Es un cilindro que no dispone de mucho espacio alrededor para desenvolverse con soltura, por ello, hemos de extremar las precauciones al movernos por aquí.
Última instantánea de este trío en el Cipote del Aceniche. 
Y en el vídeo, se recogen algunas secuencias de nuestras evoluciones por estos derroteros. La banda sonora es la que me pedía el cuerpo en el momento de editar el vídeo. Licencias de autor.
¡HASTA LA PRÓXIMA!

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