Hace unos días, por cuestiones familiares, hice una corta visita a una región de España que no había hollado nunca. Era para mí la gran desconocida, de manera que, como era lógico, y dado el típico esquema mental que suele impeler a un senderista medio con siempre predisposición montañera, estudié el mapa de los alrededores de la población donde estaría alojado, esto es, entre Salduero y Molinos del Duero, y enarcando las cejas, exclamé: ¡Cáspita, pero si están los Picos de Urbión a casi distancia de tirachinas de donde voy a estar hospedado...!¡La ocasión la pintan calva...! ¡Merecería la hoguera si no aprovechara la coyuntura para...!
Y en efecto, cargué en el gps los mapas (y varios tracks) de esa región de España y estudié un poquito, la distancia y accesos entre mi lugar de hospedaje y el punto de inicio de la ruta, apenas media hora, y decidiendo el "hueco" de que dispondría, aguardé el momento de llevar a efecto mi gran aventura.
La Laguna Negra es uno de los tesoros que esconde la provincia de Soria, uno de los enclaves, que si vas por allí, no te puedes perder por nada del mundo, y si lo haces, merecerías que te condenaran "a galeras" de por vida.
El espectacular paraje natural de la Laguna Negra de Urbión se encuentra en el término municipal de Vinuesa, dentro del monte de Santa Inés, cuyo dominio comparten el consistorio de Soria y la Mancomunidad de los 150 Pueblos de la Tierra de Soria.
Al explicarnos, nuestra anfitriona salduerina, entre otras singularidades de su tierra, que la madera de los imponentes montes que existen por allí, son de todos los habitantes de la mancomunidad, y que cada equis tiempo, se reparten los dividendos que esta pueda generar, me explotó un poco la cabeza y me dije que esta peculiaridad tan anómala, tenía que proceder de los tiempos de María Castaña, y en efecto...
Como otras comunidades de las mismas características, la Comunidad de Villa y Tierra de Soria comenzó su itinerario histórico años después de las campañas de Almanzor, durante los siglos XI y XII, cuando una vez recuperado el territorio por los cristianos, aquél pasó a ser propiedad del Rey, el cual, favoreció la repoblación y entregó parte de las tierras en propiedad y parte en usufructo, para favorecer la fijación de los colonos en esta zona, por entonces fronteriza. Los montes comunales y las dehesas, los ejidos y los prados comunitarios, aprovechados de forma gratuita, contribuyeron decisivamente a fijar a los vecinos en zona tan peligrosa; en principio, protegidos detrás de las murallas de las pequeñas villas.
Fue en aquellos años, ya en plena fase repobladora, cuando desde las parroquias o collaciones de Soria, los vecinos de la villa se arriesgaron a poblar, lejos del perímetro amurallado, las aldeas que hoy constituyen los 150 Pueblos de la Mancomunidad. Posteriormente, villanos y aldeanos constituyeron las milicias concejiles que ayudarían a la Corona a avanzar con sus ejércitos hacia el Sur peninsular, durante los largos siglos de la Baja Edad Media.
Otra de las peculiaridades de esta sorprendente región de España, ligada con su historia es que por aquí anduvo el gran poeta Antonio Machado, el del célebre poema: "Caminante no hay camino..." y el de la leyenda: “Las Tierras de Alvargonzález”, la más conocida de nuestro insigne poeta, obra basada en la Laguna Negra, que fue escrita durante su estancia en Soria como profesor de francés.
Se dice que el 5 de octubre de 1910, aprovechando unos días festivos durante las fiestas locales de San Saturio, que el hombre se puso las botas y subió a los Picos de Urbión, y claro, de paso, conoció la Laguna Negra que tanto terminaría impactándole. Prueba de ello es que hasta le dedicaría una de sus célebres leyendas:
Llegaron los asesinos
hasta la Laguna Negra,
agua transparente y muda
que enorme muro de piedra,
donde los buitres anidan
y el eco duerme, rodea;
agua clara donde beben
las águilas de la sierra,
donde el jabalí del monte
y el ciervo y el corzo abrevan;
agua pura y silenciosa
que copia cosas eternas;
agua impasible que guarda
en su seno las estrellas.
Según cuenta la leyenda, la Laguna Negra no tiene fondo. Dicen que se comunica con el mar mediante corrientes de agua subterráneas; que en el fondo de la laguna habita una insaciable y mefistofélica criatura legendaria que devora todo lo que cae en ella; que tras digerirla, al poco, aparece un reluciente esqueleto, flotando sobre la superficie de la tenebrosa laguna. Yo creo que aquí se inventan una historia parecida a la del Monstruo del Lago Ness, y hubiera colado. "El Monstruo de la Laguna Negra", hasta suena bien.
La laguna, se exhibe oscura y enigmática, y se halla enclavada a unos 1750m snm, circundada por altísimos pinos, hayas y unas inmensas paredes de granito que recuerdan al inmenso Muro del Norte de Juego de Tronos. En invierno, te la puedes encontrar nevada e incluso congelada, conformando un espectáculo visual, a decir de los testigos, de lo más alucinante y extraordinario.
Yo la visité dos veces. La primera, en la misma jornada que llegamos, bien entrada la tarde. Pudimos acceder en coche, al segundo y mucho más limitado espacio de estacionamiento. La barrera no estaba echada, y como siempre he sido de por sí, bastante iconoclasta, por aquello del "en casa de herrero, cuchillo de palo", me hice el sueco, y tiré todo para arriba, sin preguntar a nadie (ancha es Castilla) hasta dejar el coche, apenas a doscientos metros de la laguna. Mi familia, quedó encantada porque el atrevido taxista les sirvió la Laguna Negra casi en bandeja, a 200 metros del lugar, sin apenas tener que sudar la camiseta.
Pero al día siguiente, en que me había propuesto en solitario, conquistar los Picos de Urbión, no tuve tanta suerte. La barrera estaba echada, y tuve que hacer a patita, los dos kilómetros que existen entre este amplio estacionamiento y la famosa laguna. Por ello, a partir de aquí, querido visitante de este blog, te vas a encontrar con fotografías tomadas a la laguna, con diferente luz, según fueron capturadas por la tarde o la mañana del día siguiente. Ni qué decir tiene, que como es habitual en mí, portaba la cámara de adorno, y tomé apenas, media docena de fotografías, más que nada, para dejar prueba y testimonio de mi paso por estos bellísimos andurriales.
Durante la época veraniega y ante la gran afluencia de público para ver la Laguna, solo se puede acceder hasta el primer estacionamiento, con capacidad para muchos vehículos. A partir de aquí, puedes cubrir el resto de la distancia hasta la laguna, en autobús, (sale cada media hora y el precio es de 1,20€ por persona, y te sirve para la ida y vuelta), o subir esos dos kilómetros andando por la senda del bosque o, por la misma carretera por donde operan sendos autobuses. Por lo leído en un cartel, en invierno, el aparcamiento suele ser gratis y el servicio de autobús no suele estar operativo, por lo que esos dos empinados kilómetros hasta llegar arriba, se tienen que hacer a patita.
A quien madruga dios le ayuda y a las siete y media, mi auto era el único que había en toda la amplia explanada; no se veía pulular un alma por las inmediaciones.
En la ida, utilicé la carretera, más directa, más rápida, mientras entretanto, iba capturando algunos de los elementos que llamaban mi atención.
Un tejo.
Un coqueto caminito empinado y señalizado (apto para todo quisque), nos conducirá hasta alcanzar una de las márgenes de este extraordinario lugar.
Encontrándonos ya, a escasos metros de la Laguna Negra.
El espectáculo visual que constituye el enfrentarnos casi de sopetón, a esta laguna glacial, te lo encuentras a partir del último peldaño de estas bonitas escaleras de piedra.
Por esta pasarela de madera, construida en el borde izquierdo de la laguna, busco conectar con el sendero GR-86-1 (Sendero Ibérico Soriano), que asciende bruscamente hasta ganar la llanura superior, denominada "Llanos de la Sierra". El recorrido es muy corto, y por eso entiendo el porqué, turistas en evidente precario estado de forma, les sabe a poco el paseo y se aventuran a hacerse la foto en el Mirador de la Laguna Negra. No resulta fácil llegar hasta este emblemático punto. Se hace por la "senda del Portillo", y lo arduo no es cubrir los apenas 150 metros de distancia, con pronunciada subida hasta el referido balcón, sino la bajada, que en mi opinión, es lo realmente peligroso de este trance. Pero la gente se muestra valiente y decidida, y se aventura hacia lo desconocido, por que al final, siempre hace más el que quiere que el que puede.
Conforme voy ascendiendo por el pedregoso sendero del Portillo, voy teniendo acceso visual a la cascada, cuyo murmullo, ahora ya trocado en verdadero estruendo, llevo escuchando desde que iba andando por la pasarela.
El espectáculo paisajístico comienza a parecerme apoteósico.
No puede existir nadie más feliz que yo, en estos momentos. Decía que había tomado dos o tres fotografías...solo era un decir.
Ya estoy alcanzando la altiplanicie, el paraje referido de "Los Llanos de la Sierra" y por ende, la parte superior del muro con imponentes vistas hacia la Laguna Negra. Desde este tramo del recorrido, se obtienen vistas privilegiadas hacia gran parte de todo el parque natural. También hay que llevar cuidado con lo que te arrimas al cortado, como así lo advierten unos carteles, dirigido a los adultos que puedan recorrer estos parajes, acompañados de niños. Por otro lado, me siento eufórico por haber acertado en mi decisión de aprovechar mi inopinado viaje a la provincia de Soria, para no dejar escapar la posibilidad de conquistar Los Picos de Urbión. De momento, la experiencia me está resultando apasionante. Un pleno al quince, por así decir.
De pronto el paisaje se abre y expande y por momentos me envuelve la niebla. Ha debido llover mucho por aquí, porque la superficie del prado, donde pacen unas apacibles vacas, se halla inundada de agua. El pasto la oculta y me encuentro chapoteando, y en más de una ocasión, sumergido hasta los tobillos. ¡Menos mal que llevo calcetines de repuesto!
Por el sendero, me cruzo con un nutrido grupo de jóvenes montañeros que, según me dicen, han pernoctado en un refugio de las inmediaciones.
Paisaje glaciar, lacustre, rebosante de vida anfibia. De uno de los numerosos manantiales que surgen por aquí, se ha originado la "Laguna Larga", 2013m, snm, otro elemento más, de los numerosos atractivos que atesoran estos parajes, que vamos a fotografiar hasta la saciedad. La hermosura y paz que emana de este apacible enclave, me dejan atontolinado. Aunque no fuera capaz de llegar a la cima, ya doy la excursión por bien amortizada.
Atisbando ya la prominencia donde se debe ubicar la cumbre de los Picos de Urbión; observando asimismo, los neveros que todavía resisten en la Sierra del Mojón Alto.
Aguas transparentes y llenas de vida las de la Laguna Larga.
Hoyo Oscuro
FINAL PRIMERA PARTE
No hay comentarios:
Publicar un comentario