15 mayo 2025

EL LAGO DEL MANZANO, MAYO DE 2025 I

El otro día, haciendo por Burete, una ruta senderista con mi sobrina, ya finalizando el recorrido y mientras nos hacíamos unas fotos en Las Pozas, coincidimos con una pareja de mediana edad que charlando, nos hablaron del "Lago del Manzano", un paraje de las inmediaciones de Bullas, que estos días, por la abundancia de lluvia, se halla pletórico, de lo más exuberante y bello, y que por tanto, nos aconsejaban que había que visitarlo, sí o sí. Aunque les pregunté más o menos, por donde quedaba el enclave, sospechaba por dónde podía ser, ya que recordaba haber recorrido los pedregosos, polvorientos y bacheados caminos de sus inmediaciones, en más de una ocasión, con la bicicleta de montaña. Es que la laguna, solo surge y merece la pena visitarla, en época de abundantes lluvias, de ahí que, dada la escasa pluviosidad de que adolecemos en nuestra región, padeciendo largos periodos de sequía, pues resulta bastante insólito, que este lago transitorio, de temporada por así decir, luzca tan caudaloso como lo hace en estos borrascosos días de mayo del año 25.
La Laguna del Manzano, se halla en estos días de mayo, rebosante de agua, flanqueado su perímetro de una vegetación exuberante, impregnada del típico colorido primaveral. No en vano, he visto escrito por ahí, que algunos senderistas hasta se atreven a etiquetar este rincón escondido del noroeste de Murcia como de La Suiza Murciana, ahí es nada. Como unas imágenes valen más que mil palabras, al final de este nuevo episodio de Mi Viky y Yo, sabremos si la comparación con el paisaje helvético está más o menos justificada.
He estudiado la zona a través de uno de los recorridos de 8 kilómetros que he visto publicados en Wikiloc, y en efecto, había pasado muy cerca de la laguna, que si no llueve, se suele encontrar seca o como mucho, constituyendo apenas un charco.
He dejado estacionado el coche en La Casa del Manzano de Arriba, y una vez preparados los apechusques, elevo el periscopio con giro de 360º y diviso en las proximidades y en lontananza un paisaje con prominencias que me resultan de lo más familiares, a saber, las canteras de mármol de La Posadilla, sierra Espuña, Peña del Manzano, Pinar Hermoso, cerros de El Molar y El Castellar, sierra de Pedro Ponce, la cuerda de La Selva, y muy a lo lejos, hasta las sierras de La Pila, de Ricote y La Muela de Don Evaristo, etc.
Como a la Peña o Piedra del Manzano, la iremos rodeando durante todo el recorrido, la tendremos a tiro de cámara fotográfica en todo momento.
Sierras de Ricote y La Pila; Muela de Don Evaristo y Loma del Herrero, que mencionaba antes.
Para conseguir estas instantáneas hacia las paredes del mencionado peñasco, vamos caminando por una pista en dirección a la Casa Forestal del Manzano, que evoluciona cuestarriba.

Desde mi punto de observación, ya vislumbro el camino que emplearé a la vuelta, que no es otro que un tramo del GR252, Camino de la Cruz del Bajo Guadalentín.
Al pasar a la altura de la Casa Forestal, me he tropezado con su afable morador con el que he conversado durante algunos minutos. Como en estos días de mayo, y dadas las copiosas lluvias, el paradisíaco enclave se halla en plena eclosión primaveral y por ende, en el culmen de su belleza, sumado a que es un recorrido apto para todos los públicos, el mundillo senderista murciano, tiene en cuenta el carácter efímero de este verdadero jardín del edén, y estos días, acude a estos pagos, con más afluencia de la que viene siendo la normal. El problemilla que surge es que la casa forestal es una propiedad privada. Los fines de semana, acuden numerosos grupos de senderistas, sobre todo, los que proceden de la carretera MU-503 (Bullas-Zarzadilla de Totana), cuyos autos dejan estacionados alrededor de la casa, que como es lógico, turban la habitual tranquilidad del lugar. La proliferación y masificación de un espacio es lo que tiene, porque es de suyo sabido que el boca a boca, como yo mismo doy fe, es lo que mejor funciona. Y es que El lago del Manzano, no me extraña que haya cobrado tanta popularidad, dentro de los círculos senderistas murcianos, porque la ahora rebosante laguna y su entorno, delinean un lienzo de lo más hermoso y pintoresco, por ello, resulta comprensible, que la gente quiera conocer y empaparse de tan bonitos parajes.
La peña del Manzano, fotografiada desde su lado más al Oeste.
Otro efecto colateral resultante, de este corto pero intenso recorrido senderista es que caminamos por una finca privada, por apenas bosquejados senderos entre sembrados de gramíneas, y no es de recibo, tropezarte de vez en cuando en el suelo, con pañuelos de papel o botellines de plástico que alguien ha dejado olvidado a la vera de un pino; que sí, que todo el mundo tenemos derecho a disfrutar de los dones que nos brinda la naturaleza, pero el respecto del entorno tiene que ser máximo, y desde luego, de la propiedad del terruño, porque si el dueño ha sembrado cebada o trigo, es de cajón que el campo de cultivo no se debe pisar.
Hemos rebasado la pinada de Los Palancares y damos vista a la coqueta peña del Manzano, que se nos hará omnipresente porque la dejaremos siempre en el epicentro de nuestro recorrido.
Me alejé unos cientos de metros del ámbito del itinerario para fotografiar más de cerca a este verdadero matusalén de pino. A saber la de años que lo contemplan.
Y ya nos encontramos caminando por entre un verdadero vergel, teniendo a nuestra izquierda los rozagantes campos de cereal y a nuestra derecha, la Rambla del Huérfano en la que también se ha formado una laguna de homónimo nombre.
Si andamos atentos, y dadas las insólitas circunstancias actuales de este edénico enclave, ahíto de agua y rodeado de una vegetación tornasolada de lo más variopinta y exuberante, podemos ver, entre otras especies de la flora mediterránea, pinos, quejigos, roble carrasqueño, almendros, jaras, lino, genista, amapolas, margaritas, romero y otras pequeñas plantas, cuyo nombre desconozco, que unido a los cetrinos campos de cereal, hacen de este escondido rincón de la geografía murciana, un lugar idílico.
Existe un pequeño tramo de transición entre una laguna y la otra. Tras evolucionar por entre un corto sendero flanqueado de pinos, damos vista al corazón y paraje culminante de nuestro recorrido, el denominado Lago del Manzano. Constituyó una verdadera sorpresa enfrentarme a tan sublime entorno natural que superó todas mis expectativas.

Cuerda del Manzano, 867m, cuyo extremo a la izquierda de la fotografía se funde con el alto de Pinar Hermoso, 851m.
Frondoso y bello sendero que seguimos camino de la Laguna del Manzano.
Preciosas acuarelas naturales que mis pupilas disfrutaron a rabiar.
La laguna se halla estos días a rebosar de agua, y lo seguirá estando, incluso más porque no para de llover.
Igual supone una exageración comparar este enclave, en épocas de su máximo esplendor, cuando tienen lugar intensas y abundantes lluvias, con paisajes más propios de los Alpes suizos o de los Pirineos, pero que te evocan campiñas y panorámicas más propias de otras latitudes, eso seguro. Ya se puede uno imaginar la de especies de anfibios y aves que durante una buena temporada, van a considerar este espacio su morada, como si de auténtico oasis se tratara.
Ya que algunos ejemplares de la flora de esta zona se me ponen a tiro, los aprovecho.
Como ayer por la tarde, cayó un fuerte chaparrón en Cehegín, resulta más que probable, que por aquí también descargara, por lo que durante mi evolución por las orillas, tengo que prestar especial atención al barro y por ende, a los resbalones.
Otro de los alicientes de este lugar, es que parece rodeado de montañas, como si de un valle con exclusivo microclima alpino se tratara. Al fondo, la Cuerda de la Selva, comprendida en la sierra de Pedro Ponce, ubicada entre los términos municipales de Mula y Lorca, alcanzando su máxima cota en el Morrón del Rivazuelo con 1530 m s. n. m. (máxima altura del municipio de Lorca), destacando también el pico de La Selva con 1521 m s. n. m. (máxima altura del municipio de Mula), cumbres no visibles desde nuestra posición, porque nos pillan en hondo, y más al suroeste de aquellos picos.
En este enclave, las bonitas diapositivas se concentran y suceden sin cesar. Hay que aprovechar como si no hubiera un mañana, sobre todo, pensando que de aquí a un año, puede lucir otra vez ajado y completamente chuchurrío. Carpe diem que diría el despierto y el que es consciente de lo transitorio, de la fugacidad del estado de las cosas, de las criaturas, de la propia vida. Pero ¡ay amigo!, aquí y ahora, en este cuaderno de bitácora, quedan congelados estos paisajes para que luzcan siempre lozanos y reine la primavera ergo el intenso esplendor en ellos. 
Seguimos circunvalando el lago por la orilla, hasta alcanzar el extremo más alejado del track, antes de comenzar a cerrar el círculo que llevamos entre las piernas. He leído que la laguna colmada de agua, puede alcanzar los 300 metros de longitud y los 50m de ancho.
El paisaje sería digno para alguna de las antiguas postales que ya han quedado muy en desuso.
En el extremo más hacia el Este del lago, en línea con la Rambla del Huérfano, que muchos kilómetros después, desemboca en la Rambla de Malvariche, cerquita del Embalse de Pliego, al parecer existen unas pequeñas pozas, camino del lecho de la rambla, que no me acerqué a fotografiar, porque en el momento de mi presencia en el punto, no corría el agua y estimé que no merecía la pena asumir el riesgo del traspajazo, pero ahora me arrepiento porque creo que me hubiera deparado el descenso a ese cauce, alguna que otra buena foto, a las formaciones de travertino que al parecer, existen por aquí. ¡Para la próxima! Pero ya que me encontraba en este pintiparado enclave, aproveché la exuberante vegetación para jugar un poquito con la macro y tomarme unas autofotos con el disparador automático de la cámara.
Una vez reanudada la andadura, sigo el track porque ahora viene el tramo un poquito más arduo de toda la caminata. Hemos de buscar el cuele para rodear por entre pequeñas torrenteras, el extremo de la laguna, que finalmente se consigue, salvando el barranco con origen en El Pradillo. En este punto existe la chatarra de un artilugio metálico que bien pudo ser en su día, accesorio para un puesto de observación de aves. En fin, por conjeturar que no quede.
FINAL PRIMERA PARTE


 

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