21 octubre 2024

DE VACACIONES POR CANTABRIA/SANTILLANA DEL MAR VII y FINAL

Museo y fundación Jesús Otero, artista que dejó su legado en su villa natal. Creo que se puede visitar el interior donde expone las obras, de forma gratuita pero se encontraba cerrado en el momento en que pasamos nosotros. En el jardín se pueden ver algunas de sus esculturas.
Entramos a la Colegiata que impresiona un poco por lo lúgubre y la sensación mayestática que transmite su antigüedad de más de diez siglos. Todo lo que es capaz de perdurar durante tanto tiempo merece nuestra consideración y respeto, ya sean obras romanas, musulmanas o cristianas. Es parada y visita obligada de los peregrinos del Camino del Norte. Que por cierto, estuve hablando durante unos minutos con uno de ellos y se quejaba amargamente de que el camino del Norte, por la parte de Cantabria, estaba teniendo demasiados tramos por asfalto, lo que le desalentaba no poco. Debía tener un día malo, así que le animamos que ya le quedaba menos. Nos decía, a ver si en la provincia asturiana, la cosa mejora. Debía tener mi edad o incluso alguno más y también parecía un lobo estepario, de los cuales, nos tropezamos con muchos en igual tesitura (caminando solos).
He dado en Internet con una interesante reseña sobre la Colegiata que lleva este sugerente título: Los secretos de la Colegiata de Santillana del Mar, que voy a fusilar porque muchos de los enlaces, al cabo de un tiempo se suelen quedar en offside (fuera de juego), por eliminación del artículo. 
 
Ubicada en un pueblo declarado “uno de los pueblos más bonitos de España”, Santillana del Mar, nadie recorre sus calles, observa sus balcones, y se adentra en sus comercios, sin visitar su imponente Colegiata de Santa Juliana. Pero, ¿qué conocen los viajeros sobre la Colegiata?
Empecemos por sus inicios. Antes de ser Colegiata, esta imponente obra arquitectónica fue ermita, en torno al siglo IX y luego cenobio, o monasterio, alrededor del siglo XI. La transformación del antiguo monasterio en Colegiata, se produce a mediados del siglo XII, época en que se edifica el templo actual, en estilo románico, el más amplio de la cornisa cantábrica. Su seña de identidad es su claustro con 42 capiteles de variada temática y una completa evolución de la escultura románica. Junto a sus muros se observan los sarcófagos con motivos heráldicos de personajes relevantes del clero y la nobleza de la época. En el centro del crucero se erige el sepulcro de Santa Juliana, cuyas reliquias se guardan en la arqueta del retablo con los escudos de la Casa de la Vega.
Pero, ¿qué historia esconden esas reliquias, de la santa que dio nombre, no solo a la Colegiata, sino a Santillana del Mar? Pues, según cuenta la leyenda, la joven Juliana de Nicomedia fue martirizada en Asia Menor, actualmente Turquía, durante las persecuciones emprendidas por el emperador Diocleciano a finales del siglo tercero. Sus restos fueron traídos en el siglo IX por algunos monjes peregrinos. En época del rey Alfonso III, se construyó una ermita bajo la advocación de la santa, donde custodiar y venerar sus reliquias, y posteriormente un cenobio, que prosperó bajo la protección de la nobleza local. Fue el rey Fernando I de Castilla, en 1045, quien le dio el impulso definitivo con el otorgamiento de importantes privilegios, uno de los cuales consistió en poner bajo soberanía del abad del monasterio, tanto la villa como sus posesiones.
Esta bella joven, cuyo nombre era Illana, había nacido a finales del siglo III en Nicomedia, donde estaba la corte del emperador Diocleciano, en el seno de una familia distinguida perteneciente al Senado. Con un padre no sólo pagano, sino además perseguidor de los cristianos, y madre agnóstica, como no podía ser de otra manera, en el momento de su conversión al cristianismo Illana se hizo bautizar en secreto y renunció al matrimonio para entregarse totalmente a Cristo. El apuesto senador Eleusio quiso casarse con ella y su padre concertó el matrimonio, comprometiendo en ello su honorabilidad, pero Illana, o Juliana, como se la conoce en los ambientes cristianos, puso la condición de que no lo aceptaría hasta que llegara a ser juez y prefecto de la ciudad, pensando que de este modo retrasaría la boda. El joven lo logró, pero entonces ella le puso otra condición, que no lo aceptaría hasta que se hiciera cristiano. Ante esto, su padre dijo que prefería verla muerta antes que cristiana. Ante esta negativa por parte de la joven, fue encarcelada y sometida a tortura. Finalmente, con 18 años, fue decapitada el 16 de febrero del año 304.
Sus reliquias, una vez lograda la paz de Constantino, comenzaron un largo peregrinaje y después de muchas vicisitudes y de estar repartidas en varios lugares, llegaron a Cantabria, al lugar que hoy conocemos como Santillana (Santa Illana) del Mar, donde reposan en el centro de la Colegiata, en un sepulcro de piedra. Inicialmente lo que se construyó fue una pequeña y modesta ermita para albergar las reliquias de Sta. Juliana, lo que daría nombre al emplazamiento donde se encontraba. Sobre ella se levantó la actual colegiata, paso importante en el Camino de Santiago, en cuya fachada principal se encuentra una hornacina con la imagen de Sta. Juliana, venerada desde hace mucho tiempo, tanto por la Iglesia Católica como por la Iglesia Ortodoxa.
No hay peregrino del Camino del Norte, o Camino de Santiago por la costa, que no pase por Santillana del Mar y su Colegiata de Santa Juliana.
¡Hay que ver lo que tuvo que padecer esta cristiana...! Y el padre, para echarlo a los leones. Hoy desde luego no se escapa como reo de violencia de género.
Pero lo que realmente ha dejado perplejos a los expertos son los detalles ocultos en la Colegiata. Algunos afirman que las esculturas de los capiteles contienen mensajes cifrados, mientras que otros señalan la presencia de símbolos esotéricos en las puertas y ventanas. Estos pequeños detalles enigmáticos han desafiado todo intento de descifrar su significado.
Uno de los más llamativos es un sarcófago situado en un lugar privilegiado de la iglesia, junto a la sacristía, en el que aparece la siguiente inscripción: “Viví feliz con mi esposa y mi padre el rey. Convertido en cenizas espero que el tiempo pase en esta tumba. Te darás cuenta que la abundancia de riquezas ha desaparecido en mi, por no haber podido vencer a la muerte”. Esta sepultura fue atribuida durante mucho tiempo a una persona noble, de hecho, las investigaciones han determinado que se trata de un infante, aunque hoy el misterio perdura pues nadie ha sido capaz de descubrir quien fue el personaje que allí reposa.
Pero este no es único enigma que rodea este magnífico edificio, ya que tampoco se sabe quien fue su constructor. A lo largo de los años, se han propuesto diversas teorías acerca de quién fue el arquitecto responsable de dar vida a esta magnífica obra. Algunos expertos sugieren que el arquitecto francés Juan de Colonia pudo estar involucrado en su construcción debido a las similitudes con sus otras obras. Otros apuntan a la influencia del arte italiano y creen que un maestro veneciano pudo haber liderado el proyecto. Aunque no existe un consenso definitivo, existen ciertas pistas que podrían ayudar a desentrañar el misterio. Por ejemplo, se ha descubierto documentación que menciona a un arquitecto local de la época llamado Juan Pérez, quien habría trabajado en la construcción de la colegiata. También se han encontrado trazos de estilo mudéjar, lo que sugiere la participación de artesanos musulmanes en el proceso.
A pesar de los esfuerzos por revelar la identidad del constructor de la Colegiata de Santillana del Mar, este sigue siendo un misterio sin resolver. La combinación de distintas influencias y la falta de pruebas concretas dificultan establecer una respuesta definitiva. Sin embargo, el legado arquitectónico de esta obra maestra continúa maravillando a quienes la visitan y deja espacio para la especulación y la imaginación. No obstante, debido a la falta de documentación y registros precisos, es difícil determinar con certeza quién fue el responsable de esta obra maestra arquitectónica.
Habíamos pasado varias veces por el museo de la tortura, y con algunas dudas, decidimos entrar, no por morbo sino para constatar por nosotros mismos, y una vez más, la influencia y asentamiento en el imaginario colectivo que ha tenido y tiene ese fraude historiográfico que representa la leyenda negra que sobre los españoles lleva vertiendo durante siglos el mundo anglosajón y otros que lo hicieron antes (italianos, holandeses, franceses), por la época en que todavía éramos imperio, que perseverando y sin oposición alguna, ha logrado sostenerse en el tiempo y calar en la sociedad hasta la actualidad. Ya se sabe, una mentira repetida tropecientas veces al final se convierte en verdad. 
  
Siguiendo con la cuestión que nos ocupa, cuando me encuentro con el típico cebo y pábulo turístico, pura fábula, que viene a redundar una vez más en lo malos y sanguinarios que fueron nuestros antepasados ultra católicos (no como los protestantes que fueron hermanitas de la Caridad) y conquistadores del Nuevo Mundo, no sé si echarme a reír o llorar. Hay que ver lo que cala la mentira, sobre todo si se controla y domina el relato a través de los centros de enseñanza y medios de comunicación. 
Por eso dice María Elvira Roca Barea, que los mayores ignorantes de hoy, salen de las universidades. Salen más tontos que entraron, aunque eso sí, con su ideología marxista y sus derivaciones bajo el brazo y bien implantada en la mollera. Porque los primeros que compran estas patrañas antiespañolas son los mismos profesores que ejercen de activistas ideológicos y por supuesto políticos de izquierdas y sus paniaguados lameculos, que parecen regodearse y compartir el infundio, que por puro interés en nuestro desprestigio, nos endilgan los detractores de siempre. Somos únicos en el mundo en cuanto a arrojar piedras sobre nuestro propio tejado y hablar mal de nuestro propio país se refiere. Y si fuera cierto lo que vierten sobre nuestro pasado, aún tendría un pase, pero que se dé crédito a todas esas falsedades y calumnias sin la debida réplica o debate, eso me parece de lo más inaceptable. 
Y así llevamos durante siglos. Es como si a nuestros gobernantes de ayer y de hoy les importara un pedo de violinista ese sistemático vilipendio que se ejerce a propósito de nuestra excelsa y grande historia. ¡Nosotros sí que fuimos alianza y mezcla de culturas y razas durante al menos trescientos años, no como otros (ingleses, franceses, belgas, gringos, etc) que sí se dedicaron a exterminar a cuantos nativos les estorbaban para apoderarse de sus tierras! 
Pero de un tiempo a esta parte, parece que algo se mueve, aún de manera tímida, pero algo está cambiando pues están surgiendo autores e historiadores, nacionales y de otras latitudes, que están poniendo negro sobre blanco, y presentando eso que algunos llaman la batalla cultural, aunque yo prefiero denominarlo batalla de las ideas, algo que una supuesta derecha, siempre acomplejada, cobarde y pusilánime, nunca ha ejercido ni enfrentado, permitiendo que otros, se adueñaran de la educación, medios de comunicación y por ende, del monopolio y manejo del relato de los hechos acontecidos, porque si algo saben hacer, quizá lo único, estos enemigos de España y de su propia nación, de su propia casa y cultura, como si ello a largo plazo no tuviera un coste para sí mismos, es tergiversar, manipular, utilizar la mentira y eso que llaman la neolengua, para controlar y definir el pensamiento de la población con espurios intereses políticos. Así lo está propiciando esa ideología marxista y globalista que llaman la Agenda 2030 con sus sofismas climáticos y absurdas leyes de género, causante entre otros desbarajustes sociales, de la pérdida de los valores y principios, despego de nuestra cultura y tradición, inmigración descontrolada y desbordada, aumento de la inseguridad, y galopante ruina y declive económicos de la UE, que ante el proceso inexorable de la acción-reacción de una población depauperada que se siente amenazada porque ya está sufriendo sus primeras consecuencias, aboca a los europeos a tiempos de caos y agitaciones sociales de incierto desenlace.
En definitiva, si visitas Santillana del Mar, puedes obviar este museo de la mentira, que al menos es privado, porque muy pocos de los sádicos e inicuos aparatos y métodos de tortura que vas a ver, se pusieron en práctica NUNCA. No hace falta que te diga que San Gugle, también colabora en este fraude, arrojándote enlaces discrepantes del constructo histórico inventado, solo en el tercer o cuarto racimo de resultados, al que muy pocos llegan, quedándose la mayoría en el primer ramillete y solo con el título o primer párrafo del artículo, lo que confirma la impresión y leyenda negra que ya tienen sobre determinado lance o sucedido histórico, como es el caso, otra manera de manipular y adoctrinar el pensamiento del ingenuo que solo se queda en la cáscara, o todavía peor, se retroalimenta al satisfacer una vez más su sesgo de confirmación. 
Estos museos explotan el morbo de los visitantes exponiendo torturas que jamás usó el Santo Oficio.
Los museos de la Inquisición, más que erigirse en espacios para la divulgación histórica, se han convertido en una trampa para turistas ávidos de sensaciones fuertes. Por ejemplo, un museo sobre la Inquisición española en Brujas exhibe una silla inquisitorial llena de pinchos que jamás utilizó la Inquisición española. Ni es la única pieza falsa del museo, ni es el único museo en caer en esta mala praxis desinformativa. La gran proliferación de museos de la Inquisición ha generado mucha controversia por sus engaños sensacionalistas.

Y es que estos museos exhiben objetos anacrónicos o inventados, como la «doncella de hierro», el «desgarrador de senos» o la «cuna de Judas», algunos de ellos popularizados en el siglo XIX por coleccionistas y escritores románticos, pero nunca utilizados por la Inquisición española; y que se han perpetuado en exposiciones itinerantes que buscan más explotar el morbo que la verdad histórica. Estas exhibiciones hacen caja alimentando una narrativa de crueldad excepcional y perpetúan la Leyenda Negra española, presentando una imagen totalmente distorsionada del fenómeno inquisitorial.
El catálogo de una exposición itinerante de 1985, titulado Instrumentos de tortura desde la Edad Media a la época industrial, ha sido fuente de muchas de las falsas representaciones que vemos hoy en día. Este catálogo incluye objetos de colecciones privadas y sus descripciones a menudo son exageradas y sensacionalistas. El autor del catálogo, Robert Held, presenta una visión que demoniza a la Inquisición española de una manera un tanto grotesca.
Algunos de estos museos han adoptado artilugios como la «sierra española», supuestamente utilizada para torturar a homosexuales, o la «pera anal o vaginal», que en realidad nunca fueron empleados por el Tribunal del Santo Oficio. El epítome del disparate lo encontramos en un Museo de la Inquisición en Granada, que exhibe una guillotina de la Revolución francesa. Creo que no es necesario aclarar que la Inquisición española nunca llegó a usar la guillotina.
Para esa época, el Santo Oficio como institución pintaba ya muy poco y no era más que una sombra; es más, desaparecería poco después. Durante las guerras napoleónicas, narraciones terroríficas sobre la Inquisición española —aunque ya abolida por las Cortes de Cádiz— se hicieron comunes. En un relato de principios del siglo XIX, publicado como apéndice a una reedición del Libro de los Mártires de John Foxe, se describe cómo las tropas francesas de liberación entran en las cárceles inquisitoriales de Madrid y se encuentran con diabólicas máquinas de tortura que solo podían haber sido concebidas por mentes enfermas y depravadas.
Años más tarde, la novela Misterios de la Inquisición en España y otras sociedades secretas de España, publicado en Francia en 1845, escrito por Madame de Suberwick bajo el seudónimo de M. V. de Féréal se hizo muy popular. Esta obra se caracterizaba por presentar una visión altamente sensacionalista de la Inquisición española, incluyendo numerosas imágenes morbosas y descripciones detalladas de supuestas torturas y prácticas inquisitoriales. Por ejemplo, el libro incluye ilustraciones de autos de fe, duelos a puñales, interiores de prisiones inquisitoriales, orgías, castigos con fuego y suplicios con agua, todos presentados como si fueran eventos verdaderos.

En el contexto de la literatura gótica, el tema de la Inquisición española fue popular entre los autores y los lectores de la época. Estas obras ayudaron a consolidar muchas fantasías y leyendas sobre la Inquisición y sus métodos de tortura, influyendo en la percepción popular que ha llegado a nuestros días.
La Inquisición española, si bien fue una institución temida y con episodios oscuros, no fue ni de lejos tan sanguinaria como la historia popular ha querido retratar. Estudios de historiadores como Gustav Henningsen y Jaime Contreras cifran en 1.346 las víctimas mortales durante los años de mayor actividad (1540-1700). Por su parte, Henry Kamen estima unos 3.000 muertos a lo largo de los 350 años de existencia del Tribunal del Santo Oficio. En comparación, Alemania quemó a 25.000 brujas en un periodo similar, y en toda Europa se quemaron a unas 50.000.

La Inquisición española solo quemó a 59 personas por brujería, mostrando que su impacto, aunque significativo, fue mucho menor al que se le atribuye popularmente​​​​. No obstante, hay tres instrumentos de tortura que sí fueron utilizados por la Inquisición española: el potro, la garrucha y el tormento del agua. El potro consistía en una mesa en la que se estiraba al prisionero con cuerdas, provocando dislocaciones. La garrucha implicaba colgar al acusado con las manos atadas a la espalda y elevarlo para luego dejarlo caer. El tormento del agua era el peor de todos. Se llevaba a cabo introduciendo agua por la boca del prisionero mediante un paño. Esto generaba una sensación de asfixia muy desagradable​​. Estos —los tres tormentos arriba mencionados— son los verdaderos métodos de tortura que utilizó la Inquisición y no los exhibidos en los falsos Museos de la Inquisición.
Es crucial que los visitantes de estos museos sean conscientes de la manipulación y desinformación que se les presenta. La perpetuación de estos mitos no solo distorsiona la percepción histórica, sino que también explota fantasías amarillistas y contribuye a una visión injustamente negativa de la historia española. La responsabilidad de rectificar esta situación recae tanto en los responsables de estos museos como en los visitantes y su capacidad de amplificar la alerta, pues deben valerse de todos los medios para exigir una representación más precisa y menos panfletaria de nuestra historia​​.

Por eso, el que escribe estas líneas, siempre recomienda que, si alguien comete la imprudencia de dejarse caer por alguno de estos museos, es de justicia, al menos, dejar constancia en los libros de visitas de una irritada desaprobación; y siempre denunciar de todas las formas posibles la mentira de estas exhibiciones tan lucrativas.
 
¡Menudo circo! Yo me iba desculatando de la risa pero a mi parienta le entraban arcadas, y eso que sabía como yo que todo es una farsa, producto de la imaginación retorcida y sádica de algunos infames. Psicópatas los ha habido siempre, pero no fueron prácticas de la Inquisición pues no hay que ser muy perspicaz para colegir que esta no podía sacarse de la manga su propio modus operandi, disponer de sus exclusivos sistemas de tortura, al margen de los que empleara la justicia de aquella época. De hecho, siendo esta más severa y expeditiva en el castigo, los penados se declaraban así mismos herejes porque el fallo inquisitorial solía ser bastante más benévolo que el de la justicia ordinaria, consistiendo este a veces, en el solo arrepentimiento y rezo de tres avemarías y un padre nuestro. Y por demás, era una institución pequeña, nunca pudo llevar a cabo cuantos martirios y muertes se le atribuyen.

Si un museo formal y escrupuloso con la verdad quisiera hacer un retrato riguroso de los métodos de tortura empleados, caso de que hubieran existido, lo haría por épocas y quizás por países, por si hubieren algunas diferencias. Pero como todas estas exposiciones son precisamente eso, fábulas negrolegendarias, que exhiben falsedades para embrutecer, para el exacerbamiento truculento de las emociones, para soliviantar el imaginario colectivo, reforzando así la leyenda negra que se tiene sobre la España de la Inquisición, en vez de enseñar la historia real, o someterla a debate, de lo realmente acontecido, pues así nos va, creyendo a pies juntillas las embustes y patrañas que resentidos de todo pelaje y condición vuelcan sobre nuestros antepasados. Pero la reconquista, recuperación y defensa de nuestra magna e irrepetible historia ha comenzado a librarse. A ver si a partir de ahora, se persevera y no se ceja en el empeño. 
Otro estupendo artículo discrepante a la línea negrolegendaria sobre el asunto de los supuestos métodos de tortura. Lo sabroso del didáctico artículo reside hacia el final, en el revelador debate que se establece entre los comentaristas.
La batalla cultural contra la leyenda negra y en términos generales de la propia historia, es de más actualidad que nunca y resulta reconfortante constatar que cada vez más gente joven se haya percatado de la alevosa manipulación que ha sufrido en los centros de enseñanza por parte de sus preceptores e investiga por su cuenta lo acontecido realmente. Todo está en la red, tan solo se trata de someterlo a garbillo, en sumergirse y quitar toda esa malla de confusión, pringue y maniobra de despiste en que el mismo buscador incurre, por eso censuran, cancelan y castigan de modo sistemático al que disiente de la versión oficial o de lo políticamente correcto. Es muy útil pero debería ser más imparcial y no teledirigirse de forma tan descarada hacia el sesgo izquierdoso y progre. 
Este verano me he leído del magistral Marcelo Gullo, Madre Patria, que va por la 16ª edición, todo un bestseller, Lo que América le debe a España y Nada por lo que pedir perdón. A pesar del aparente adormecimiento de una sociedad ignara de conocimiento, que aborregada no se plantea nada ni pone en tela de juicio la versión oficial y el discurso hegemónico, parece notarse en los últimos tiempos, que hay un resurgir, una curiosidad, un ansia de conocimiento entre los jóvenes y por ello, tengo esperanza porque ¡no todo está perdido...todavía hay partido!
Y ya va siendo hora de finiquitar este apócrifo Quijote en que se está convirtiendo este viaje a Cantabria, que ya toca a su fin.
Si se visita Santillana del Mar, yo sugiero comenzar por la Cueva de Altamira, esto es, su réplica, que cierra todos los lunes y abre de martes a domingo de nueve y media de la mañana a seis de la tarde y seguir el paseo por el pueblo y algunos de sus diferentes museos, excepción hecha del de la Tortura que visto lo visto me parece una soberana tontuna. Ineludible en mi opinión como ya se ha visto, la visita a la Colegiata.
De camino a Comillas, destacaba en la distancia y a nuestra izquierda, este espectacular y prominente edificio que parecía una catedral. Nos desviamos del itinerario previsto y nos acercamos a husmear.
Se trata de la parroquia de San Pedro ad Víncula, una iglesia parroquial situada en Cóbreces, población cerquita de Comillas, construida entre los años 1891 y 1894 bajo la advocación de San Pedro ad Vincula. De estilo neogótico afrancesado, es obra del arquitecto Emilio de la Torriente y Aguirre.
La iglesia, que destaca en el horizonte por el color rojizo ocre de sus paredes, tiene su fachada principal flanqueada por dos torres rectangulares con chapiteles; es de planta de cruz latina y ábside semicircular. El interior se remata con bóvedas de crucería. La nave se ilumina a través de grandes huecos de arcos ojivales. Nos hubiera gustado entrar para ver su interior, pero en el momento de la visita, parecía cerrada a cal y canto.
La torre de la abadía, también monumental, pegada a la iglesia.
Y es que en Cantabria, en cualquier pueblo por pequeño que sea, te puedes encontrar con una iglesia o edificio religioso así de excelso con visos de catedral.
En fin, siempre digo, que yo los caminos los hago dos veces y que en ocasiones albergo dudas de a cual de las dos formas le saco más provecho, me imagino que las dos se compaginan y me hacen la experiencia más completa e intensa.
¡HASTA LA PRÓXIMA!

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