Después de dejar la cuerda de la Marcolla y Los Pelaos a nuestra derecha, continuamos avanzando por una senda de ascensión progresiva que nos conduce hasta Torcales del Lobo y La Sabinilla, donde se halla ubicada la cueva del Maqui. Hace mucho calor en la hondonada del barranco, y por ello, apenas le echamos un vistazo, ponemos senda de por medio hacia terreno más despejado y amplio, donde nos corra el aire.
Mirando hacia el Tranco de Juan Domingo
Por fin llegamos a los vastos y elevadísimos miradores del Tranco del Lobo. Un verdadero espectáculo visual donde se pierde la vista hacia el infinito. La altura causa vértigo. Es preciso no descuidarse y saber bien donde se colocan los pies. Hace calor y estamos bajo el solanero de las dos de la tarde, pero cuando se mueve la brisa, resulta hasta agradable dejarse acariciar por los rayos del sol.
Desde el Tranco del Lobo de arriba (1761m).
Bajo una de estas sombras, con bonitas vistas hacia el horizonte, decidimos comernos el bocata mientras descansamos un poquito, para reponer fuerzas antes de atacar la Cueva del Arco.
Todavía hay que subir un poquito hasta que damos con la estrecha senda que nos lleva a la cueva del Arco. Se trata de la famosa "repisa". Mientras avanzamos por ella es mejor no mirar hacia la izquierda. Los que sufran de excesivo vértigo a las alturas las pasarán canutas en este brevísimo tramo.
Más que nunca conviene a los paparazzi de la fotografía, asegurarse bien donde uno se arrima y apoya los pies para la foto.
Esta fotografía ya se ha convertido en un clásico de la ruta del Tranco del Lobo
Aunque esta, quizá no tanto...jajaja
Continuamos el track en fuerte descenso a través de una senda bastante difuminada que aparece y desaparece como el guadiana. Es la zona llamada Fuente de Umbría, donde hay que ir muy atento al gps para no descarriar en exceso el rumbo. He leído de algún que otro senderista con las rodillas tocadas o directamente hechas fosfatina, que esta bajada tan prolongada se le hizo algo pesada e indigesta. Doy fe de ello. Haciendo este recorrido a la inversa, esto es, en el sentido de las manecillas del reloj, también lo veo muy interesante, sobre todo si queremos tomarnos la subida hasta la cueva del Arco en plan exigencia física o entrenamiento. La bajada por Poyo Trivaldo o Tribardo, con el regalo de sus impagables vistas hacia el Calar de Juana, será nuestra merecido premio a tan exigente y larga ascensión.
Las paredes del Tranco del Lobo, vistas desde uno de los collados que atraviesa el track.
La entrada a la Cueva del Arco, acercada con el zoom y la morra de las Grajas (1715m), justo encima. También se puede deducir el batacazo, mortal de necesidad, que uno se infligiría caso de precipitarse cortado abajo desde la repisa.
La Chacona (1735m), que un día de estos hemos de visitar. Tiene muy buena pinta sobre todo vista desde nuestra privilegiada posición. Habrá que investigar qué hay encima, seguramente La Cabrilla, la sierra del Buitre y hasta es posible que divisemos también la sierra de Castril, jejeje.
Mi amigo Pedro, esperando paciente, mis evoluciones con la cámara.
Cuando conectamos de nuevo con el alto Guadalentín, paramos un poco a remojarnos los quesos y descansar. El agua fría ejerce un efecto reparador y relajante sobre los pies. Te los deja nuevos y listos para otra excursión pero va a ser que no.
Como se suele decir, hasta el rabo todo es toro y no hay que bajar nunca la guardia, por muy cercano que se halle el fin de ruta o nuestra meta. Aquí fue donde pegué el traspajazo que poco más y me descoyunta. La tierra tembló y hasta parece que se dejaron notar ciertos movimientos sísmicos provenientes de la litosfera. Las criaturas que observaron el barquinazo aún deben estar descuajaringándose de la risa. Siempre habrá un antes y un después en la sierra del Pozo tras de mi talegazo. Que por nadie pase. Como diría uno que yo me sé...¡paberse matao...!
Con esta bonita fotografía del Gollizno a nuestra izquierda y el Tranco al fondo, vamos llegando al final. Tras abandonar el Guadalentín que lo hemos llevado paralelo al camino que seguimos, dejamos también este y nos introducimos en el denso pinar de la loma del Caballo de Poyo Manguillo. La subida campo a través hasta la pista donde hemos dejado el coche en La Trinchera, se nos hace interminable y necia. El calor de las 17:45 horas de la tarde aprieta y estamos deseando ver azulear un cuerpo metálico apoyado en cuatro cubiertas de caucho. No solo porque tenemos la esperanza de que nos lleve de vuelta a casa sino porque dentro del maletero, introducidas a su vez en una nevera con hielo, nos aguardan unas Estrellas, que a buen seguro, nos repondrán, saciarán la sed y refrescarán el gaznate. En total, algo más de 19 kilómetros que con el calor reinante durante toda la ruta, se nos han hecho algo durillos, pero no demasiado.
Bonita y reconfortante jornada de senderismo la vivida junto a mi amigo Pedro por estos espléndidos parajes de la sierra del Pozo, que "tires pa donde tires", aunque sea repitiendo, nunca decepciona. Para darle finiquito a esta entrada, unos breves minutos de video grabado en el tramo de la senda de los pescadores, por si a alguien, que no conoce la zona, le pudiera resultar de algún interés.
¡HASTA LA PRÓXIMA AMIG@S!
Impresionante excursión e impresionantes fotografías. Respiran libertad. Saludos.
ResponderEliminarGracias amigo
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