18 octubre 2017

CABAÑAS I (Sierra del Pozo)

Es una pena que esté todo tan seco, que las lluvias se hagan esperar porque el monte sin humedad, es que ni por asomo luce igual. Hasta el pantano de la Bolera declarado tiene ya, el estado de alerta al encontrarse desde el uno de agosto al 20% de su capacidad. Un desastre de sequía, la verdad, que aumenta el riesgo de incendios, campos y cosechas convertidos en un erial, tristes y mustios paisajes, ¡ay señor mío cuanta calamidad! Esta ruta que discurre por la sierra del Pozo y que tiene su momento culminante en el pico Cabañas (2028m) fue un señor recorrido de 25 km que habría relumbrado mucho más, de haber estado empapada la tierra, y el pantano a tope de su capacidad, pero qué le vamos a hacer, si de momento, nos toca sufrir esta adversidad, haber desaparecido el otoño y que sea la estación del Veroño la que ocupe su lugar. En esta nueva entrada nos trasladamos a la sierra del Pozo para realizar un recorrido de nivel de exigencia medio que se tornó en alto por el calor asfixiante, sofocante, que padecimos la Viky y yo, antes de alcanzar cotas despejadas, donde nos soplara un poquito el aire, llegando ya, a la cumbre del Cabañas. A pesar de hallarnos a últimos de septiembre, ¡qué calorina nos hizo aquel día! Sobre todo, porque en la primera parte del recorrido, que transcurre por entre el arroyo Guazalamanco, este resulta tan agradable y refrescante, tantas cascadas y requiebros de las saltarinas aguas, se me pusieron a tiro de la cámara, propicios por demás al postureo, que no pude resistirme y cuando vine a echar cuentas, se me había ido el santo al cielo y eran más de las doce, así que, afrontamos la parte más dura, esto es, cubrir los mil metros de desnivel que existen entre los primeros tramos del arroyo y la cumbre, en lo más abrasador del día y sin un pelo de brisa que nos soplara en la oreja. Como se puede observar en la imágen inferior, el contorno de la ruta tiene forma casi cuadrada y después de haberla realizado y documentado más y mejor, nuevas alternativas ergo parajes se nos ofrecen de visitar, dentro de los márgenes de este cuadro y afuera, verbigracia, el calar de Juana y la cerrada del Pintor que dejaremos para una próxima ocasión.
Este fue el recorrido que insertamos en el gps y cuando llegamos al jardín botánico de El Hornico, estacionamos el coche. De salida, nos toca alpargatazo de algo más de cuatro kms por una pista de tierra y gravilla muy polvorienta cuyo topónimo he reconocido sobre el mapa de nombre camino del Molinillo.
Como se puede apreciar en esta imágen, el raquitismo del pantano, es más que evidente. Cuando alcancemos altura, no será su esbeltez ni empaque lo que resalte en el paisaje.
Nada más abandonar la albugínea pista, el paisaje se anima...
No se apreciará en la imágen, pero diminuta se atisba la caseta del Cabañas hacia donde hemos de dirigirnos
Estos animales están tan acostumbrados a la presencia humana que no muestran la menor sorpresa ante nuestra aparición en escena. De hecho, si alguien les llama la atención, no soy yo sino la Viky. Deben estar columbrando si el peludo ser que tienen enfrente es de su especie o de otra.
El curso y gorjeo danzarín del Guazalamanco ya nos va acompañando a nuestra derecha.
Todo un lujo habida cuenta la gran sequía que por doquier acecha.
 
El marco se presta pintiparado para el posado
Para el postureo más bien
Cuesta abandonar este idílico rincón de la sierra del Pozo; cuan exquisito y dulce murmullo acariciador el de estas cristalinas aguas...qué disfrute!!!
Y llega uno de los platos fuertes del día, la cascada dique de Guazalamanco. Y eso que solo caen dos o tres cortinillas de agua, pero aún así, el lugar necesita poco para autoensalzarse, emperifollarse...de hecho, tengo que restregarme los ojos de puro asombro aturdido porque veo a un tío de lo más apolíneo y bronceado, en pelota picada, encaramado en lo alto del torrente. ¡Si es que se me presenta cada personaje en los más inauditos lugares...! De la venus del Chícamo, que mis más fieles lectores recordarán, al adonis del Guazalamanco. El hombre veo que se apresura a cubrir sus vergüenzas y yo disimulo pese a la distancia que todavía nos separa. Pero compruebo que se muestra reticente a desaparecer de escena. Se resiste. El bello efebo hace poses, posturea, cloquea, con disimulo me observa, me pone de los nervios y ya no tengo más remedio que acercarme y gritarle intentando vencer el estruendo de las aguas que si se puede apartar unos segundos mientras tomo dos o tres fotos, pero que si quieres arroz catalina, o no me entiende o se hace el sueco y sigue a lo suyo.
En esta toma me he visto obligado a echar mano del photoshop y eliminarlo por lo digital.
Porque el joven como si oye llover. El tarzán del Guazalamanco le podríamos llamar. Es broma. Yo comprendo que es su dominio, su feudo, su reino, su paraje, y yo un intruso, pero solo pedía por el amor de dios, dos o tres fotos...ahhhhhhhh
El lugar es de ensueño
Que nadie albergue la menor duda sobre la empatía que suelo desplegar cuando de entenderme con todo bicho viviente que me encuentre por el monte se trata. Al final nos hicimos amigos. Es que no me entendía. Se llama Paco y es de Pozoalcón. Debe acudir con frecuencia a este lugar porque me he tropezado con él, dos veces más, en la carretera, cuando regresaba de otras excursiones que he hecho por la zona.
Después de parlamentar con este afable amigo durante unos minutos en los que me recomendó que todavía siguiera el curso del arroyo unos metros más arriba, nos despedimos y continuamos la marcha.
FINAL PRIMERA PARTE

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