Me levanté aquella mañana, con más horas de sueño acumulado e ininterrumpido del que en mí es habitual, y sintiéndome por ello, descansado, y los depósitos de combustible con óptima carga de energía y fuerza, me dije, Viky, con el fresquito que hace y tú recién trasquilada, es que digas tú lo que digas, nos vamos a la Sagra, pero una incursión a su cima, visto y no visto, es decir, nada de echar todo el día mariposeando por su cima o sus faldas, que a mí el conocido paisaje desde arriba tan monocromo no me vuelve loco, bien lo sabes tú, todo sea por subir y bajar disfrutando de las sensaciones físicas ergo anímicas y también del paisaje, por supuesto, pero sin entretenernos mucho. Así que, qué me respondes, que estás de acuerdo, que lo que yo diga, pues nada, así me gusta, no conozco hembra con disposición más positiva que tú para emprender tareas, por más peregrinas e insensatas que estas sean, que no es el caso, por tanto, hacia las ocho de la mañana ya estábamos enfilando la proa del Dacia en dirección a la Puebla de Don Fadrique y desde esta histórica villa, hacia el paraje recreativo de las Santas al que llegamos, poquito antes de las nueve.
De camino a las Santas, al pie de la Sagra y mirando a su cumbre ya se puede inferir que subir a los 2383 metros en los que se halla su punto más elevado, requiere algún esfuerzo más que pongamos por caso, llegar a las antenas de la Peña Rubia ceheginera.
La ermita de las Santas y su área recreativa se ubica a 1.265 m, en la falda oriental de la Sagra, sobre el precioso valle que el río Barbata o Huéscar crea tras descender de los Collados y la cara Norte del gigante, dejando a ambos lados cinturones de sierras menores. Este área recreativa está cobijada entre la densa y añeja arboleda y dispone de las infraestructuras necesarias para pasar un buen día de campo. Constituye el punto de partida de numerosas rutas a distintos puntos de la sierra: por ejemplo la subida al pico de la Sagra o la ruta hacia el Puente de Hierro sobre el río Barbata.
Aquí tiene lugar uno de los momentos más emotivos e importantes de la romería entre Huéscar y La Puebla de Don Fadrique: la entrega de las Santas Patronas Alodía y Nunilón.
Aquí tiene lugar uno de los momentos más emotivos e importantes de la romería entre Huéscar y La Puebla de Don Fadrique: la entrega de las Santas Patronas Alodía y Nunilón.
Santa Alodia y Santa Nunilo (también conocidas como Alodía o Elodia y Nunilón o Nunilona) forman parte del martirologio medieval español durante la invasión musulmana de la península.
Vírgenes y mártires, de padre musulmán y madre cristiana, murieron decapitadas en Alquézar el jueves 21 de octubre del año 851 por un delito de apostasía tras negarse a confesar la fe mahometana ante un juez (ya que, según la ley existente, los hijos de matrimonios mixtos eran musulmanes desde el momento mismo de su nacimiento), en una época de general tolerancia religiosa.
Vírgenes y mártires, de padre musulmán y madre cristiana, murieron decapitadas en Alquézar el jueves 21 de octubre del año 851 por un delito de apostasía tras negarse a confesar la fe mahometana ante un juez (ya que, según la ley existente, los hijos de matrimonios mixtos eran musulmanes desde el momento mismo de su nacimiento), en una época de general tolerancia religiosa.
Las investigaciones existentes sobre los códices medievales que narran su historia parecen indicar que nacieron en el siglo IX en la localidad de Adahuesca, dentro de la provincia de Huesca. Contamos con una crónica latina escrita en 851 en el antiguo Condado de Aragón, la Passio beatissimarum birginum Nunilonis atque Alodie, que narra su juicio y martirio. Existen otras interpretaciones de los códices que afirman, con menor rigor histórico, que las Santas nacieron y murieron en otros lugares de Aragón, La Rioja o incluso Granada.
Sus reliquias descansaron en el monasterio de San Salvador de Leyre (Navarra) desde el año 860, aunque una pequeña parte de estas fueron llevadas a Adahuesca en 1672. Tras la desamortización de Mendizábal, las reliquias viajaron en su totalidad a Adahuesca, donde reposan casi en tu totalidad. Pequeños fragmentos se repartieron al Monasterio de Leyre, Huéscar y la Puebla de Don Fadrique (Granada).
Hijas de padre musulmán y madre cristiana, las gemelas Nunilo y Alodia fueron educadas en el cristianismo tras morir su padre siendo todavía muy niñas, aún estando obligadas a profesar la fe de Mahoma. Al fallecer su madre, un pariente que pretendía conseguir el patrimonio perteneciente a las niñas las denunció a las autoridades y fueron hechas prisioneras en los calabozos del castillo de Alquézar.
Jalaf ibn Rasid, máximo poder musulmán de la región, fue quien las juzgó, y viendo las intenciones del pariente y la indefensión de las niñas, resolvió ponerlas en libertad. Pero el familiar no se contentó y las denunció ante el gobernador de Huesca, quien las condenó a muerte. Fueron decapitadas el 21 ó 22 de octubre de 851.
Dice la leyenda que tras arrojar sus cuerpos en un lugar alejado de las murallas, las aves rapaces no los tocaron, sino que más bien fueron sus cuidadores. Y lo más sorprendente es que a lo largo de una noche, unos cristianos vieron destellos luminosos que salían del mismo lugar donde fueron arrojadas las santas.
(Fuente la Wikipedia)
(Fuente la Wikipedia)
La ermita de Las Santas
Después de haber hecho este pequeño recorrido por la bonita y triste historia que da lugar a la devoción de las Santas, digo que me gusta hacer de vez en cuando, esta clásica y acaso más popular ruta hacia la cima de la Sagra, porque es la más suave y en verano, viene muy bien al regreso, remojarse en las refrescantes aguas que fluyen por aquí
La subida hasta el refugio de la Sagra (1532m), por caminos y sendas, es muy progresiva y da tiempo acondicionar y calentar bien el cuerpo antes del ataque final a su cima por el collado de las víboras
Este es el refugio al que se puede llegar en vehículo
Punto emblemático omnipresente desde la Sagra, los castellones de los Mirabetes
Comenzamos a dejar por debajo, algunas elevaciones
La Guillimona, cuya cima supera los dos mil metros y donde ya estuvimos no hace demasiado tiempo, ataviados con aquellas mallas de camuflaje tan vistosas que hasta llamaron la atención de un hermoso ejemplar de buitre quebrantahuesos
El collado de las Víboras (1852m).
Punto emblemático en el Morro de las Zamarrillas (2010m), lugar que eligen muchos excursionistas durante la empinada subida para hacer un receso
El que sea muy probablemente el fosilizado fiambre vegetal más fotografiado de La Sagra
Panorámicas típicas tópicas desde la destacable altura de La Sagra
Cerquita ya de la cima este (2369m) y el Embudo
El Embudo
Hacia la cara sur
En la cima de La Sagra
Concentración de pedruscos, que buscan proteger del fuerte viento que suele soplar por aquí, a los vivaqueros que con harta frecuencia gustan de pasar la noche, en la cima de la Sagra
Desde su imponente cima dominamos todas las demás elevaciones, en muchos kilómetros en derredor.
Al fondo, el pico Empanadas
Al fondo, el pico Empanadas
Escribimos una letras en el libro de visitantes para dejar constancia de nuestro paso por aquí.
Qué duda cabe que Agapito Malasaña, el guardián de la montaña, algo ya desportillao por secuelas de pasadas contiendas, no quería perder la ocasión de dejar su indeleble huella en cumbre tan insigne como esta; a la vista queda que no me pude hacer el sueco y helo aquí todo emperifollado y bien refocilado en lo más alto del esbelto pilar geodésico, resistiendo gallardamente los embates persistentes e impertinentes del necio viento ensordecedor
La conquista de la Sagra, le pertenece por derecho propio
Es por ello que no oponemos resistencia al momentáneo empoderamiento que sobre tan ilustre cima pretende ejercer
Su semblante, lleno de gravedad austera que revela la fuerte personalidad de su carácter, trasciende de estas imágenes, y por ello nos aturde y subyuga. Al poco consigue enseñorearse de todo el paisaje, allende los cuatro puntos cardinales, eclipsando, anulando y desenfocando todo lo que osa perfilarse en su horizonte. ¡Maldito egocéntrico acaparador!
Por tiempo efímero, bien es cierto, porque este petimetre, que en realidad es un gurrumino que gasta menos que un ciego en novelas (y que me recuerda a un sujeto de cuyo nombre no quiero acordarme) en cuanto se pone tonto y pesado, con doble salto mortal con tirabuzón hacia atrás, lo ponemos de cabeza en la mochila y a freír espárragos. ¡Anda y que le zurzan...!
Este otro espécimen no le anda a la zaga en cuanto afán protagonista se refiere y reclama hasta la arcada su cuota de pantalla. ¡Le daremos satisfacción, qué remedio!
Ambas poses se las dedicamos a nuestro amigo "fitbuliano" Don Juan Bau, primo tercero del cantante, aquel que desde el face, inmortaliza sus conquistas montañeras con este desenfadado gesto de contradictorio dedo acusador
Esta se la dedico a todos mis presuntos visitantes, con Viky encantada, como suele ser habitual, de salir en la foto. No se puede poner más cara de indolencia y aburrimiento. Por cierto, subió sin apenas despeinarse y solo a última hora asomó un poquito la lengua.
De vuelta a Las Santas
Una delicia, refrescarse en tan atrayente chorro
Al remojarme los brazos, notando cierta ebullición del agua a su contacto, fue cuando hube de caer en la cuenta que me había quemado los hombros
Más delito de lesa imbecilidad tengo si hemos de reconocer y reconozco que llevaba un frasco de protección factor 50 en la mochila, pero por no pararme habida cuenta la bajada tan rápida y buena que estaba haciendo pues...la cagaste burt lancaster.
Acabé con los hombros calcinados y a día de hoy, despellejados. Ni a base de palos aprende el burro.
¡HASTA LA PRÓXIMA AMIGOS!
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