21 julio 2017

CERRADA DE LAS GRAJAS II

El lugar es monumental sobre todo en época de abundantes lluvias en que las aguas del arroyo de las Grajas bajan originando cataratas
Temía encontrarme la cerrada más seca que el cascabillo así que me pude dar con un canto en los dientes pues al menos bajaba la suficiente agua para remojarse y tomar estas fotos
 
La sierra de Segura atesora rincones naturales de belleza sublime
Sobre el arroyo de las Grajas
En este visual y espectacular vídeo de Jesús Cózar, podemos apreciar el aspecto monumental de la cerrada de las Grajas, con personas pululando por ella para mejor noción de la grandiosidad del lugar y cuando el arroyo bajaba mucho más caudaloso

El lugar donde supuestamente se hallaba escondida la botella de vino de José, uno de los ciclistas de Peal de Becerro, y que tras levantar dos o tres tejas buscándola, me pasó por la cabeza que si perseveraba podría encontrarme con una desagradable sorpresa; tal vez la picadura de una víbora o de un escorpión, pues no se me ocurría mejor escondrijo para protegerse del calor, buscando alivio, que ocultarse bajo una teja. Quien evita la ocasión evita el peligro así que, a las primeras de cambio me di por vencido y Viky y el menda continuamos la marcha.
También comprobé que mi track llegado un punto, se desviaba de las cuevas del tío Ratón, así que estas quedaron para mejor ocasión
Impresionantes tomas de las Banderillas
Los famosos cintos de las Banderillas con esa silueta que bien parece la boca, cabeza y hocico de un tiburón blanco
Por esas cornisas es factible una ruta que denominan los Cintos de las Banderillas. En septiembre intentaremos hacerla. Si has llegado hasta aquí, amable visitante, no puedes perderte estos vídeos realizados por un virtuoso de la cámara como es Jesús Cózar, que hasta realiza tomas de sus rutas montañeras con drone. Todo un hallazgo para disfrutarlo a rabiar. ¡Tómate un tiempo y deléitate con estos enlaces de Youtube!

Este otro con niebla es impresionante. 
La banda sonora, espectacular, muy acorde a lo monumental y épico de las imágenes.

Tomamos respiro a tanta grandiosidad y seguimos la marcha capturando la piedra del Mulón y sierra de las Villas al fondo (cuerda del Blanquillo).
Para llegar a la que otrora fuera la casa forestal del Quejigal
Por aquí íbamos ya un tanto cansados y sobre todo algo asfixiados por el calor, ya que no corría un pelo de aire. Al principio pensé que tal vez a la derecha de este descomunal árbol caído se podrían encontrar las cuevas del tío Ratón, pero vi en el gps que ya nos estábamos alejando y quedaban muy por debajo de nosotros, por tanto, decidí continuar la marcha sin demorarme ya en buscarlas.
La bella senda mancillada, ultrajada con la inmundicia del hombre. Algo inaceptable en entorno tan bello, limpio, natural, tan silvestre como este
Otra toma más de esta fastuosa e inconfundible montaña
¡Cuidado aquí si haces esta ruta! Alsamuz también lo avisa. Para conectar con la pista, tienes que bajar por aquí y es más complicado de lo que a primera vista puede sugerir la imagen.
Soberbia esa cabeza de tiburón
Me extrañaría mucho que no la hayan escalado
¡Aquí está!
Desde la explanada de la Fresnedilla, la cuerda de las Banderillas
Las Banderillas a vista de drone.

Casa de Máximo Fernández Cruz, el cojo de la Fresnedilla y Recó del Aguasmulas
Después de una empinada, asfixiante e interminable senda que llaman "la cuesta", dejamos atrás el valle del Aguasmulas y llegamos a las ruinas de la Tiná de las Hoyas, yo con una pájara de campeonato, pero sabía que lo peor y más duro ya había pasado.
Hoya de la Albardía, a esas alturas con mis pies torturados por las ampollas que me habían producido esas nefastas zapatillas
Campos de Hernán Perea
De vuelta, por fin, al refugio del Campo del Espino


Epílogo
Por unas y otras razones, lleva mi particular boletín de episodios senderistas, tres meses tocando la flauta, "más abandonao y olvidao que una mala amistad", de modo que el tiempo de la indolencia y el haraganear se va a acabar, entre otras razones porque tengo en el cajón de mis memorias, tres o cuatro aventurillas pendientes de publicar. Durante todo este tiempo, el teclado ha ido acumulando una pátina de herrumbre tal, que a ver quien es el guapo que ahora pone de nuevo las teclas a funcionar, pero en fin, como se suele decir, todo es ponerse e ir sacudiendo ya, el polvo de la inercia, poniendo punto y final, a la entrada de las Grajas, que desde el mes de julio, parece que se halla, postergada en el cofre del olvido. Mientras voy calentando los resortes de la escritura, recuerdo aquello que una vez me comentaba Amando al respecto de mi pregunta, sobre la razón de que hubiera sorprendido alimentándose juntos, a un grupo de cabras y jabalíes. El mundo animal nunca deja de sorprenderme y mi amigo tampoco, que día a día me demuestra que es toda una autoridad en materia naturalista. Lo hacen por mera cuestión de supervivencia, de intercambio de aptitudes, colaboración recíproca para la preservación del pellejo frente al único depredador del que deben protegerse, que es el hombre. El jabalí se ampara en la mayor agudeza visual de la cabra y esta en la mayor capacidad olfativa del puerco salvaje. Uniendo sus fuerzas, aumentan con ello su probabilidad de llegar a viejos. También me advirtió del peligro de encontrarme veneno (estrictina) en el monte, que pudiera ingenir la Viky. Lo diseminan algunos pastores y lugareños para suprimir lo que ellos consideran alimañas que puedan atentar contra sus intereses. Este metodo de exterminio, reminiscencias de viejas prácticas, antaño muy extendidas, son consideradas actualmente delito ecológico. No es la primera vez que un senderista se queda sin su mascota al haber esta ingerido carne envenenada, amén de aves rapaces y otros animales que caen víctimas de la letal sustancia. Mucho cuidado por tanto cuando se atisba sobre el horizonte a un pastor con su ganado al que no le acompaña el perro. Lo ha dejado en casa por razones que todo el mundo puede colegir. Mi mayor respeto y consideración a la memoria de Máximo Fernández Cruz, el cojo de la Fresnedilla. Cortijo donde habitó que ha quedado ilustrado en la descripción de esta entrada. A partir de ahora, miraré con otros ojos a esa derruida construcción. Como si de un santuario, lugar de culto, símbolo de la resistencia pacífica se tratara. El Gandhi del Aguasmulas y la Fresnedilla. He aquí un pequeño retazo de su historia.
La Fresnedilla es un símbolo de la resistencia serrana a las inercias del tiempo y a los caprichos de los señores de la Administración. Uno de sus últimos dueños, Máximo Fernández Cruz, relata con orgullo que el cortijo del Recó y la Fresnedilla la mercó mi bisabuelo en 1780 con sus más de 250.000 pinos y 80 nogueras. Añade indignado también que, a mediados de los años 70, un ingeniero me ofreció en la Torre del Vinagre 210.000 pesetas por todo, pero yo digo
que no vendo y que me tendrán que sacar de aquí con los pies para adelante. Máximo es uno de los pocos serranos que soportó la presión administrativa que obligó a
muchos de sus conocidos a malvender sus tierras para ser realojados en Coto Ríos.(recopilado del libro de Sebastián Robles Zaragoza: Cazorla, la Sierra. Una mirada).

Otra anécdota que refleja el infame cerco de los gestores hacia los habitantes autóctonos de la Sierra es que, negándole el derecho a sus propiedades, le encerraron en una de las casas de la propia finca a más de 250 ovejas con orden expresa de que no salieran a pastar. Unos días después, su misma hermana dio careo a las bestias pero ya habían muerto más de cuarenta. El cojo de la Fresnedilla, fue el último mohicano de su tiempo. Fue tal su osadía y empecinamiento frente a la caciquil administración que en 1982 hasta ingresó en la cárcel por unos días, víctima de la feroz, solitaria y desigual batalla que opuso contra el estado avasallador que pretendió usurparle las tierras que con tanto denuedo habían trabajado sus antepasados.
   Muy en otro orden de cosas, decir que no olvido las zapatillas de "marca" que para hacer esta ruta estrené aquel día y que tan penosos estragos causaron en mis pies. Fueron estas y desde luego, mi decepción no pudo ser mayor.
Son las The North Face Hedgehog Fastpack GTX y las tienes en internet por encima de los noventa eurapios. Yo desde luego no las recomiendo aunque comprendo que cada cual puede contar la feria según le va. Todo un desacierto la plantilla rugosa, áspera de que va provista "que te quema las plantas de los pies" y visto lo visto, deduzco que un control de calidad en el país que las fabrica, (Vietnam) manifiestamente mejorable. La membrana funciona bien. Las costuras parecen sólidas, estéticamente irreprochable pero la suela adolece de excesiva blandura, mayor agarre si se quiere pero prematuro desgaste. No duran cuatro asaltos por terreno agreste de las sierras de Cazorla o Castril. En mi caso, a la zapatilla izquierda le falta una mayor densidad ergo inyección de cáucho en la suela. Que no ocurre en el par derecho. Voy notando todas las irregularidades, todas las aristas rocosas sobre la planta de tal modo que después de apenas tres horas de caminata acabo con ese pie quebrantado, desarticulado. De ahí que pueda concluir que estamos ante un flagrante defecto de fabricación y por tanto, mejorable control de calidad. La frustración es directamente proporcional al precio contante y sonante que hayas pagado por ellas. Mitigué en parte el problema adquiriendo unas buenas plantillas que mejoraron notablemente la experiencia al menos hasta poder amortizarlas, pero no tanto como para disfrutarlas, y así fue como, desalentado, previo nuevo desembolso, probé con estas que sí supusieron una acertadísima elección.
Estas ADIDAS, nada que ver con las anteriores desde el minuto uno, me costaron en Amazon 61€ aunque ahora están más caras, y las aconsejo sin género de dudas. Probadas durante la subida y bajada al Mulhacén, en la agreste y escarpada cordillera de los Agrios, probada su membrana en la senda de los Pescadores, estas zapatillas son buenas, bonitas, ya no diré que baratas pero en todo caso, hechas para durar y comportarse magníficamente bien en todo tipo de terrenos. Apenas pesan y se agarran al terreno como auténticas lapas. Ahora sí que he convertido la experiencia del caminar en lo que debiera ser siempre, un completo disfrute. En fin, de momento en esta entrada no doy más la vara. Una vez cogido el brío necesario, desentumecido el teclado, limpiado de partículas de polvo y suciedad el objetivo de la cámara, sacudiéndome la parálisis mental y física que la época del estío siempre produce e induce en mi ser, ya no hay quien me pare. Y por eso, desde la cerrada de las Grajas, nos iremos con mi amigo Pedro, al techo de la península en el pico Mulhacén.

¡HASTA LA PRÓXIMA AMIGOS!

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