13 abril 2017

AGUASMULAS Y CASTELLÓN DE LOS TOROS I

L@s que de vez en cuando tengan a bien asomarse por aquí se acordarán de una ruta que hice a finales de junio del año pasado por la sierra de Segura y que titulé "Con mi mochila nueva hacia las Banderillas...". Recordaréis que llevaba como guía un track del eximio Jose Antonio, el de Montañas del Sur y que, haciéndome un calor de mil demonios aquel día, al llegar a la tiná de las Hoyas, antes de descender buscando el nacimiento del río Aguasmulas, me vi en la tesitura de recular, abortar la misión o caso de tercamente persistir, arriesgarme a fenecer en el intento. Durante el repliegue fue cuando decidí, coronar las Banderillas, imprudente decisión donde las haya, pero en fin, como todo acabó bien, pues bien hecho estuvo. En esta nueva aventura que ahora presento, completaremos aquel tramo del track que en su día nos vimos obligados a suspender, y a toro pasado, bien puedo decir, que hice lo correcto, yo aún diría más, lo cabal, lo acertado. Si decido seguir hoya abajo, y meterme en aquel averno, es que no quedan de mí ni las cordoneras de las botas y de la Viky, ¡ay! es que ni el rabo. Uff de buena que nos libramos, y eso que subir a las Banderillas tampoco fue moco de pavo, pero a donde va a parar, comparado con lo que hicimos, un día antes del domingo de Ramos.
Para esta nueva ocasión acudía con mejores bazas. No solo con  tiempo y temperatura más propicios sino también con la tranquilizadora, entrañable y siempre cualificada compañía de Carlos Alcázar. La idea era rematar aquel tramo que un año antes había dejado inconcluso y si nos daba tiempo, subir al Castellón de los Toros.
El punto de partida sería desde el bien acondicionado refugio forestal de El campo del Espino.
Cinco minutos más tarde que nosotros llegó al refugio una expedición senderista procedente de la Puebla de Don Fadrique. Ellos cubrirían la distancia Refugio-Coto Ríos, por entre pistas y sendas por lo que, tan solo en la Fresnedilla, a lo lejos coincidimos.

Pinos de gran porte nos saludan al paso
Las sensaciones nada más comenzar a caminar son muy reconfortantes, nos transmiten buenas vibraciones, presagio de las intensas emociones que vamos a experimentar.
Endorfinas de naturaleza ambiental que nos generan euforia y ese intenso disfrute del aquí y el ahora (carpe díem)
Llegando al punto exacto donde hacía casi un año, tomé la decisión de emprender la retirada, pero sin dejar de exclamar en mi fuero interno, ¡que volvería!
Las Banderillas al fondo
Carlos, meticuloso, observando, estudiando el horizonte, haciéndose una composición de lugar.
Indicándome a la altura en que está ubicado el nacimiento del río Aguasmulas
Por las faldas de esta agreste montaña hemos de evolucionar
El caminar por aquí no resulta cómodo, pero tampoco nos parece especialmente peligroso
Detalle del escarpado canchal por el que hay que bajar
Hemos de tomar alguna precaución durante la bajada para evitar caídas y esguinces.
Primeras vistas hacia el nacimiento del río Aguasmulas
No bajaba demasiada agua y mucho menos tenemos la suerte de disfrutar de la espectacularidad de los Merguizos, en años en que por la especial abundancia pluviométrica, hace que se formen dos hermosas cascadas que caen desde más arriba (material de internet)

Resulta chocante constatar que, de momento por aquí, ha llovido bastante menos que en nuestra región murciana, cuando suele ser común que ocurra lo contrario.
Pese a todo, disfrutamos de la montaraz espectacularidad del río Aguasmulas
Carlos y yo disfrutamos como sapos en un charco disparando sin cesar al bravío afluente
En cada escalón, en cada recodo del descenso, se nos presentan a cientos las instantáneas a capturar. En este lugar, uno pierde noción del tiempo y la realidad.
El fragor de las indómitas aguas nos envuelve e hipnotiza
Disfrutando del momento como dos críos
FINAL PRIMERA PARTE

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