Os voy a decir una cosa, hacer una excursión por la sierra de Castril, nunca decepciona y hacia el final de ruta, acabar derrengado está más que asegurado. La montaña es indómita, abrupta, y por ello de relieve incómodo, jodía de patear, así que, tus recursos físicos, tarde o temprano tendrás que gestionarlos al máximo de su capacidad. Sobre todo si el recorrido ronda o sobrepasa los 20 kilómetros, como es el caso y el transcurrir del tiempo y por tanto, las horas de luz disponibles, juegan en tu contra. En esta ocasión, el recorrido arranca del extremo sur de sierra Seca y hasta nos saldremos del término del parque natural sierra de Castril para trazar el círculo que nos conducirá de nuevo al punto de partida. Es por ello que disfrutaremos en determinados momentos de excelentes vistas panorámicas de toda la cuerda cimera de la sierra de Castril. El track que me sirvió de inestimable guía y norte de mis pasos se configuró, utilizando una parte de este recorrido de nuestro amigo Jose Antonio Pastor, alias montañasdelsur, otra del libro Sierra de Castril, guía del Excursionista, y la otra trazada a mano sobre el mapa y que finalmente decidí improvisar y recomponer sobre el terreno pues la senda que en principio venía dibujada en el mismo, me hacía dar un rodeo que de pronto y a pie de campo, no estaba dispuesto a asumir, dada la fatiga galopante que ya comenzaba a hacerse dueña de mis piernas, de modo que, observé que me salía al paso en dirección a la senda ya circunscrita durante la ida, un barranco de aparente avance factible, y allá que dirigí mis ya cansinos pasos. Son gajes del directo y la excitante experiencia montañera de salir buscando la aventura y de un modo u otro, improvisar y atinar con el mejor camino de vuelta.
Partiremos del cortijo de los Arenales, un chamizo triste y desangelado, remendado con trozos de uralita y latón que no merece ni una triste fotografía que lo ilustre, buscando atacar el cauce del barranco de Martín, tras haber sobrepasado por su izquierda, varios cortijos todavía activos. Con uno de sus moradores, estuvimos hablando un buen ratico a la vuelta, como luego dejaré constancia gráfica, al final de este nuevo capítulo de correrías senderistas con mi inseparable y leal amiga compañera, Viky, la perla de Burete. Pasaremos bajo las espectaculares, yo diría que impresionantes paredes del Tranco de la zorra, lugar que tiene como inquilinos preeminentes a los buitres leonados. Alcanzando cotas más altas a través del intimidatorio gollizno del Calar, llegaremos a dos hermosas, verdes y apacibles dolinas, donde antiguamente se cultivaba cereal, y ya en las cimas señeras, desde el puntal de la Zurdica, tendremos a nuestra disposición pupilar, una variada nómina de barrancos y picos del parque natural de Castril (que conocemos por haberlos pateado ya en otras ocasiones), y el horizonte nítido de las numerosas sierras que lo circunvalan en distintas direcciones y distancias. Por desgracia, también seremos testigos de la plaga de procesionaria que invade y subyuga la serranía castrilense. Un panorama en verdad sobrecogedor que me llevó a temer por la integridad física de Viky y también la mía pues de todo el mundo es conocido lo tóxicos que pueden llegar a ser los pelillos de estos bichos tan aparentemente inofensivos como ciertamente peligrosos.
Partiremos del cortijo de los Arenales, un chamizo triste y desangelado, remendado con trozos de uralita y latón que no merece ni una triste fotografía que lo ilustre, buscando atacar el cauce del barranco de Martín, tras haber sobrepasado por su izquierda, varios cortijos todavía activos. Con uno de sus moradores, estuvimos hablando un buen ratico a la vuelta, como luego dejaré constancia gráfica, al final de este nuevo capítulo de correrías senderistas con mi inseparable y leal amiga compañera, Viky, la perla de Burete. Pasaremos bajo las espectaculares, yo diría que impresionantes paredes del Tranco de la zorra, lugar que tiene como inquilinos preeminentes a los buitres leonados. Alcanzando cotas más altas a través del intimidatorio gollizno del Calar, llegaremos a dos hermosas, verdes y apacibles dolinas, donde antiguamente se cultivaba cereal, y ya en las cimas señeras, desde el puntal de la Zurdica, tendremos a nuestra disposición pupilar, una variada nómina de barrancos y picos del parque natural de Castril (que conocemos por haberlos pateado ya en otras ocasiones), y el horizonte nítido de las numerosas sierras que lo circunvalan en distintas direcciones y distancias. Por desgracia, también seremos testigos de la plaga de procesionaria que invade y subyuga la serranía castrilense. Un panorama en verdad sobrecogedor que me llevó a temer por la integridad física de Viky y también la mía pues de todo el mundo es conocido lo tóxicos que pueden llegar a ser los pelillos de estos bichos tan aparentemente inofensivos como ciertamente peligrosos.
Progresando por entre el arenoso y a veces encajonado lecho del barranco de Martín, tendremos que salvar algunos escalones de sencillo ascenso, sobre todo al principio.
Después de juguetear con el cauce del barranco, ahora me salgo, ahora me meto, llegamos a un collado y nos salimos para conectar con una nítida senda a nuestra derecha, cuyo horizonte enmarcado entre pinos, nos muestra la parte superior de los verticales tajos del tranco de la Zorra. Le echaríamos muchas fotos pues a medida que nos íbamos acercando, más aspecto de inexpugnable fortaleza presentaba.
Debe ser habitual la existencia de niebla en las cotas más bajas por estas latitudes. Me recordó a la penúltima incursión a la sierra de Castril que hice con mi amigo de Calasparra, Carlos Alcázar.
Acercándonos cada vez más al Tranco de la Zorra
Formidables vistas hacia la sierra de Castril
Viky ya parece que se mueve en este terreno como pez en el agua
Desde el Tranco de la Zorra se nos presentan espléndidas vistas en todas direcciones. Reconoceremos las cimas más emblemáticas de la sierra de Castril como la Empanadas y el Pico del Buitre, amén de otras como la sierra de Baza y Orce, Estancias o Filabres, que en lontananza, dibujan sus perfiles en forma más difusa
Llegamos a estos feos tornajos de latón, de aguas frescas y cristalinas, situados justo debajo del tranco, que llaman Tornajos de la Chispa, muy poco antes de acometer el impresionante gollizno del Calar de aparente e imposible modo de atacar
Una toma más de este impresionante castillo o fortaleza natural
Preciosas vistas a nuestro alrededor nos maravillan, fascinan, deslumbran a cada paso que damos
La senda de piedra que asciende por entre el gollizno está muy desdibujada, hay que estar muy atento para no perderla.
Reducir los metros de zoom sobre el track, se hace más que aconsejable en este lance
Embalse del Portillo
Pasito y mirada en derredor, zancada y fotografía al canto
No me canso...que diría aquel
Saliendo del gollizno, en este tramo sí, con senda de piedra bastante bien dibujada
FINAL PRIMERA PARTE
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