14 febrero 2020

SIERRA DEL ORO Y LA ATALAYA DE CIEZA I

Estupenda excursión la realizada por la sierra del Oro ( o del Lloro). Una actividad exigente y muy disfrutona. Nada que ver con los cerros ventarrejanos de donde veníamos. De suma utilidad para este recorrido, andar guiado con gps, ya que en caso contrario, se te puede entorpecer bastante el avance, entretenido en buscar la salida a las constantes ratoneras en que te verás metido. Especial atención, si se camina solo, a las frecuentes trepadas durante el prolongado cresteo hacia los pasos de Puntal de Pelona y Puntal de las Carrascas. Este tramo resulta espectacular, sobre todo si la diafanidad del día acompaña, pero con humedad, aumenta su peligrosidad ya que a veces hemos de ir ascendiendo en oblicuo a través de enormes planchas, lisas y muy inclinadas, que de forma instintiva nos irá induciendo a superarlas por la línea superior a estas, donde encontraremos menos oblicuidad, pero por contra, un temible cortado, que exigirá máxima atención a nuestra mano derecha, así que, cuidado. Siempre se podría eludir este peligro, descendiendo a media ladera, por debajo de la línea rocosa, para seguir avanzando por un terreno menos peligroso, pero vamos, actuando con la debida precaución, el riesgo real será mínimo.
En Wikiloc existen varias rutas que recorren la sierra del Oro pero yo me descargué ESTE TRACK que parte desde el santuario de la virgen del Oro, en las inmediaciones de Abarán. Pero una vez estudiado el mapa, observé que me podía ahorrar tener que dar todo ese rodeo hasta la citada villa, accediendo a la sierra desde su cara sur, por la pista de la Loma del Hierro, que me pillaba mucho más a güevo. Equivocada decisión como se demostró a la postre ya que la pista se encuentra en deplorable estado de conservación, entre otras razones porque las últimas lluvias habían provocado corrimientos de tierra y abierto enormes surcos sobre el camino, inasequibles a cualquier vehículo que no fuera todo terreno. El mío no lo es. Las pasé canutas al tener que ir sorteando cuantos obstáculos y socavones se me fueron presentando. Me decía, me doy la vuelta, en la próxima zanja, reculo y lo intento otro día por el sitio indicado, pero llegaba al obstáculo a salvar, y ¡hala!, el Dacia que se atrevía y tiraba palante y así, kilómetro a kilómetro, hasta que aterricé por fin en el punto que tenía marcado sobre el mapa, desde donde pensaba comenzar la ruta, que venía a concurrir con la del track que subía desde el santuario de la virgen del Oro. A la vuelta, me encontraría con una sorpresa, y no precisamente agradable.
Los paisajes, como a continuación veremos, son resultones, valen la pena, aunque la jornada del mes de enero en que hice la ruta, como ya me sucediera en días precedentes por los montes de Venta la Reja, adoleció de claridad. No puede decirse que me acompañara una atmósfera limpia, despejada, propicia para la fotografía. Durante gran parte de la mañana, una ligera neblina cubrió toda la campiña. Por la tarde, poco antes de llegar al vértice geodésico del Oro, se levantó un viento fortísimo que casi amenazó con levantarme en peso, que ya es decir. Una cosa bárbara que no recuerdo haber presenciado antes, al menos, desatándose en forma tan repentina y huracanada como fue el caso. Ante condiciones climatológicas tan adversas, no me quedaron ganas de entretenerme ni dos minutos en el cilindro de hormigón porque precisamente allí arriba, a la intemperie, sin ningún amparo, el viento soplaba más fuerte que nunca, de tal manera que procuré tomarle una foto de verificación al mojón y raudo, seguí el track, introduciéndome sin más dilación, en las entrañas del barranco Malojo. Al poco se hizo de noche. Miraba el reloj y aún no habían dado las tres de la tarde pero el referido Malojo se halla tan tupido de matorral y pinos, y tan metido en la umbría, que apenas penetraba algo de luz sobre aquel bosque cuasi inextricable. Yo diría que la sierra del Oro, a día de hoy, se halla muy poco transitada. No se encuentra dentro del circuito habitual senderista. Al menos esa es la impresión que recibí. De hecho, el mencionado barranco me pareció, no solo poco pateado sino hasta incluso hostil, habida cuenta lo enmarañado que se presenta, sobre todo el primer tramo. Una senda muy difusa, ya digo, poco concurrida, sin marcar, que se comportaba como el río Guadiana, apareciendo y desapareciendo cada dos por tres (¡ay si no fuera algunas veces por el garmin...!). El dificultoso descenso por este barranco se me antojó peligroso, tedioso y más largo que un día sin pan. Imprescindible pantalones largos para sortear espesura de tan recia y acerada hojarasca. Advertido quedas forastero, si mañana o pasado, cauteloso y prevenido senderista, buscas información, y por casualidad, das con este blog.
En resumidas cuentas, una excursión que puede resultar muy interesante pero que no la aconsejo a personas poco habituadas a ese tipo de monte escabroso que requiere de algunas trepadas para ir sorteando obstáculos, sobre todo en determinados tramos. Además, es una ruta larga que se puede indigestar. Y en verano, ni se te ocurra, por la cuenta que te trae. Agua, la que tú lleves.
Durante gran parte del recorrido disfrutaremos de unas privilegiadas vistas hacia Abarán y sus inmediaciones, así como de Blanca, que contemplaremos en lontananza y sobre todo, la cara norte de la sierra de Ricote, campos del ídem y Cagitán de Mula. Y, ¡ah!, al sudoeste y a nuestra izquierda, según vamos progresando, iremos teniendo a la vista un montículo alargado, con una forma de cresta de Spinosaurus muy particular denominado Puntal del Cuchillo, accidente orográfico, digno de admirar.
El punto más alejado desde el punto de inicio lo alcanzaremos en el Pico del Portazgo, en cuyas inmediaciones conecta una pista camino de la Fuente del Madroñal, que nosotros no cogeremos, ya que nos daremos la vuelta buscando el rulo vertical del vértice geodésico, cuya pista que conduce a él, antes habíamos obviado a nuestra derecha. Desde aquí, se obtienen unas impresionantes vistas hacia el carismático Almorchón, bonito, solitario y vertical cerro que durante las últimas excursiones precedentes a esta nos ha salido, como ya hemos visto, hasta en la sopa, y que lo seguirá haciendo, dicho sea de paso. Y también, desde los 928 metros en que se halla enclavado el tubo de hormigón, observaremos extasiados los campos de El Madroñal y las extensas explotaciones frutales de Cieza, villa que nos quedará semioculta por su inseparable prominencia que le antecede, la emblemática, Atalaya, lugar que también visitamos y al que dedicaremos la segunda parte de esta entrada. Ya hemos dicho, que era tan fuerte el viento reinante en el momento de comparecer en el vértice geodésico, que preferimos poner pies en polvorosa y salir de allí a pijo sacao.  
Este es un blog vivo y en constante transformación que sufre los flujos y reflujos de su autor, así que, he cambiado de opinión y de momento voy a dejar el tema que llevábamos entre manos, ya que estoy ahora con otras lecturas, y me siento estos días muy alejado del estado de melancolía que se precisa para seguir abordando la cuestión que de forma tan brillante y excelsa, este sí, plantea Aurelio Arteta en su libro. De pronto he sentido un inmenso hastío y me he dicho, pero qué pijos, qué necesidad tengo yo se seguir metido en este berenjenal, ¡anda y que se la casque...!, si de nuevo siento la necesidad de reflexionar acerca de tan mustios asuntos, ya tendremos tiempo de retomarlos más adelante. Así pues, hacemos un receso sobre el deceso y seguimos con la descripción de nuestros paisajes, sin más, por la que hasta ahora había sido para mí, una desconocida sierra que llaman del Oro, o del Lloro, topónimo con el que al parecer se la conocía antaño, como también he visto reflejado en un documento antiguo, contenido en el enlace.
Abarán y el parque eólico de la sierra de Ascoy
Sierras de la Carraila y de Solán. 
Más al fondo, Sierra de la Pila.
Siempre procuré andar lo más pegado posible al cortado, para no perder detalle del paisaje que me circundaba. 
Los Morrones, cerro del Morrón y al fondo la Sierra de Ascoy
Buscando el Puntal de Pelona
Fotos de Internet, para hacernos una idea de la orografía de algunos tramos al paso de otros senderistas
Seguimos nuestra marcha ascendente, girándonos de vez en cuando para comprobar lo que vamos dejando a la espalda
Desde nuestra atalaya lo dominamos casi todo
Bonito y puntiagudo roquedo a poniente. 
Treparemos por el hueco cuasi vertical que se aprecia a la derecha de la imagen.
Resulta menos peligroso de lo que parece. En la Atalaya me enfrenté a pasos realmente aéreos. 
¡Ay qué yuyu...!
Alto de la Rana
Puntal del Cuchillo
Loma del Moro, Puntal del Ripión, Solana del Relojero
Alto de la Rana y Puntal del Ripión
La cresta de este Spinosaurus orográfico
Cabezo del Gil
Collado del Portazgo. 
Hemos conectado con una pista que utilizamos menos de un kilómetro para saltar al Portazgo. Se trata de la PR-MU 12 que viene del despoblado islámico Medina Siyâsa, sito en las inmediaciones de la Atalaya de Cieza, bajo las ruinas del castillo árabe.
Campos de Ricote
Cuando alcancemos el pico del Portazgo, tendremos que volver sobre nuestros pasos a través de aquella pista para buscar el vértice geodésico de la Sierra del Oro.
Mientras tanto, se nos van ofreciendo buenas panorámicas que capturamos con nuestra cámara
En este enorme mojón (cairn), que se encuentra en el pico del Portazgo, nos detuvimos a reponer fuerzas y descansar.
Desde aquí se obtienen unas vistas excelentes hacia el Almorchón
Almorchón y Sierra de la Palera
Embalse de Alfonso XIII, entre La Palera y Almorchón. Detrás, sierras de El Molino y de la Albarda. Y mucho más al fondo, la sierra de El Buitre, El Nevazo y sierra de El Gavilán. Todos estos montes ya los registramos en su día y deben estar por ahí detrás, en este mismo blog. 
Pantera Men es otro superhéroe de Marvel, primo hermano de Hulk. Lo tengo en nómina desde hace algún tiempo pero al ser tan negro y poco expresivo, no me convence mucho como sale en las fotos. Lo mismo le pasa a Batman, que si no le da el sol en óptimo ángulo, el resultado es más bien birrioso y soso. En fin, hoy le vamos a dar una oportunidad pero, madre mía si se enterara Hulk de que le he puesto los cuernos con este...¡para qué quieres más, es que me trituraba con sus manazas, me convertía en fosfatina, puro jabón lagarto...! 
A la sierra del Oro nos trajimos unos discos, para variar.
Como de la música en español suelen durar poco los enlaces, voy a poner los temas que más me gustan de Collage, y a ver lo que aguantan.





Del disco de Debelah Morgan voy a pinchar dos temas, uno en plan baladita guapa, de las que a mí me gustan y otro de ritmo más movidito. Ahí van...


Kenny G no necesita presentación porque es un instrumentista de saxo soprano, de gran talento que entre los años noventa y principios de los dos mil, obtuvo un inusitado éxito que hasta le valió un Grammy. Voy a enlazar uno de los temas largos, en directo que contiene este disco, que me trae muy buenos recuerdos. A mitad del tema hace unos alardes respiratorios dignos de admiración. Me encanta Kenny y en la interpretación en vivo de este estupendo tema, está colosal, sobrehumano.

Y de Kenny G pasamos a los Boney M, y estos sí que no necesitan prólogo de ningún tipo. Muy interesante la reseña de Wikipedia. Ponemos el primer tema del álbum, que encadena Nightflight to Venus con Rasputin, un temazo que por más años que pasen, nunca me cansaré de escuchar.
Y para terminar, lo hacemos con sendos temas de lo más representativo de esta cinta de grandes éxitos de los Fleetwood Mac, de cuya una de las vocales del grupo, Stevie Nicks, siempre anduve algo enamoriscao.

 
En cuanto me di la vuelta, buscando el vértice, punto más elevado del día, ya me daba cuenta que el cielo se estaba poniendo feo, y vamos, en cuestión de minutos me vi inmerso en un ventarrón, soplando en mi contra, que a duras penas me dejaba avanzar. ¡La virgen cana, lo nunca visto, y en cuestión de minutos, ya digo, un verdadero huracán...!
Le hice dos fotos al mojón y salí por patas a toda la velocidad que le pude imprimir a mis piernas, que no fue mucha porque nada más abordar el barranco, ya me daba cuenta que había que afrontarlo con calma y mucho tiento. 
En todo caso, ya encajonado en el barranco de El Malojo, el viento dejó de molestar. Después de más de una hora larga bajando, por fin, llegué a la pista que tenía pensado utilizar para atajar (la que se ve en el mapa). Ya desde ella le hice esta foto al Pico del Águila.
El final de la ruta se me atragantó un poco porque la bajada de El Malojo me dejó los cuádriceps hechos papilla y además, no estaba el coche tan cerca como yo me pensaba. Unas cuantas curvas parecieron encoger la distancia observada sobre la pantalla del gps pero a la postre, el ascenso a través de la pista, resultó ser más penoso y distante de lo esperado.
Cuando por fin, llegué al coche, derrengado, no me lo podía creer. Un pinchazo en toda regla que luego resultó ser un bocado en el lateral del neumático. Si es que ya me parecía a mí extraño que hubiera llegado hasta allí, indemne y sin consecuencias. Y ahora nos espera la vuelta...ahhhhhh, que transcurrió sin novedad y muy despacito para no volver a pinchar. Bien está lo que bien acaba.
FINAL DE LA PRIMERA PARTE

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