18 octubre 2017

CABAÑAS II (Sierra del Pozo)

Viky padece una hidrofobia muy acusada y aunque he probado con terapias de choque del tipo susto o muerte, ha sido peor el remedio que la enfermedad pues no he logrado otra cosa más que me rehúya en cuanto surge medio acuático que hayamos de salvar. Es muy valiente e inasequible al miedo ni desaliento cuando de esfuerzo y patear por entre precipicios y calares se trata pero en cuanto hemos de atravesar un charco, tiembla y se jiña patas abajo. De hecho, a la hora de bañarla, sufre como espasmos, convulsiona, temblequea como si en vez de quitarle las pegajas y enjabonarla, la sometiera a todo tipo de martirios en el potro de las torturas que no es otro que la pila. No, lo suyo no tiene remedio. Debe tratarse de miedo insuperable. Que por nadie pase. Me ha costado asumirlo pero no he tenido más remedio que rendirme a la evidencia. Ya relataré en otra bonita ruta que hice por la senda de los pescadores, el mal rato que me hizo pasar al bloquearse y obligarme a abortar la misión, con el consiguiente cabreo, que me hiciera despistarme y perder pie, surmergirme hasta la cabeza en una poza, resultando del lance, ahogados en el líquido elemento, cámara y el teléfono móvil. Un desastre. Estuve a punto de estrangularla. Aquí mismo tengo que agarrarla por el pescuezo y obligarla contra su voluntad al posado. Las rutas con agua deben parecerle un completo infierno así que, tengo decidido en lo sucesivo, evitarle el sufrimiento en cuanto prevea que se le puede mojar el rabo, aunque sea una chispa. En fin, nadie es perfecto, ni siquiera la Viky. 
¡Con lo bien que lo pasaríamos los dos, haciendo poses por entre estos bonitos charcos...!, pero debe pensar que ya hay bastante conmigo y por eso, me observa perpleja desde la distancia.
La verdad es que despierta toda mi ternura cuando me observa con esa cara de circunstancias
Bueno, de pronto reparo en la hora, ¡Cáspita!, pero si es cerca del mediodía, a este paso, se nos hace de noche. Podríamos haber seguido avanzando por entre el arroyo un poquito más pero es hora de ponernos serios y buscar decididos la cima de nuestro principal objetivo en el pico Cabañas. Basta ya de monear, y después de trepar por entre unas rocas, conecto de nuevo con el track y enfilamos por una pista algo difuminada todo cuesta arriba. Al poco, reparo que estamos metidos en una olla hirviendo, en la que no corre un pelo de aire. Comenzamos a subir por una empinada senda que describe zigzags entre los pinos. A veces tengo la impresión de sentirme un poco mareado. Debe ser el intenso calor y la falta de aire. Seguimos avanzando. Tras sentir agobio durante unos minutos, por fin salimos a una pista más ancha y la pendiente suaviza un pelín. Para al poco endurecerse todavía más que antes hasta desembocar en un claro donde me encuentro las ruinas del que fuera el cortijo Arredondo. Le doy una vuelta por si hallara por las inmediaciones una fuente con agua. La que llevo he comenzado a dosificarla porque he bebido mucha durante la subida. Pero solo encuentro una fuente cegada. Disparo unas fotos y continuo la marcha.
El paraje tuvo que ser muy bonito hace unas décadas, rebosante de vida, de acción.
El pantano de la Bolera, muy desmejorado por la falta de lluvias, que si no fuera por lo poquito que baja de los arroyos, a veces intermitentes de S. Pedro, Tornillos de Gualay, de Acebadillas, Arroyo Frío, Guazalamanco, de la Venta, del Vidrio que tributan sus aguas al río Guadalentín, es que ya hace tiempo se hallaría en las últimas.
Todo el amplio horizonte que se divisa desde el pico más alto de la sierra del Pozo
Los Agrios, preciosa ruta que también recorrimos hace algunas semanas y de la que desde este mismo soporte, daremos cumplida cuenta.
En la cima estuvimos charlando durante un buen rato con el vigilante. Hombre de amena conversación y de convergente ideario político con el que hice buenas migas. Arreglamos España y el asunto catalán en media hora. No sabe Rajoy la de avispados asesores que se pierde. Inmerso en la soledad de la sierra hay mucho tiempo para pensar y a menudo se encuentran soluciones a cuestiones difíciles de resolver. Viky agarrada de los pelos y forzada contra su voluntad a posar para la foto.
Un poco de postureo como en esta entrada viene siendo frecuente...
Vaya hombre, no faltaría más...no podía faltar.
Últimamente es que no se pierde una...tiene averiada una bota y me dice que le han salido tan malas como a mí las North Face, que por cierto, en esta ruta las llevaba y me confirmaron que son una castaña. Ya no se fabrican zapatos con la calidad de antaño. Hasta los "bambos" de la Tórtola o La Perdiz, eran más cómodos y duraban más.
¡Hale, ya está bien de chupar cámara, castigado en la mochila hasta los Agrios!
Me despido del operario del Infoca, y enfilo cuesta abajo, una senda muy agradable de patear. El paisaje, a pesar de la sequedad reinante es soberbio. La sensación de bochorno aprieta. Me he echado el último trago de agua, compartido con Viky, en el vértice geodésico y voy caminando con sed pero tranquilo porque cuando estudio una ruta, los puntos de abastecimiento de agua los tengo muy en cuenta para echar más o menos. Aunque no siempre acierto. Por ello, aunque camino un poco mareado por el calor, veo en el gps mediante un waypoint, que la fuente del Artesón la tengo, menos mal,  a tiro de piedra. Esperemos que no esté seca.
Supera todas mis expectativas pues no solo se trata de un chorro de agua fresca y buenísima sino tambien lugar donde puedo retozar y remojarme. Ha sido una sensación parecida al que atraviesa un desierto, lleva mucho tiempo sin beber, se encuentra exhausto, agonizante y de pronto, se tropieza con un oasis...
Mi encuentro con este pequeño paraíso me lo tomé con calma
La senda cuesta abajo parece que no acaba nunca pero resulta muy amena. Llega un momento en que describe un giro de noventa grados, y entonces vas viendo la alargada silueta del pantano a tu derecha durante casi todo el descenso, atravesando los collados del Aire, de peña del Enjambre, y el barranco de la Vidriera, y tantos zigzags va dibujando sobre la orografía que atraviesa que descubres el modo tan inteligente que tenían los antiguos para hacer más llevaderas y cómodas sus veredas. Recorro las últimas zetas del barranco y con alegría descubro recortado sobre el horizonte, el edificio del jardín botánico de El Hornico. Nos descolgamos la mochila. Estiramos un poquito. Nos cambiamos de alpargatas. Buena música, velocidad de crucero y enfilamos rumbo a casa.
                
Epílogo
Cinco años hacía que no volvía por el pico Cabañas. La primera y única vez hasta ahora, que ponía mis pies en esta mítica cumbre lo hacía con los amigos de la sierra del Pozo, hoy rebautizados como "Arribotiles" junto al célebre comando Totana, que lo componían Joaquín, María del Mar y el ínclito Asensio, muy conocido en la red y otros ambientes por la feria de postizos y abalorios que aún hoy, suele organizar en cada una de sus conquistas montañeras. En este enlace se halla la crónica de aquel día por si alguien desea conocerla o recordarla. Por entonces, no hacía ni un año que había descubierto yo esta afición de andar por el monte, y realizar aquella ruta que fue evolucionando entre trepada y trepada, me pareció de lo más épico y montañero. Se encuentra dividida en tres o cuatro partes. Echo de menos en blogger que por defecto, las diferentes partes que componen cada etiqueta, se puedan desplegar para hacer más fácil la navegación entre entradas antiguas. Creo que se puede hacer, aunque aún no he hallado la forma; no cejo en el empeño. De paso, me he dado cuenta que algunos enlaces externos al blog ya no se encuentran activos. Tendré que darme una vuelta para ir actualizando entradas antiguas y de paso eliminar colgados enlaces y modificar el color amarillo de la fuente que por entonces armonizaba con el color negro del fondo del texto de aquella inicial interfaz de Mi viky y Yo. Como decía, el pico Cabañas constituye la cima señera del sur del parque, y el vértice geodésico, o como algunos dicen, el tubo, resulta muy cómodo y propicio para sentarse sobre él y por largo y reposado tiempo, disfrutar de los amplios horizontes y panorámicas que comprenden sierras y valles como el del Guadalentín, aunque para ello hayamos primero que superar y conquistar el salvaje ambiente montano de algunos barrancos, en mi caso el de Guazalamanco, porque ascender al Cabañas desde la pista de Puerto Llano, desmerece en mi opinión, la toma de una cumbre tan bonita y prestigiosa como esta. Todo se disfruta y saborea mucho más si requiere de nuestro esfuerzo para conseguirlo. Y pongo ya el consabido hasta la próxima. Que discurrirá por la senda de los pescadores, en una sierra del Pozo que a medida que voy descubriendo sus secretos, sus más recónditos e íntimos rincones, cada vez me cautiva, me apasiona mucho más. De hecho, en el momento de dar cierre hasta entrada, ya he realizado nueva ruta de 26 kms por entre la sierra que nos ocupa, en esta ocasión, para conocer el calar de Juana. En fin, lo dicho...
¡HASTA LA PRÓXIMA AMIG@S!

No hay comentarios:

Publicar un comentario