01 marzo 2016

TRAVESÍA POR LA SIERRA DE LAS CABRAS (ALBACETE) V Y ÚLTIMA

Mirando hacia los cerros del Mosquito
La Atalaya, Las Cabras y Cagasero
En lo alto de uno de los picos de Los Cacarines
Rocas zoomórficas, o al menos me lo parecen a mí.
Un oso que está a punto de zamparse a un incauto senderista.
Se miran frente a frente y el oso le dice que invoque su última voluntad antes de ser zampado sin posibilidad de escape,
Este es el picacho más elevado de Los Cacarines. Se encuentra a 2016 metros y desde tan estratégica atalaya se pueden disfrutar de unas vistas realmente soberbias, en todas las direcciones. Estupendo lugar para hacer un descanso donde comerse el bocata si no fuera porque a nosotros nos hacía bastante viento y tuvimos que buscar una zona más resguardada.
A partir de aquí, salvo alguna leve subida rompepiernas, el recorrido comienza a descender, por lo que se progresa con rapidez
En este apacible lugar, abrigados del viento y con el solecico en lo alto, nos zampamos el bocata
Creo que la pista que se ve en el centro de la imágen es el camino rural de los Calarejos, que conduce entre otros lugares, a Nerpio.
Las antenas de Nerpio
Lugar en el que sorprendí a unas cabras pero antes de que me diera tiempo "desenfundar", perdiéronse monte abajo como una exhalación
Después de un tendido descenso de terreno algo suelto, aterrizamos en el camino de los Calarejos sobre las seis y pico de la tarde.
Mi propósito es cerrar el círculo en el cortijo del Mosquito de arriba, antes de que las sombras mosquiteras se ciernen sobre él, pues tengo intención de echarle unas últimas fotos, cromado como ahora debe estar, de las siempre bonitas luces del atardecer.
Pero el alpargatazo que tengo por delante, a través del bien conservado camino rural de los Calarejos hasta llegar al susodicho cortijo, me consume más tiempo del esperado, por lo que cuando llego hasta él, las sombras ya lo envuelven todo. 
En su defecto, aún me dio tiempo llegar hasta el otro cortijo y antes de que sufriera igual suerte que el de su homólogo de arriba, puse el trípode y me hice, desde la que podíamos denominar Pasarela del Mosquito de Abajo, estas fotos en plan modelo cincuentón, postinero fantasmón. 
Mientras mi Viky y yo regresábamos hacia el auto, dando por rematada la bonita jornada senderista que, sanos y salvos, una vez más, nuestra buena fortuna nos había deparado, sentí entonces, en la tierra fresca, en el cielo claro, en el aire limpio, en el alegre cantar de los pajarillos, en la luz serena del atardecer, en cada uno de estos detalles y aún otros, la inmensa alegría de estar vivo.
Aún no había terminado de introducir los diferentes apechusques montañeros en el maletero del coche cuando el Do I Do de Stevie Wonder me hizo caer en la cuenta de que me estaban llamando.
Era mi amigo JosePaco para preguntarme si me había inscrito ya en la Adenow 2016. Todavía no, le dije, tengo hasta el día 29 para pensármelo y si te digo la verdad, no estoy muy seguro de si me apetece pegarme el madrugón sin apenas haber dormido para luego intentar completar los 40 kilómetracos de la marcha, acabando maltrecho y dolorido. Porque la Adenow no es competitiva y todo lo que tu quieras, pero entre la orografía del recorrido y el ritmo que se lleva, es que acaba uno literalmente fundido. 
Me lo pienso amigo, y dentro de unos días algo te digo. 
Intentó persuadirme de que lo pasaríamos bien, aunque poco tuvo que insistir para que en mi fuero interno ya me sintiera convencido.
En los últimos tiempos, como bien se puede inferir de los testimonios gráficos que voy dejando en este cuaderno de bitácora, me dedico al mariposeo montañero más que a otra cosa que tenga que ver con exprimirse hasta perder el resuello.
Por eso me propuse hacerme un test de fuerza y resistencia montañera, antes de tomar una decisión, como prueba del algodón que nunca engaña.
Las sensaciones no fueron malas y al regreso y sin dudarlo, me inscribí en la XV edición travesía de resistencia en montaña Sierras del Noroeste. Este año se conmemoraba al parecer, su decimoquinto aniversario, y organizado como siempre, por la asociación ADENOW, se trataba de reeditar la primera de hace quince años que cubre la distancia entre Caravaca y El Calar de la Santa. Una locura, que con cuatro fotos y mi particular punto de vista, intentaré describir en lo que será mi próxima aventura senderista, eso sí, sin la Viky, que desde entonces, ni me habla ni cuentas quiere conmigo. Aquí dejo un anticipo.

¡HASTA LA PRÓXIMA AMIG@S! 

4 comentarios:

  1. Anónimo7/3/16 10:07

    A mi más que un oso, me recuerda a una mantis religiosa

    ResponderEliminar
  2. También podría ser, no digo que no, yo creo que todo depende de lo más o menos retorcida que tenga un@ la mente. Pero ahora que lo dices y yo lo pienso, tiene más sentido tu teoría, porque te refieres a ese simpático insecto, que después de benefiarse al macho, se lo zampa, no? Gracias por asomarte por aquí. Saludos

    ResponderEliminar
  3. Cada mente percibe los efectos visuales de manera distinta. Ignoro tus argumentos para hablar de mente retorcida pero a mi también me parece la silueta de una mantis religiosa, ese peculiar insecto que es una de las muchas maravillas que nos ofrece la naturaleza. A ver si la mente retorcida va a ser la tuya.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja, podría ser, bueno, estoy seguro de que lo es jaja!

      Eliminar