26 junio 2014

POR EL CAÑÓN DE ALMADENES III

Seguimos avanzando a través de una senda bien definida que hace virguerías con la orografía para separarse lo menos posible de estas bonitas vistas que nos ofrecen un serpenteante y fragoroso río Segura a su paso por este hermoso y profundo desfiladero de más de cuatro kilómetros de longitud, que ha ido tallando a lo largo de millones de años, aprovechando los accidentes tectónicos y plegamientos de la alineación montañosa de las Sierras del Molino y la Palera.
Después de bajar por una estrecha escalera de albañilería, llegamos a este trozo de "vía del tren" con traviesas, que hay que cruzar. Viky, sin vacilar ni un instante, lo hace por debajo de esta.
Debe recordarlo de una anterior ocasión.
Se trata de un paso sencillo, que solo entraña alguna complicación, si se padece excesivo vértigo a las alturas.
La senda comienza a descender vertiginosamente. Muy pronto nos deja casi al nivel del cauce fluvial desde el que obtengo estas bellas imágenes.
¡Estoy haciendo virguerías para "no salir en la foto" y tú, cabezón como siempre, hasta que no me has pillado distraída, no has cejado en el empeño!
¿A qué vienen esos reparos ahora...?
Porque no me gusta mi nuevo look.
Yo te veo muy bien. Pareces más joven y estilizada. Más elegante.
Sin hablar de lo fresquita que debes ir.
Lo que hiciste conmigo fue una perrería. 
Algo que no tiene nombre.
¿Cómo?
Que quites esa foto.
No quiero.
Eres un bellaco.
Fue un accidente. Yo no pretendía dejarte tan trasquilada.
Los chinos me la volvieron a zampar.
Máquina profesional rezaba la publicidad, se rompe el peine a las primeras de cambio y si me descuido te corto las dos orejas y el rabo.
Ya solo hubiera faltado eso.
Lo siento. No volverá a ocurrir.
Pareces el rey. 
Bueno, ¿aceptas mis disculpas o qué...?
¿Crees que no me llegaron al alma, las necias palabras de ese amiguito tuyo...sí, sí, no pongas esa cara, el dueño del perro ese tan feo al que llaman Ramón...?
A ver qué tábano te ha picado ahora...suelta todo lo que llevas dentro de una vez, que sospecho que como no lo hagas revientas...está claro que tienes que hacerme algunos reproches.
¿Verdad? 
Pues sí, le escuché entre carcajadas decirte que yo parecía una comadreja. Esas palabras zahirieron mi honor y autoestima.
¡Vaya tontería! ¡Ignoraba que fueras tan sensible y susceptible!
¡Manda güevos que seas tan pejiguera!
De todos modos, ya le gustaría a una comadreja parecerse a ti...
¿De verdad que no estoy tan fea como yo misma me veo...?
Pues no. Estás muy guapa y con este peinado pareces más joven.
En todo caso, que te vuelva a crecer otra vez tu frondosa cabellera albina, es cuestión de tiempo. No veo el motivo de hacer un drama del asunto. Y quiero decirte que a mí Ramón me parece un chucho muy atractivo. Y además joven, fuerte y muy montañero. Deberías seriamente contemplar incluirlo en tu catálogo de posibles candidatos a tu desflore. No estaría mal que comenzaras a verlo con otros ojos. Antes muerta que dejar que ese chiflado ponga una sola de sus zarpas sobre mí. 
Tanta virtud y pureza en una perra me emocionan...
Es tu problema. 
Y el tuyo. 
Pues vale, lo que tú digas.
¡Mira como está la presa de la Mulata...funcionando a pleno rendimiento...! 
Pues sí, como tu afán de buscarme un semental.
¡Venga, déjalo ya y disfruta de la ruta...!
¡Mamón tocapelotas...!
¿Como dices...?
Que sí, que me lo estoy pasando muy bien.
Ah, vale, había entendido otra cosa...
Grrrrrrrrrrrrrrrrrrr
Oye Viky, no es por nada, pero cada vez estás más maniática.
De aquí a poco no van a quedar en tu entorno, canes ni humanos que te soporten. Creo que debe ser la edad. 
Estás algo quejumbrosa y chocha.
¡Mira quien habla, el carcamal cincuentón este...!
Más vieja eres tú que me has echado delante.
¿Sí...a qué pijos te refieres, qué garambaina es esa?
Pues es muy sencillo, sabelotoda...si un año humano equivale a siete en un perro, multiplicando los 8 años que tienes por esos siete, el resultado arroja un total de 56 tacos, por lo tanto, está claro que ya eres más vieja que Cleopatra. 
Jajajaja, y tú más que Tutankamón. Pero estás algo desfasado...verás, esa regla de los siete años ya hace tiempo que quedó descatalogada. Ahora es más científica pues se tienen en cuenta el tamaño del perro, la raza, la alimentación, la calidad de vida, la higiene...en fin, que en mi caso, en vez de multiplicar por siete, hazlo por alguno menos que te dará una cifra sensiblemente inferior.
Así que, ¡chúpate esa...!
 ¡Serás bribona...!
¿Y tú como sabes tanto, donde aprendes estas cosas...?
¡Jajajaja, en Internet, como todo el mundo...!
Bueno, tampoco es que sea la cosa para tirar cohetes.
Total, solo te ahorras dos años y sigo teniendo razón cuando digo que me has echado delante.
Pa mí que ya vas cuesta abajo y sin frenos.
Pues lo mismo que tú en tus recién ingresados cincuenta años.
A partir de ahora estás más cerca del geriátrico que de la guardería.
¡Mira qué bonita está la presa de la Mulata...!
Jajaja, como se nota que este tema te infunde un pavor metafísico.
Pues sí, está bonita pero no entiendo el motivo de poner ese rejón para impedir el paso y hasta cámaras de vigilancia, supongo que como método disuasorio. Así lo único que pueden propiciar esos oportunistas de IBERDROLA es que alguien se mate o haga daño al intentar franquearlo. Facilitan y aseguran la zona, ponen carteles publicitarios para promocionar la empresa y te digo yo que si estoy en ENDESA hasta me puedo plantear cambiarme de compañía eléctrica. Pero con esta tarjeta de presentación...
Sí, el gestor de publicidad y marketing debe ser un lince. Han pinchado estrepitosamente con la selección española y desde luego, colocar esos barrotes, más que disuadir, alienta...porque no deja de representar un obstáculo, un aliciente más a la ruta...
Bueno, nosotros de momento, nos damos la vuelta por si acaso.  
El regreso se hace bastante penoso por el calor reinante. Hay que atravesar varios barrancos por los que no corre ni un pelo de aire, y sortearlos se hace fatigoso. Desde hace algunos minutos, ha dejado de funcionar la telepatía entre la Viky y yo.
La lengua fuera y su andar renqueante me indican que debe estar atizándole el tío del mazo. Han sido días de poco dormir y apenas comer, y su galopante debilidad se materializa por momentos.
Al contemplar su estoico comportamiento, sin un quejido, sin una mueca, ni el más mínimo lamento, me invaden unos irreprimibles impulsos de abrazarla. La cojo en volandas y sin mediar palabra, atravesamos dos barrancos bajo un bochorno asfixiante. Al sentir su escuchimizado cuerpo junto al mío, me pregunto admirado, como puede albergar tanto vigor una complexión tan canija.
¡Oh, tengo que aprender a codificar algunos de mis pensamientos, no sea que hieran su recién descubierta susceptibilidad!
Pero es inteligente la condenada.
¡Como sabe darle la vuelta a las cosas y devolverme el golpe!
Es la voz de mi conciencia. Mi álter ego, mi otro yo.
Hasta ahora permanecía reticente a la comunicación extrasensorial pero el episodio en la cerrada de la Magdalena y su leve pero intenso flirteo con la muerte, han debido despertarle la aspiración de mantener una comunicación con su dueño, mucho más enriquecedora y profunda. 
El advenimiento de un nuevo ciclo, está servido.
Los dos estamos en parecida tesitura de la vida.
Aprovechando que Viky está como ausente, en offside por así decir, y de este modo no encizañará mis comentarios, debo decir que sí, que ella tiene razón, que siento un pánico cerval a envejecer, porque hacerse viejo es una putada. Pero claro, mucho peor sería, quedarse a mitad del camino, antes de iniciar el lento o rápido proceso, quien sabe, del ocaso, la decadencia, el anochecer de los días.
Cincuenta años son de una realidad abrumadora; como un portón, un arco iniciático o una formal investidura hacia la definitiva y última etapa de decrepitud, de declive. La madurez no es la vejez, eso está claro, pero a nadie extraña a partir de ahora, comenzar a recibir filtraciones de aquella. Y cada vez más fuertes y palpables.
La vejez de la juventud, la juventud de la vejez...los cincuenta dan para todo menos para asentarse fácilmente en ellos. Pero dice Vargas Llosa que la mejor edad son los cincuenta. Esta es, superlativamente, la fase que puede llamarse de remate, la fase de acabado. Y hay que coger esta edad, desde este punto precisamente, pleno de existencia, atestado de millones de latidos, porque es posible empezar a entenderse y a entender mejor.
Si lo sabré yo que a esta edad, he aprendido a comunicarme con mi perro. Quien diría, lo que iba a dar de sí el cañón de Almadenes. Por eso dicen que los caminos del destino son inescrutables. Esperemos que nos queden a la Viky y a mí, muchos caminos por recorrer, a ser posible, juntos, durante muchos años, a pesar de que, como decía Fernando Savater, cuantos más años tenemos, menos nuestros nos parecen...
          
HASTA LA PRÓXIMA AMIG@S!

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