01 junio 2014

EMPANADAS, POR EL BARRANCO DE LA MAGDALENA Y TÚNEZ IV (SIERRA DE CASTRIL)

Teníamos que llegar a una atalaya desde la cual, poder columbrar, por donde podríamos afrontar la subida final al Empanadas.
Encontrarme en medio de este casi páramo, caminando por entre esta vasta altiplanicie, me hacía sentirme insignificante respecto de la inmensidad orográfica que nos rodeaba.
Despues de una larga, ventosa y silenciosa subida hacia la cumbre, recogidos en nuestros propios pensamientos, coronamos. Hace frío y sopla un viento cortante. Por las caras de mis amigos, comprendo que el esfuerzo comienza a hacer mella en nosotros. 
De pronto, el codiciado punto geodésico se convierte en un lugar hostil y tras de algunas fotos apresuradas, reemprendemos la marcha hacia latitudes menos adversas.
Lo que mis amigos no saben, es que al tramo de la ruta que más le temo es el que ahora debemos afrontar. Lo he estudiado en el mapa y a través de Google Earth, y en tan poca distancia como existe entre el punto en el que nos encontramos, esto es, a escasa distancia del punto geodésico, y la cabaña del maestrillo, se descienden de golpe muchos metros, por tanto, la bajada ha de ser cuasi vertical. Además, ya lo avisa Alsamuz, hay que extremar las precauciones en este tramo pues la bajada entraña bastante peligro de enriscamiento cuando no de despeñamiento hacia el abismo.
Comprendo que debo hilar fino y más que nunca, estar hábil con el gepeese. Lo pongo al 80% de zoom y procuro andar escrupulosamente por encima del track.
En efecto, la bajada produce vértigo pero paso a paso, despacico y buena letra, seguro estoy de que daré con el trayecto correcto.
Pero a mis compañeros, ver esa bajada les produce repelús.
Sus reticencias y reparos despiertan mi incertidumbre por el miedo a un percance de fatales consecuencias. 
Nada peor en la montaña que enfrentarse a una dificultad sin la suficiente convicción y presencia de ánimo.
Somos un equipo y no ha de haber espacio para el egoísmo.
Retrocedo, renunciando no sin cierta decepción, al tramo que desde ese momento, se transforma en un desafío al que, tarde o temprano, habré de volver a enfrentarme. 
El descenso hacia la cueva del Salitre lo conozco por haberlo realizado recientemente con Josepaco y los amigos de Santiago-Pontones. Una vez allí, solo se trata de localizar el sendero que el parque tiene establecido como ruta clásica hacia el Empanadas, buscando la cabaña del maestrillo donde tenemos pensado comer. 
Tras algunas dudas, damos con el camino correcto.
Este "arrodeo" nos hace añadirle a la ruta cuatro kilómetros más, atravesando algunos tramos bastante complicados, que nos evocan constantemente las oscilaciones de un equilibrista en la cuerda floja.
Dejando bastante atrás, la cima del Empanadas y Empanadillas
Espectacular imágen de esta emblemática cumbre
Ramón, extasiándose y recreándose con el paisaje
Cerro de la Carrasca
Acercándonos a la cabaña del maestrillo
Rebaño de cabras, paciendo mansamente, por entre estas verdes praderas...
FINAL DE LA CUARTA PARTE

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