Morra de la Yesera (475 m), que al parecer adoptó su nombre debido a un
afloramiento de yesos que se explotó como yesera en su ladera.
El cerro y Batería de Roldán, a 494 metros de altitud, que hemos hollado en
más de una ocasión con motivo de la Ruta de las Fortalezas.
Seguimos recreándonos en el paisaje a través de una bonita senda que sube y
baja hacia el sur, aproximándonos al collado desde el que abordaremos el
famoso sendero que irá transcurriendo por el asiento del muro de Peñas
Blancas.
Si caminamos atentos, seguiremos advirtiendo constantes vestigios de
antiguas construcciones relacionadas con el pasado minero de esta hermosa
comarca.
Llegamos a una bonita explanada donde encontramos un cruce de
sendas.
La que viene de nuestra izquierda procede de Perín.
Enfocando hacia la Bahía de Mazarrón, Cabezo de Masajarte (476 m), Morro el
Carreón y Torreón
En el bellísimo entorno del Collado del Labajo, se erigen los desafiantes
contrafuertes de Peñas Blancas. Nos encontramos debajo de la Morra de las Tetas, antecima de Peñas Blancas, cota a 595 metros y estas que se observan en primer plano deben ser los pezones
porque he visto que les llaman Teta del Norte y Teta del Sur. Desde luego
hay que echarle imaginación para ver algún parecido con esa parte de la
anatomía humana. Caprichos de los antiguos. En todo caso, el escenario
pétreo es sobrecogedor.
La vista, inmediatamente antes de abordar la senda de los mineros es
apoteósica, teniendo a nuestra merced el Valle del Cañar y La Loma de
Carrascas. Peñas Blancas, además de ser la montaña más alta de Cartagena, es
seguramente también la más bella. El valle del Cañar debe ser un perfecto
observatorio para comprobarlo, ofreciendo en toda su amplitud, la imagen
más espectacular del macizo, donde se levantan abruptamente y con especial
protagonismo los murallones de esta preciosa cara Norte. Lo tendremos en cuenta para hacer por estos pagos, nueva incursión en
cuanto se tercie.
En el extremo Noreste del Tajo de Peñas Blancas destaca una aislada aguja
rocosa de aspecto piramidal, separada de la gran muralla caliza por un
sombrío pasillo en forma de embudo, de hecho, los lugareños le llaman así,
El Embudo. Este pasadizo permite acceder fácilmente a la altiplanicie y
hasta que no te encuentras "encima" no adviertes la existencia y posibilidad
de este pasillo casi directo hacia la cumbre. Desde aquí, en cuestión de
media hora, incluso antes, creo que se podría llegar al vértice geodésico.
He aquí unas panorámicas del Muro del Norte, antes de abordar La
Senda de los Mineros.
Entres sus laderas surgen espectaculares rupturas del terreno, como la que
se abre por el norte con su peculiar murallón vertical que emerge de su
entorno y recibe el nombre de Tajo de Peñas Blancas.
Progresamos a media ladera paralelos a los inexpugnables farallones calizos
de Peñas Blancas que se yerguen amenazadores e impresionantes sobre
nosotros. Nos hallamos sin duda en la parte más espectacular del
recorrido.
Es el típico momento en que se te desencaja la mandíbula, como si te
hubieran introducido un cajón en la boca, porque durante este panorámico
trayecto caminaremos por la histórica y célebre senda de los mineros.
Trazado que por fuerza nos evoca a esos duros y curtidos hombres que desde
sus hogares o donde estuvieran albergados, se trasladaban andando hasta las
minas de la Calera, luchando contra los elementos, ya fuera la propia
orografía del terreno o bajo condiciones climatológicas
adversas.
Uno se los imagina cruzando a diario por este mismo sendero que yo estoy
recorriendo ahora, atravesando en un sentido y otro la cara norte de Peñas
Blancas, en fila india, a veces de noche, alumbrados con un simple candil,
mientras iban fumándose un cigarrillo liao. La mayoría trabajaba a destajo y
al dar de mano, con el cansancio acumulado de toda la jornada, regresaban a
sus hogares caminando de nuevo por la montaña. Eso era trabajar y pasar
calamidades y no lo de ahora, que por cualquier chuminada o contratiempo nos
quejamos.
Tenía pensado hacer una nueva incursión por esta zona para abordar la
cima de Peñas Blancas desde las minas de la Calera pero he cambiado de
opinión a raíz de ver un video que me ha hecho recapacitar. No creo que pudiera resistirme a la tentación de tantear unos cuantos
metros hacia dentro de las minas. Mejor no provocar al diablo, es decir,
ni acercarme siquiera hasta que pueda hacer la visita con seguridad
mediante guía acreditado al efecto. Me consuelo no obstante, con las experiencias virtuales que me brinda
Internet de la mano de otras personas que si las han visitado; ¡y de qué
manera!
-¿Dejáis algún tipo de rastro, como pulgarcito para no perderos? Yo había
pensado en comprar bolígrafos subrayadores de colores para dejarlos en el
suelo cuando haya un cruce de galerías, y luego recogerlos a la vuelta. Lo
de perderme dentro es algo que me da mucho miedo. Caerme en un pozo o por
las escaleras también. ¿En algún momento tenéis discusiones del tipo?: es
por esa galería!!. Que no, que hemos venido por aquí!!. No, estoy seguro
de que era por aquí!!. En una situación de esas puede haber bastante
tensión. ¿Se puede entrar solo en esa mina, o es demasiado peligroso? Creo
que para alguien solo y sin experiencia, es demasiado peligroso.
- En cuanto a lo que me preguntas, entrar a una mina o cueva es algo que
JAMAS debes hacer solo, y aun así asegurarte que alguien de fuera sabe
donde empezar a buscar si alguna emergencia surgiera. Una cosa es tantear
el terreno (que tampoco se debería) y otra adentrarse, porque nunca sabes
donde vas a acabar. Nosotros siempre dejamos guias (que luego recojemos
por supuesto) ya sean piedras u objetos llamativos (ademas siempre
quedarse con referencias visuales por si alguien se llevase esos objetos,
que puede pasar). Elegir el grupo es muy importante, la confianza es
clave, y como bien dices una de esas discusiones puede acabar bastante mal
con alguien perdido. Por eso yo al menos siempre voy con gente de
confianza para explorar y luego ya una vez conocido puedo llevar a algun
amigo con seguridad.
Ya comprobamos como los chicos descienden más de cien metros mina abajo,
entre un laberinto de galerías abiertas en uno y otro sentido, por lo que
cabe colegir que la posibilidad de perderse y no saber volver, resulta más
que harto probable. Así que, me consuelo como antes decía, con hacerme una
idea bastante aproximada de lo que son las minas intraboca de los túneles,
los cuales queda de manifiesto que se hallan conectados entre sí, por lo que
cabe afirmar que el monte de Peñas Blancas se halla atravesado de agujeros
como un queso Emmental. Al margen de todo lo dicho, los mineros, no solo
tenían que acudir a la mina o partir de ella, caminando, sino que para
llegar a su puesto de trabajo tenían que subir o bajar tropecientas
escaleras según les pillara en un nivel u otro del yacimiento. Aunque cabe
suponer, que en los profundos pozos verticales con salida al exterior,
aparte de para oxigenar y ventilar los túneles, también los utilizaban a
modo de ascensor, esto es, con un montacargas, el personal de la mina subía
o bajaba desde y hacia donde tenía el tajo.
La vertiente septentrional, representa la catedral de la escalada en
Cartagena, y es utilizada asiduamente por los escaladores, siendo
seguramente una de las actividades más importantes y practicadas de esta
sierra, aparte del senderismo y el Parapente. Arriba tienen instalados los
descuelgues para descender en rápel hasta el pie de las paredes. Tenía la
esperanza de fotografiar a alguno mientras evolucionaba a través de la
muralla, pero el día que hice esta excursión, se hallaba la pared, huérfana
de alpinistas. La estuve recorriendo con los prismáticos, pero no hubo
suerte.
Desde el video y las siguientes fotografías se puede apreciar muy bien el
aspecto que presenta la subida o bajada por el embudo. En una próxima
ocasión trataremos de abordarlo.
Las Peñas Blancas son un espejo de falla cuyo aspecto blanquecino resulta
engañoso ya que como atestiguan las imágenes, su color parece más bien
terroso. Sus capas blancas se originan debido a un liquen que se reproduce
en estas paredes. Se trata de un alga microscópica y hongo que viven
conjuntos sobre la superficie de las rocas. Esta superficie al coger humedad
se vuelve muy resbaladiza por lo que los escaladores saben del plus de
dificultad que entraña superar esta pared blanquinosa.
Este tramo de la senda de los mineros, que no parece excesivamente
pateada, presenta gran proliferación de matorral, por lo que resulta
recomendable, incluso en verano, llevar pantalones largos que nos protejan
las piernas de posibles arañazos. Lo advierte Isidoro y yo lo pude
comprobar en mis propias carnes pues en la umbría de este macizo crecen
sin freno, entre otras, matas de palmito, cornical, coscoja y espino negro, siempre al
acecho de la desprevenida e incauta pantorrilla.
Contemplando la belleza apacible del Valle del Cañar, despedimos este capítulo hasta el tercero y último en el que llegaremos por fin a la cima
FINAL SEGUNDA PARTE
Contemplando la belleza apacible del Valle del Cañar, despedimos este capítulo hasta el tercero y último en el que llegaremos por fin a la cima
FINAL SEGUNDA PARTE
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