La que presento ahora es otra ruta andarina (y corridina) a la que tenía ganas de hincarle el diente desde hace algún tiempo. Cómodo recorrido que tiene su inicio desde la Fortaleza del Sol de Lorca, (castillo) y que es muy transitada hasta el cerro de los Enamorados por las gentes de la zona. La hice en sábado y me crucé, me adelantaron infinidad de deportistas, solos o acompañados, corriendo o caminando, sobre todo hasta llegar al paraje y fuente donde se ubica el famoso cejo que llaman de los enamorados. Este recorrido debe representar el pulmón de la ciudad, el lugar en el que se dan cita todos los amantes del deporte y la naturaleza. El itinerario discurre entre un denso y contra todo pronóstico, verde pinar, por la ladera de la montaña, que salva numerosas ramblas con estrechos puentes de anchura para una persona, construidos para facilitar el paso y que hacen muy ameno el trayecto inicial sin apenas desnivel. Esta todo bastante cuidado y me sorprendió encontrarme a lo largo del sendero, bastantes puntos, fuentes donde repostar agua, por lo que a ningún deportista de la zona verás cargado con una mochila o complemento que sirva para contenerla. Se llega debajo del cejo de los enamorados hasta una fuente que sitúa un paraje muy coqueto y tranquilo en el que entran ganas de tumbarse y descansar un rato.
El famoso Cejo de los Enamorados
Al caminante le encantan los recorridos mágicos. Le gustan las excursiones con leyenda. Ésta la tiene y es una leyenda de amor. De un amor imposible. Cuentan que una dama cristiana y un caballero musulmán se enamoraron apasionadamente. Cuando más ardiente era su pasión, el abismo entre las diferentes religiones se interpuso entre ellos. Desgraciadamente, el amor terminó en tragedia. LA LEYENDA DE LA FUENTE DEL CEJO Durante muchos años las tierras de Lorca, marcaban la frontera entre el mundo cristiano y el mundo musulmán. A los tiempos de guerra entre la cruz y la media luna sucedían tiempos de concordia. En uno de esos remansos de paz los ojos negros de una bella princesa cristiana cautivaron a un apuesto caballero musulmán. La pasión brotó en sus corazones. Más tarde vinieron los tiempos de guerra entre religiones y, ante el rechazo de las familias, aquel amor pasó a las sombras de la clandestinidad. Pero éso nunca menguó la entrega de los amantes. Los amantes se citaban al atardecer en las afueras del castillo. Una noche los amantes fueron sorprendidos por la guardia del castillo, que salió en persecución del caballero musulmán. Éste huyó raudo en su corcel, aprovechando las sombras de la noche, hasta que fue alcanzado a la altura del Cejo y se despeñó. Al llegar la joven princesa se lanzó al vacío sobre el cuerpo de su amado. En el lugar donde cayeron los cuerpos de los amantes hoy brota la fuente del Cejo, señalando la perpetuidad de aquella pasión. Quien bebe en sus aguas es encantado con el hechizo del amor. Cuentan, los que se aventuran por este lugar en las noches de luna llena, que han visto a los dos enamorados tiernamente abrazados al borde de la balsa cuadrada, construida con grandes sillares, cerca de los muros del Castillo. Cuando se acercan, como por hechizo, desaparece a lomos de su blanco corcel el caballero musulmán. Y la joven princesa le cuenta al caminante la eterna leyenda de amor que acabas de leer.
Hasta casi el mismo vértice geodésico, se puede subir en bicicleta a través de pista asfaltada, tierra y sendero bien definido. Con este agradable y simpático ciclista, departiría luego más adelante, durante un rato, casi en lo más alto.
Se estaba muy bien aquí arriba, en agradable plática con Pedro al tiempo que disfrutando del paisaje. Desde aquí le envío un afectuoso saludo, deseándole que siga manteniéndose en tan excelente estado de forma como sin duda evidencia esta imágen.
Pero había que coronar, finalizar la etapa y regresar a casa a hora razonable para comer en familia, de modo que, me despedí de Pedro y cubrí los últimos metros que me separaban del vértice geodésico.
En lo alto del tubo, me sorprende esta imágen, cuanto menos chocante y curiosa, kafkiana, de lo más surrealista...
Un plasticoso y desorientado saltamontes merodea en lo más alto del tubo...su mirada fija, sin el más ligero parpadeo me resulta hipnotizante.
Pero guardo un as en la manga para impedir que me muerda
AGAPITO MALASAÑA, el guardián de la montaña
Y el pequeño saltamontes, huye despavorido, buscando lugar menos concurrido donde posar sus petrolíferas patas
FINAL PRIMERA PARTE
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