15 octubre 2024

DANDO UN GARBEO POR CANTABRIA/SAN VICENTE DE LA BARQUERA V (en construcción)

Con la excelente impresión que nos había dejado Comillas, nos dirigimos a San Vicente de la Barquera, donde tenemos pensado comer. Existe apenas una distancia de diez o doce kilómetros entre ambas localidades así que en veinte minutos estamos buscando aparcamiento, aunque no resulta fácil puesto que el pulular de turistas intentando lo mismo que nosotros, se hace patente. Pero ya lo dice el refrán, que más vale llegar a tiempo que rondar un año. 
Lo primero que destaca y nos ha llamado la atención, nada más llegar al pueblo ha sido el puente de la Maza, que atraviesa la ría de San Vicente y da entrada a la villa, constituyendo una de sus joyas arquitectónicas más conocidas. Con casi medio kilómetro de longitud, el puente de origen medieval ha sido testigo del devenir de los tiempos. Construido originariamente en madera, por orden de los Reyes Católicos, más tarde, en el siglo XV sería rehabilitado en piedra. Según el decir de los lugareños, si logras cruzar el Puente de la Maza, manteniendo la respiración, se te cumple un deseo. Yo lo intenté y un poco más y me ahogo. No fui capaz de superar los 28 arcos de medio punto de que consta el puente. Fumar es lo que tiene. Es br😆ma. En la Avenida Garelly están las famosas letras de fotografía obligada. Y frente a la ría, con unas vistas estupendas, se encuentran la mayoría de restaurantes de pescado y marisco frescos y a buen precio que hay por aquí. Tenía yo ganas de probar las famosas rabas de calamar de Cantabria y en San Vicente y con la gazuza que llevaba, me puse las botas. Así me encontraba yo después, subiendo esos cuestarrones que hay camino del castillo del Rey y la iglesia de Santa María de los Ángeles, echando el higadillo. Nos costó reanudar el paseo turístico después del julepe de la mañana y porque allí se estaba la mar de bien, la temperatura era perfecta y el ambiente estupendo. Hasta me pedí un gin tonic, fíjate tú.
Por lo que he visto en la red, San Vicente atesora unos cuantos rincones bonitos, muy pintorescos, los cuales, todos no se pueden capturar en media tarde. La de abajo, es una foto emblemática de San Vicente de la Barquera, con los edificios que despuntan de la Puebla Vieja y los Picos de Europa nevados, destacando a la derecha, el Naranjo de Bulnes.
Nosotros cogimos por la calle Padre Antonio hacia la zona alta de lo que llaman Puebla Vieja, donde se hallan el Castillo, la Torre del Preboste y la iglesia de Santa María de los Ángeles, mientras a nuestra derecha se van sucediendo preciosas vistas hacia las aguas y barquichuelas del Brazo Mayor y Poblado Boria.
El Castillo del Rey fue construido en 1210, tras la concesión del fuero a la villa por Alfonso VIII, aunque se le supone un origen más antiguo de mediados del siglo VIII, cuando el rey asturiano Alfonso I realizó la primera repoblación de la villa. Los reyes de Castilla se reservaron el señorío sobre el castillo de San Vicente, cediendo temporalmente su alcaldía a dedo, hasta el año 1453, en que Juan II otorgó su tenencia a los vecinos de la villa, en la persona de su Procurador General.
La Torre del Preboste está situada junto al Castillo del Rey y la Iglesia de Santa María de los Ángeles. Se encontraba en proceso de restauración por lo que una red de seguridad afeaba su estampa. Fue residencia del preboste y de allí su nombre, Este era el encargado de la recaudación de impuestos durante la Edad Media. Además, está adosada a la histórica muralla defensiva de la villa. Desde ella se custodiaba y gestionaba la puerta de Santander, también conocida como puerta de la Barrera.
Iglesia de Santa María de los Ángeles, Nómada Hotel y ruinas del antiguo Hospital de la Concepción

El castillo y su fortificación perimetral eran los únicos elementos defensivos de la otrora completamente amurallada San Vicente de la Barquera.
Fue este un paseo muy placentero y sugestivo.
Recorriendo el casco histórico del pueblo, todo cuesta arriba, por fin llegas a la parroquia de Santa María de los Ángeles, y pegado a ella te encuentras con estas ruinas que en sus días de auge constituyeron el hospital de la Concepción, construido entre los siglos XIV y XVI, donde encontraron refugio y asistencia médica los caminantes que utilizaban la primitiva ruta jacobea del norte hacia Santiago de Compostela. 
Desde el espectacular Mirador de la Iglesia, se obtienen unas fastuosas vistas hacia el Brazo Mayor y casas de San Vicente de la Barquera. Lástima que los horizontes no destacaran por su nitidez sino más bien, todo lo contrario.
La iglesia es monumental y tiene visos de catedral. En una de las entradas se encontraba una agradable y dicharachera feligresa, seguramente voluntaria, de bien entrados los setenta, que recaudaba un donativo y te ponía en contexto, haciéndote una breve descripción, de lo que te ibas a encontrar dentro. A continuación, acompañando a las imágenes de nuestra visita, la reseña sobre tan grandiosa parroquia que se puede encontrar en Wikipedia.
La iglesia de Santa María de los Ángeles, en la localidad y término municipal de San Vicente de la Barquera, fue declarada Bien de Interés Cultural en el año 1931. Se encuentra en lo alto de un promontorio rocoso que domina toda la villa, lo que permite que sea visible desde lejos. Queda junto al Castillo, dentro del casco antiguo. Alrededor tiene una muralla que rodea la puebla vieja, en la que se distingue la llamada "puerta de los peregrinos", al estar esta villa dentro del Camino del Norte o de la Costa de las rutas jacobeas.
Se trata de uno de los ejemplos más destacados de la arquitectura gótica en Cantabria. Su construcción se inició en el siglo XIII, prolongándose a lo largo de los siglos siguientes con otros añadidos. Según documentos conservados, el rey Alfonso VIII pidió a su secretario Miguel, en el año 1210, que cuidara de la edificación y mantenimiento de la nueva iglesia de San Vicente de la Barquera. El grueso principal de la iglesia quedará finalizado en el siglo XIV.
No obstante, ya en el siglo XV empiezan las reformas, con capillas laterales. Luego, hacia el año 1530, se empiezan a añadir: el crucero, el ábside y la torre, así como la capilla de la familia Corro con un "arco angrelado", esto es, el adornado en su intradós con recortes en forma de arcaduras, la cripta, la sacristía con portada flamígera y el coro alto. De finales del siglo XIX pertenece la torre de campanas.
Descripción
Se trata de una iglesia gótica de grandes dimensiones, con tres naves bastante amplias, siendo la central más ancha y un poco más alta que las laterales. Se accede a ella por tres puertas distintas. La principal es la meridional que, como la occidental, aunque parecen románicas ya aparecen ejemplos de iconografía gótica como temas eróticos y juglarescos, junto a los más tradicionales monstruos del rómánico. Se trata de una puerta abocinada, con seis arquivoltas y un "arco carpanel" rebajado. En el tímpano puede verse una cruz y los escudos de los reyes y de la villa. La puerta occidental tiene arco de medio punto y arquivoltas; en un capitel aparece el escudo de Castilla. La tercera puerta es la de la fachada norte. La escultura de las puertas, como la de los capiteles del interior, es más bien tosca.
La impresión del interior del templo es de monumentalidad y amplitud, gracias a las dimensiones de las naves, los pilares esbeltos formados por columnas adosadas, las bóvedas de crucería y los arcos apuntados. Está rematada por tres ábsides rectangulares.
Sepulcros de los Corro. Juan Bautista Vázquez el Viejo (1564).
Retablo Mayor
Del interior destaca la escultura exenta (escultura que se puede ver desde todos los ángulos), principalmente la capilla funeraria de la familia Corro. La pieza más destacada es el sepulcro renacentista del inquisidor Antonio del Corro, quien falleció en el año 1556; está realizado en mármol y se cree que su autor fue Juan Bautista Vázquez, el viejo. También está el sepulcro de sus padres, en alabastro.
Cabe citar, además, la talla del Cristo crucificado y el retablo barroco. Este retablo mayor (1675-1680) es obra de Pedro de la Puente Tolnado y Simón de Haro; en él se encuentra la talla de la Virgen de los Ángeles, de finales del siglo XV.
Bajo cada una de estas losas, nos dijo la mujer de la entrada que hay una sepultura.
Más información al detalle sobre este templo, en el enlace👇:
En el ámbito del mirador de la Iglesia se encuentra la parte mejor conservada de lo que fue la muralla de la villa.
El enclave es tan bonito y pintoresco que cuesta abandonarlo.
Regresamos al paseo marítimo y pasamos por la fuente del Parque Miramar, en dirección al puente de la Maza que supondría un sacrilegio no darnos un paseíco por él. Lo recorremos entero de glorieta a glorieta, ida y vuelta. ¡Qué lugares más bonitos tenemos en España!

Y ya que estamos, alargamos un poquito más la tirada aunque no mucho más porque el día ha sido intenso y el chasis nos pide volver a la guarida para descansar y recuperarse.
El característico paisaje de Cantabria nos encanta, pero solo para unos días, que al murciano típico, que le sustraigan el sol y los cielos azules durante más días de la cuenta, entra en morriña y se deprime.
Y al regreso, aún tuvimos ganas de darnos un voltio por los alrededores de Noja y tropezarnos con esta escena de lo más insólita...unos dromedarios paciendo tranquilamente en un prado.
Se trata de una reserva natural donde se pueden hacer rutas safari, en caballo y dromedario, a elegir, a través de un paisaje de bosques, praderas y animales en condiciones de libertad. Esta camella terminaría haciendo muy buenas migas con mi compañera de viaje y se quería venir con nosotros. No es broma, y porque no nos cabía en el coche, que si no...nos la traemos pa Cehegín. Te la imaginas, caminando a mi vera por las sendas de Burete y el Quipar?

Y no pudimos elegir mejor lugar que este, la Casa de las Mareas, rincón coqueto y de lo más apacible, para relajarnos y saborear la intensa jornada vivida entre Comillas y San Vicente de la Barquera.  
FINAL DEL QUINTO CAPÍTULO

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