17 octubre 2024

DANDO UN GARBEO POR CANTABRIA/SANTILLANA DEL MAR VI (en construcción)

Aquel día, también nos acompañó el tiempo, amaneció grisáceo, que por las tierras del norte suele ser harto frecuente, pero no nos llovió. De aquí nos trasladaríamos de nuevo a Comillas, para visitar El Capricho de Gaudí, por lo que aquella mañana no se nos hizo tarde y fuimos de los primeros turistas en hacer su entrada en Santillana del Mar, que como bien se sabe, se la conoce por la villa de las tres mentiras, porque ni es santa, ni es llana ni tiene mar, en fin, chascarrillos aparte, está considerado uno de lo pueblos más bonitos de España y es una localidad orientada al turismo, como otras que ya hemos visto, y que cuenta con una réplica de las famosas cuevas de Altamira, ubicadas apenas a dos kilómetros de Santillana, y ya desde su centro, se abre un amplio abanico de atractivos turísticos para echar el día tales como unos cuantos museos, numerosos cafés con terraza, restaurantes, tiendas de souvenirs, comercios de diversa índole, tiendas de ropa, pastelerías, casas rurales, camping, hospederías, hoteles y suficientes espacios de la Ora donde dejar aparcado el coche. Ello da idea de su potencial turístico, de su capacidad de albergar y recibir visitantes, de que en la hora punta su afluencia tiene que ser importante. No lo pudimos comprobar ya que, cuando nosotros nos marchábamos, comenzaba a llegar el grueso de los turistas, aunque aún así, recorriendo la Colegiata y el museo de la Tortura, se nos hicieron pasadas las once y pico de la mañana, por lo que decidimos renunciar a las cuevas que a priori, llevábamos contemplada su visita. A otra vez será, cuando volvamos por aquí para conocer entre otros lugares, Castro Urdiales, Cabárceno, Bárcena Mayor, Potes y algún otro, que de momento, quedan pendientes. ¡Será por rincones a cual más bonito para visitar en Cantabria...!
Estacionamos a pocos metros del Museo Diocesano Regina Coeli.  
Santillana del Mar es el museo viviente de una villa medieval, erigida en torno a la Colegiata de Santa Juliana, aunque la construcción de la mayoría de sus casonas son posteriores a esta (s.XII), y hay que encuadrarlas  entre los siglos XIV y XVIII. Las bonitas calles empedradas del conjunto histórico-artístico de Santillana se hallan restringidas al tráfico rodado, excepto para carga y descarga y acceso de los santillanos. El pueblo es pequeñito y son cuatro las calles adoquinadas y cuidadas para que, junto con las casas, conserven ese aire del medievo por el que resulta tan agradable y evocador pasear, pero si no te entretienes demasiado, te recorres el casco histórico en menos que se persigna un cura loco. Pero claro, el encanto de esta pétrea y milenaria villa reside precisamente en eso, en el ambiente, en el propio trasiego de los muchos visitantes que a diario, pasean por sus coquetas y estrechas callejuelas, admirando sus casonas, blasones, balcones, terrazas y museos, que constituyen la genuina esencia de un enclave que atesora una raigambre de siglos.
La villa se abre camino hacia el norte a través de una única vía, la calle de Santo Domingo, que pronto se bifurca en forma de Y, en la de Juan Infante, que conduce a la plaza de Ramón Pelayo; y la que tomando diversos nombres (Carrera, Cantón y del Río) se dirige hasta la Colegiata.

En la plaza Mayor, de traza triangular, se ubican algunos de los edificios más representativos como son la casona de los Barreda-Bracho del siglo XVIII con escudo y pretenciosa leyenda (hoy parador de Gil Blas); las casas Del Águila y La Parra; el Ayuntamiento; la Torre de Don Borja, levantada a finales del siglo XIV y que es una de las edificaciones más nobles de Santillana, perteneciendo al poderoso linaje de los Barreda, la cual da cobijo a la Fundación Santillana; y por último, la Torre del Merino del siglo XIV, que es el edificio más antiguo, residencia fortificada de los merinos o administradores de los intereses soberanos.

La calle del Cantón presenta un conjunto de casonas pertenecientes a los siglos XV y XVII entre las que destacan, la casa gótica (s. XV) de Leonor de la Vega, madre del primer marqués de Santillana, y la Casa de los Villa (conocida por la de los hombrones, por sostener el enorme blasón de la fachada dos caballeros con bigote. Al final de la calle del Cantón se ubica la Colegiata, el monumento religioso más importante del románico en Cantabria. Levantada sobre una antigua ermita en el siglo XII, tiene planta de tres ábsides, crucero y tres naves. En la fachada principal se observa un frontón triangular con imagen de la mártir, que lo sufrido por Jesucristo se queda en simples cosquillas, y por encima, una galería de quince arcos enmarcada por tres torres, una de ellas cilíndrica. El claustro adosado a la nave norte, está considerado como la obra maestra del conjunto, por la excelente talla y decoración de sus capiteles.

Fuente de la Calle del Río
Y llegamos a la Colegiata de Santa Juliana, a la que entramos, aunque antes, la rodeamos a ver qué estampa nos ofrece.
La transformación del antiguo monasterio en Colegiata, al cambiar la regla benedictina que lo regla por la de la orden de Canónigos de San Agustín, se produce a mediados del siglo XII, época en que se edifica el templo actual, en estilo románico, que es el más amplio de la cornisa cantábrica. Su estructura de tres ábsides y tres naves sigue el modelo de Frómista (Palencia) y del románico internacional que penetra en Castilla por el Camino de Santiago.


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