04 abril 2023

LA SAGRA, POR EL COLLADO DE LAS VÍBORAS II y FINAL

Imprimiendo el último achuchón antes de alcanzar la visual con el pilón del vértice. Por aquí, el viento reinante comenzaba a ser huracanado y muy frío, de los que flagelan el cutis. A alguno, estas condiciones, de lo más previsibles por aquí, le pillaron desprevenido. 
El apretón final antes de asomar el vértice.
A escasos metros de alcanzar el objetivo.
Viento rabioso y glacial. A la montaña vas, con lo que lleves te abrigarás...
Horizontes borrosos, la tónica de estos días.
Antonio no sabía donde meterse.
Unas fotos de corrido para certificar la gesta y echando leches pabajo hacia posiciones menos agitadas por el vendaval. 
La habitual muralla de piedras en círculo para abrigo y vivaqueo. Funciona de maravilla.
Echando virutas hacia las Víboras 
Departiendo ubicaciones de algunos enclaves, supongo.
Posando entre el Embudo y la Pedrera
Ya me estorbaba el cortavientos
Última vista atrás
Al fondo a la izquierda de la imagen, pico Guillimona, 2064m.
Un trailero de Caravaca con el que nos cruzamos, camino de la cumbre.
Nos alcanzó ya de vuelta, estando nosotros merodeando por el refugio.
Continuamos el descenso a buen ritmo
A punto de aterrizar de nuevo en el Collado de las Víboras
Breve receso para unas fotos antes de encaminarnos hacia la amplia pradería y cruce de los Toscanillos y de aquí para el refugio.
Castellón de los Miravetes, formando parte inherente del paisaje sagracense. Desde aquella atalaya también se disfruta de unas panorámicas excelentes.
El vuelo y siembra que no cesa
Admirando la fastuosidad de la montaña, una imperial eminencia que hemos sido capaces de postrar a nuestros pies. 
Cuerda de la Guillimona
Por las inmediaciones del refugio. Unos animales que deben estar bastante acostumbrados a la presencia humana. No se espantaron mucho.
El refugio nos lo encontramos recién arreglado e inmaculadamente pulcro. Aunque en el interior ya destacaban algunas pintadas.
Impresiona comprobar la altitud de esta insigne montaña 
Fuente de Maguillo, caño del que apenas salía una gota. La sequía también hace estragos por estos contornos. 

Fuente situada en la ladera norte de la Sierra de La Sagra, bajo un refugio de montaña con un tornajo de madera asociado utilizado como abrevadero. Actualmente de gran importancia como bebedero para la fauna de montaña y de gran utilidad para los montañeros y senderistas que suben o bajan de La Sagra.

Para poder abastecerse de agua y pernocta, se construyó el refugio de la Sagra, justo por encima de esta fresca fuente. Desde entonces ha sido un paso obligado para una de las subidas alpinas a esta cima, el cual fue restaurado por los alumnos del colegio Ramón y Cajal de Puebla de Don Fadrique en el año 1994.
Antonio, a punto de lanzarse de cabeza a la charca. Pero se lo pensó mejor. Ya solo nos quedó regresar al coche, que habíamos dejado en un claro del camino, no muy lejos de aquí, e irnos a recuperar fuerzas al restaurante de Almaciles donde comimos y departimos de maravilla, finiquitando así una jornada de montaña magnífica, en buena compañía y armonía, como mandan los cánones.
Para terminar, esta flor tan bonita se hallaba aquí, en la fuente de Maguillo y nada más verla, llamó mi atención, no solo por el color sino porque había creído verla en alguna parte, o por lo menos, una planta parecida. Me quedé con la mosca en la oreja y tratando de recordar, tuve una corazonada y me fui al libro en pdf de referencia EL NOROESTE pag 113, y allí estaba o cuando menos, una planta muy parecida a esta, el Narciso de Villafuerte.
El narciso de Villafuerte
Es la especie más protegida de la Región de Murcia. De hecho, el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, aprobado por el Real Decreto 139/2011, lo sitúa en la categoría de “en peligro de extinción”. Esto quiere decir que si no se eliminan las amenazas que se ciernen sobre esta especie su supervivencia es poco probable.
Y ¿cuáles son esas amenazas? Pues en la actualidad la principal es su escaso tamaño poblacional, pero también están el pisoteo por excursionistas, el coleccionismo, las obras hidráulicas, las lluvias torrenciales o el herbivorismo por ganado doméstico o fauna silvestre.
Pero, ¿de qué planta estamos hablando? Pues de un precioso narciso de flor amarilla capaz de alzarse unos 60-70 cm del suelo, donde suele producir unas 3 alargadas hojas. Le gustan los márgenes de arroyos, en donde parece buscar el refugio de juncos y zarzas. Florece entre marzo y abril y su fruto es una cápsula verde repleta de semillas negras.
Se descubrió en la sierra de Villafuerte en marzo de 1998 y se le bautizó con el nombre científico de Narcissus nevadensis subsp enemeritoi en reconocimiento a Enemérito Muñiz, el agente medioambiental que la localizó por primera vez. Por entonces se contaron unos 300 ejemplares. En la actualidad se cree que no quedan más de 120, con lo cual su descenso poblacional ha sido nada menos que del 60%. En diciembre de 2014 se aprobó el plan de recuperación de esta especie. Mientras los últimos estudios genéticos intentan determinar si realmente se trata o no de una subespecie diferente a la de Sierra Nevada, varias acciones ya se han emprendido para intentar salvar este pequeño reducto botánico. En 2006 se realizó la restitución de una de las poblaciones desaparecidas y en enero de 2015 se acometió la construcción de 5 puentes sobre la zona de presencia para evitar el pisoteo indiscriminado.

En fin, si se trata del Narciso de Villafuerte, que sorprendimos en las faldas de la Sagra, en la Fuente de Maguillo, somos privilegiados por cuanto dimos con un ejemplar único en su especie que se halla en vías de extinción, ahí es nada.
¡HASTA LA PRÓXIMA! 

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