25 marzo 2021

LA SILLA QUEMADA I

En noviembre de 2019, publicamos una entrada de blog que transcurría por la sierra de La Silla. La misma iniciaba una serie de excursiones que llegaría a titular: “Por los Montes de Venta la Reja...”. 
Por entonces ignoraba que aquel propósito estaba llamado a convertirse en premonitorio, acaso adivino, porque tan solo unos meses después, la sierra de la Silla terminaba ardiendo. El azar me ofrecía la oportunidad de patearla y recordarla tal y como la había conocido de zagal, antes de que gran parte de su superficie acabara siendo pasto de las llamas. 

Para colmo de intuiciones o barruntos, aproveché gran parte de esa saga para hablar de un autor, Aurelio Arteta, que en dos de sus excelsas obras, indaga acerca de la turbadora cuestión de la muerte. 
Y entonces llega la pandemia. ¡Ay la virgen!, me dije, ¿se habría tratado aquello de un presagio inconsciente? ¿Aquella iniciativa, fruto de mis lecturas, no sería en realidad el presentimiento de lo que estaba por suceder…? Ya dice la metafísica que no existen las casualidades sino las causalidades. Que todo lo que nos sucede tiene una razón de ser y un porqué. En fin, anduve algo acoquinado durante algún tiempo, dándole vueltas al tarro, cavilando si aquellas excursiones por los montes de Venta la Reja, no habrían sido inducidas desde el más allá, y debían considerarse, de facto, acaso mis últimas memorias. ¡Ohhh qué repelús! Aunque ya me siento algo más sosegado, el virus continúa vigente y la mosca sigue cosquilleando mi oreja. 
Hemos vuelto a la Silla para comprobar por nosotros mismos la magnitud del desastre.
No se puede calificar de otro modo porque los incendios forestales provocan graves daños en los ecosistemas y causan la pérdida de biodiversidad y de los hábitats para numerosas especies que en este caso como en tantos otros, hubieron de verse forzadas a salir por patas de sus guaridas. Y ya no digamos los estragos que provoca en el paisaje. Que se lo pregunten a los dueños de las casas que existen por las inmediaciones. Además, la vegetación destruida aportaba oxígeno, capturaba CO2, sostenía el suelo y daba cobijo y alimento a una gran variedad de organismos.

La pérdida de suelo por erosión es la más grave de todas las consecuencias. La destrucción de la estructura superficial del suelo y arrastre de cenizas origina una compactación que impide la penetración del agua, reduciendo así su humidificación. Las lluvias torrenciales arrastran las cenizas y las aguas aumentan su turbidez contaminándolas. En fin, un desastre.

El incendio se dio por extinguido sobre el día uno y dos de septiembre del año pasado. Yo por entonces me hallaba alojado en una casa rural de Bullas y en aquella noche de sábado de finales del mes de agosto, en que se declaró el incendio, me acerqué a las inmediaciones para comprobar el alcance de la catástrofe. Regresé sobrecogido porque daba por sentado que ardería la sierra entera.

Finalmente, ardieron sobre 350 hectáreas de monte y solo el amplio dispositivo de extinción de incendios establecido para la ocasión (material y humano), logró evitar que la devastación llegara a la consideración de catástrofe. Hemos de congratularnos por ello porque la umbría, la cara que da a la pedanía de La Copa, logró salvarse de las llamas. No así la solana, que se achicharró por completo. 
Si bien en aquella primera ocasión, acometería la exploración de la sierra de sur a norte, hasta llegar al vértice geodésico, en esta última lo hice a la inversa, de norte a sur, llegando al extremo septentrional por el flanco de la solana. 
Los pinos de esta cara ardieron como una tea y hoy solo quedan de aquellos, esqueletos dispersos carbonizados.
Los moradores y propietarios de estas viviendas tuvieron que pasarlas canutas, observando como el fuego avanzaba sin freno, a pocos metros de sus casas.
Desolador y muy deprimente
El carismático y ubicuo, de inconfundible silueta, Almorchón de Cieza.
El fuego tuvo al parecer su principio en el paraje Los Porriones, por causas que se desconocen.
El monte luciendo de esta guisa parece haber sido víctima de un bombardeo aéreo. Aún huele a turba y por donde te roces, te llenas de tizne. Que se lo pregunten a mis botas, gorro y mochila.
Qué diferente aspecto al de hace unos meses, cuyo avance se hacía difícil por lo tupido y enmarañado del follaje.
Sin embargo, la vida, los brotes verdes se abren paso en medio de la desolación y el báratro. Ya podemos hacer intención y acción por destruir el planeta, que él no tiene prisa por regenerarse, para resurgir tozudo, una y otra vez de sus cenizas. En una de esas se queda sin humanos.
El viento que sopló al día siguiente de declararse el incendio, fue el gran aliado que propició se propagara a los pinares colindantes a la sierra. 
El paisaje como se puede apreciar en las imagenes resulta desolador
La Muela de Codoñas, que también recorrimos en su momento
La sierra del Oro, cuya inquietud por explorarla fue despertada desde estas estribaciones
La cima se halla ahora desangelada pero expedita
Antes de que nos demos cuenta, estamos en el vértice geodésico. 
Los pinos de su entorno más inmediato se salvaron.
En esta ocasión le pedí a Yoda que me acompañara, que algo de vida aunque sea inanimada, estimé que no le vendría mal al reportaje. 
Él, que habrá sido testigo de tantos incendios galácticos y otroras tragedias cósmicas, observa el de este fútil espacio terrestre de nuestro insignificante planeta sin inmutarse. Así ser los designios del destino, me asevera...tanto estoicismo entreverado de apática aparente desidia me saca de quicio. 
Por eso echo tanto de menos a Hulk. 
Al menos él, imprimía cierta fortaleza, empaque y mala hostia al relato. Aquí, su careto de sempiterno mendrugo cabreado hubiera quedado pintiparado.
Pero con Yoda, con tanta serenidad frente a la adversidad, es que arruina cualquier atisbo de invectiva.
Estaba bien para restarle dramatismo a la terrible e inexorable muerte
Pero con este paisaje tan devastado, no se puede esperar por menos que una expresión triste, apenada de suyo atribulada y no esa cara de perroflauta indolente. Aunque mucho me temo que de un corazón chino ergo capitalista/comunista no se puede esperar gran cosa dado el espíritu gregarío ergo pragmático que carateriza al estilo de vida y cultura orientales. 
Ello da poco juego para la disquisición metafísica.
Tengo que confesar que Hulk me envía de vez en cuando muestra fotográfica de sus andanzas. Y se ríe de que lleve un tiempo sin publicar nada. Lo hace para fastidiarme. Sé que se pirra por excitar mi envidia. Claro, el tío está recorriendo el mundo, conociendo lugares y rincones que yo solo habré de visitar en sueños, y claro, eso me ha hecho caer en un pozo sin fondo de depresión. Me abandona la Viky, me abandona Hulk, y como tengo cierta inclinación masoquista, pues hala, me vengo a la sierra de la Silla calcinada, a ver si entre tanta desolación encuentro algo de consuelo.
En fin, no puede uno depositar expectativas en nada ni nadie. Además, ¿qué se puede esperar de un yanqui de lo más fantoche, fascista y franquista que para colmo vota a VOX...?, pues poca cosa, la verdad; frivolidad, superficialidad y arengas del "TODO POR LA PATRIA". El personaje no da para más. Que le zurzan.
Resulta increíble como lograron frenar un avance del incendio que parecía inevitable. En la otra ladera sí que peligraban las muchas viviendas que fueron construidas dentro de la floresta.
El incendio afectó a los terminos municipales de Bullas, Cehegín y Mula y se estima que ardieron entre 350 hectáreas de monte. El despliegue de medios para la ocasión fue portentoso. Colaboraron en la extinción, además de los medios estatales, con una sección del batallón III de la Unidad Militar de Emergencias, agentes ambientales, seis brigadas forestales y una Unidad Móvil de Mando de la Unidad de Defensa contra los Incendios Forestales (UDIF) de la Dirección General del Medio Natural.

También participaron dos helicópteros (a los cuales seguí sus evoluciones durante un rato) pertenecientes a la Dirección General de Seguridad Ciudadana y Emergencias, y bomberos del Consorcio de Extinción de Incendios y Salvamento (CEIS) de la Región de Murcia, así como voluntarios de Protección Civil.
Guardia Civil y Policía Local tuvieron que desalojar nueve viviendas en Mula y ocho en Bullas, con un total de 70 personas desplazadas. Muchas de estas casas son utilizadas por sus propietarios en calidad de "viviendas rurales" para turismo del ídem. 
Es de suponer, que transcurrido un tiempo, vuelvan a repoblar la zona calcinada.
Cuando recorrí el paraje en noviembre de 2019, es que apenas se podía andar por aquí si no era por la senda que evolucionaba por el centro. Ahora, la sierra ha quedado desplumada, desnuda cual páramo de Mongolia.
Los propietarios de estas moradas tuvieron que andar con el alma en vilo durante bastantes horas. En aquella aciaga noche del sábado, 29 de agosto de 2020, les tuvo que costar lo suyo conciliar el sueño, y eso si lo lograron. No me parece buena idea edificar tan cerca del monte.
El aspecto de la sierra por esta cara es en verdad, sobrecogedor
Cuando pienso que algo así pudiera ocurrirle a Burete, me entran ganas de llorar. Mejor ni me lo planteo aunque durante cada temporada estival ando con el corazón en un puño.
La Copa...
FINAL PRIMERA PARTE 

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