06 enero 2021

PEÑAS BLANCAS (Cartagena) I

Seguimos por tierras murcianas y del valle de Ricote damos un salto y nos trasladamos al municipio de Cartagena para conquistar su techo situado en los 625 metros de altitud, en el enclave conocido por Peñas Blancas. Después de haber realizado la ruta, tengo que decir que he quedado gratamente sorprendido pues tanto el paraje, paisajes contemplados así como el camino recorrido han superado todas mis expectativas. Había visto alguna que otra imagen del macizo y me hacía una idea de su aspecto pero nada existe tan objetivo como la propia experiencia visual de las cosas. Me ha impactado. No me esperaba encontrar en Murcia réplica tan natural y genuina del Muro del Norte. Ahora entiendo el lugar donde pudo inspirarse George R. R. Martin, autor de la saga Juego de Tronos para concebir su célebre muralla.
De entre las diferentes opciones disponibles para coronar las emblemáticas peñas, me decanto por este recorrido del insigne wikilero Isidoromf, todo un lujo de cicerone, que al hacer de la excelente descripción de sus rutas también un duplicado en pdf, facilita que este lo puedas descargar al teléfono para consultarlo durante la marcha si ello fuera necesario. Sus track denotan pulcra edición y suele dotarlos de abundantes localizaciones, puntos de referencia e interés (waypoint), lo que redunda en garantía de correcta y bien descrita guía del camino.  
Esta hermosa, poco transitada y fuerte ruta por la árida diputación cartagenera de Perín, nos llevará desde esta pedanía, hasta el punto más alto de Peñas Blancas (625 m.), para ello este recorrido discurrirá por parte del “Sendero del Agua de Perín”, así como por el barranco de Sagena y las ramblas de los Barbastres y Jarales. Descubriremos un camino poco conocido y con bastante historia, como es el camino de los mineros de Perín, recorrido que utilizaban los mineros para desplazarse desde Perín a las minas que se encuentran por la zona de Isla Plana, minas como son la Estigia, Aqueronte, etc. Una ruta de 15,3 kilómetros de distancia, con un desnivel acumulado de 630 metros y una duración de poco más de 5 horas, incluídas las paradas. No es una ruta fácil, con algunos repechos bastante fuertes, con pasos estrechos y junto a cortados, etc. Se recomienda hacerla con pantalones largos, debido a que la ruta transita en ocasiones por lugares con zarzas y espino negro, etc.
En esta ruta veremos algunos restos de cómo era el sistema de captación de aguas de Perín que abastecía a Cartagena antes de la llegada del agua del Taibilla, a mediados del siglo XX.
La ruta transcurre por una de las zonas de mayor belleza del municipio de Cartagena, dentro del Espacio Natural Sierra de la Muela, Cabo Tiñoso y Roldán, uno de los lugares de mayor importancia ecológica del sureste español. A comienzos del siglo XX resurgiría por esta zona cartagenera el interés por la minería y por las fuentes de agua naturales. Hoy día todavía y a lo largo de este recorrido, encontraremos diversas construcciones de ese apogeo de la minería y del aprovechamiento del agua.
A instancias de nuestro particular lazarillo, sabemos que vamos a obtener dentro del mismo pack senderista, no solo un exigente requerimiento físico sino también unas bonitas panorámicas junto a innumerables vestigios históricos que iremos advirtiendo por doquier. Ejercicio físico, deporte salud que le llaman; estimulación sensorial y cultura, todo en un mismo paquete. No se puede pedir más.
Como ya se ha indicado, la ruta comienza a transitar por el mismo lecho de una rambla que llaman de los Barbastres. Pero hemos dejado el coche en un anchurón de la Rambla de los Jarales (ambas convergen a la altura de la carretera de Perín), por la que más tarde regresaremos, y  por ello, en los primeros pasos de nuestra caminata, hemos de salir de nuevo a la carretera y andar unos cientos de metros por asfalto para desviarnos al poco a nuestra izquierda, justo ante el cartel de "Bienvenido a Perín" para encauzar la rambla ya referida.
Al principio de nuestra agradable y estimulante andadura por el lecho de la rambla, sembrado este de peladillas (chinarro) con el relajante sonido "crac crac" de nuestro caminar, ya vamos observando las antiguas obras "pilla lluvias" existentes en esta zona. Se trataba de unos diques que se construían en las ramblas, cuya función era la de recogida y distribución de las aguas de las precipitaciones. La vegetación en esta parte inicial de nuestro recorrido está compuesta de las habituales cañas, carrizos y juncos propias de zonas húmedas. Cultivos de algarrobos y almendros se observan en las laderas armoniosamente abancaladas. Asimismo, manchas aisladas y delimitadas de pinos también se intercalan entre las tierras de labor.
Nos han advertido que la excursión se hace exigente por los constantes toboganes existentes durante su trazado. No seré yo el que subestime y no tenga en cuenta esta prevención. Ya sabemos que un terreno rompepiernas, suele ser con el tiempo y una caña, demoledor. A las primeras de cambio, comenzamos estas subidicas y bajadas camino de nuestro primer punto de interés situado en el paraje denominado "Mirador del Palmeral". Entretanto, no perdemos ocasión de ir digitalizando el paisaje, tomando instantáneas a diestro y siniestro. 
Llegamos a un descansillo antes de la arremetida final al primer punto de interés de la jornada. Nos detenemos un instante para evacuar la vejiga mientras admiramos a nuestro frente la gratificante panorámica perfilada de las ya pateadas por el que suscribe, sierras de la Muela y Roldán.
En la fotografía de abajo, mirando hacia el Cabezo de la Birra (441 m) y la Morra de Tallante (448 m).
El a priori fuerte repecho se nos antoja un petisuit de chocolate y nata, y tras sobrepasar una baranda de manufactura carpintera, damos vista a las famosas Peñas Blancas. Tienen el nombre y los hechos. El corazón se me acelera todavía más porque ofrecen a la pupila inquieta muy buena pinta. Yo diría que me entusiasman. Cambio unos trapos por otros porque llevo prendas para ir acomodándolas según me las vaya demandando el clima del momento. Aquí corre un fuerte y gélido viento del norte que se hace molesto y por ello se impone la capucha para poder admirar la amplia panorámica que se divisa desde este punto con suficiente comodidad. Las rachas de viento ya no mueven la bandera de España porque a esta le quedan cuatro hilachos. Las vistas desde aquí son espectaculares. Nos hallamos en una prominencia que denomina la cartografía, Morro del Palmeral, sita a 470 metros de altitud. Dispone de dos asientos tipo banco de cemento y un cartel descriptivo del paisaje y montañas que se pueden ver desde él (Peñas Blancas, Isla Plana, Bahía de Mazarrón, Horno, La Panadera, rambla del Cañar, Cabezo de Masajarte, ermita de Nuestra Señora de la Luz, etc). El acceso al lugar es asequible para casi todo quisque que disponga de un mínimo de facultades físicas para superar los fuertes repechos. Tomamos fotos del impactante muro del norte, hasta decir ¡ya está bien hombre...! Miramos empero a nuestro alrededor no sea que los salvajes o caminantes blancos anden por ahí acechándome.
Ahora ya, bien protegido del viento, reiniciamos la marcha, armados de bastón porque en esta ruta, yo que soy reacio a su uso, nos viene pintiparado para las vertiginosas bajadas que tendremos que afrontar de inmediato. En algún que otro tramo de descenso, la senda presenta terreno bastante descompuesto por lo que el paso corto y la vista larga deben imponerse para evitar el doloroso traspajazo. 
El sendero es una preciosidad. Muy agradable de patear. No me creo todavía que hasta ahora no me hubiera dado por conocer este enclave tan destacado del valioso patrimonio natural de la geografía cartagenera. Nunca es tarde si la dicha es buena. En fin, Murcia, Cartagena en este caso, es una mina...(se entiende el chiste fácil; todavía no? jajaja)
A medida que nos vamos acercando a "la muralla del norte" los ojos me hacen chiribitas. Miro en el garmin a ver por donde discurre el track y...síiiiii, se mete debajo mismo de la pared. ¡Biennnn, esto promete! ¡Va a resultar apabullante andar bajo esa inmensa y sombría mole de piedra! 
¡Qué emocionante!  
Me tropiezo con un cruce de sendas. El abanico de posibilidades andarinas se abre hacia nuevos horizontes que han de transcurrir hacia la Rambla del Cañar y Lomas de las Carrascas. Todo se andará que decía aquel. Este es un buen momento como otro cualquiera para poner fin a esta primera parte. 
Te espero en la segunda.
FINAL PRIMERA PARTE

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