09 enero 2021

PEÑAS BLANCAS (Cartagena) II

Morra de la Yesera (475 m), que al parecer adoptó su nombre debido a un afloramiento de yesos que se explotó como yesera en su ladera.
El cerro y Batería de Roldán, a 494 metros de altitud, que hemos hollado en más de una ocasión con motivo de la Ruta de las Fortalezas.
Seguimos recreándonos en el paisaje a través de una bonita senda que sube y baja hacia el sur, aproximándonos al collado desde el que abordaremos el famoso sendero que irá transcurriendo por el asiento del muro de Peñas Blancas.
Si caminamos atentos, seguiremos advirtiendo constantes vestigios de antiguas construcciones relacionadas con el pasado minero de esta hermosa comarca.
Llegamos a una bonita explanada donde encontramos un cruce de sendas. 
La que viene de nuestra izquierda procede de Perín.
Enfocando hacia la Bahía de Mazarrón, Cabezo de Masajarte (476 m), Morro el Carreón y Torreón
En el bellísimo entorno del Collado del Labajo, se erigen los desafiantes contrafuertes de Peñas Blancas. Nos encontramos debajo de la Morra de las Tetas, antecima de Peñas Blancas, cota a 595 metros y estas que se observan en primer plano deben ser los pezones porque he visto que les llaman Teta del Norte y Teta del Sur. Desde luego hay que echarle imaginación para ver algún parecido con esa parte de la anatomía humana. Caprichos de los antiguos. En todo caso, el escenario pétreo es sobrecogedor.
La vista, inmediatamente antes de abordar la senda de los mineros es apoteósica, teniendo a nuestra merced el Valle del Cañar y La Loma de Carrascas. Peñas Blancas, además de ser la montaña más alta de Cartagena, es seguramente también la más bella. El valle del Cañar debe ser un perfecto observatorio para comprobarlo, ofreciendo en toda su amplitud, la imagen más espectacular del macizo, donde se levantan abruptamente y con especial protagonismo los murallones de esta preciosa cara Norte. Lo tendremos en cuenta para hacer por estos pagos, nueva incursión en cuanto se tercie.
En el extremo Noreste del Tajo de Peñas Blancas destaca una aislada aguja rocosa de aspecto piramidal, separada de la gran muralla caliza por un sombrío pasillo en forma de embudo, de hecho, los lugareños le llaman así, El Embudo. Este pasadizo permite acceder fácilmente a la altiplanicie y hasta que no te encuentras "encima" no adviertes la existencia y posibilidad de este pasillo casi directo hacia la cumbre. Desde aquí, en cuestión de media hora, incluso antes, creo que se podría llegar al vértice geodésico. 
He aquí unas panorámicas del Muro del Norte, antes de abordar La Senda de los Mineros.
Entres sus laderas surgen espectaculares rupturas del terreno, como la que se abre por el norte con su peculiar murallón vertical que emerge de su entorno y recibe el nombre de Tajo de Peñas Blancas.
Progresamos a media ladera paralelos a los inexpugnables farallones calizos de Peñas Blancas que se yerguen amenazadores e impresionantes sobre nosotros. Nos hallamos sin duda en la parte más espectacular del recorrido.
Es el típico momento en que se te desencaja la mandíbula, como si te hubieran introducido un cajón en la boca, porque durante este panorámico trayecto caminaremos por la histórica y célebre senda de los mineros. Trazado que por fuerza nos evoca a esos duros y curtidos hombres que desde sus hogares o donde estuvieran albergados, se trasladaban andando hasta las minas de la Calera, luchando contra los elementos, ya fuera la propia orografía del terreno o bajo condiciones climatológicas adversas. 
Uno se los imagina cruzando a diario por este mismo sendero que yo estoy recorriendo ahora, atravesando en un sentido y otro la cara norte de Peñas Blancas, en fila india, a veces de noche, alumbrados con un simple candil, mientras iban fumándose un cigarrillo liao. La mayoría trabajaba a destajo y al dar de mano, con el cansancio acumulado de toda la jornada, regresaban a sus hogares caminando de nuevo por la montaña. Eso era trabajar y pasar calamidades y no lo de ahora, que por cualquier chuminada o contratiempo nos quejamos.
Tenía pensado hacer una nueva incursión por esta zona para abordar la cima de Peñas Blancas desde las minas de la Calera pero he cambiado de opinión a raíz de ver un video que me ha hecho recapacitar. No creo que pudiera resistirme a la tentación de tantear unos cuantos metros hacia dentro de las minas. Mejor no provocar al diablo, es decir, ni acercarme siquiera hasta que pueda hacer la visita con seguridad mediante guía acreditado al efecto. Me consuelo no obstante, con las experiencias virtuales que me brinda Internet de la mano de otras personas que si las han visitado; ¡y de qué manera!
-¿Dejáis algún tipo de rastro, como pulgarcito para no perderos? Yo había pensado en comprar bolígrafos subrayadores de colores para dejarlos en el suelo cuando haya un cruce de galerías, y luego recogerlos a la vuelta. Lo de perderme dentro es algo que me da mucho miedo. Caerme en un pozo o por las escaleras también. ¿En algún momento tenéis discusiones del tipo?: es por esa galería!!. Que no, que hemos venido por aquí!!. No, estoy seguro de que era por aquí!!. En una situación de esas puede haber bastante tensión. ¿Se puede entrar solo en esa mina, o es demasiado peligroso? Creo que para alguien solo y sin experiencia, es demasiado peligroso.

- En cuanto a lo que me preguntas, entrar a una mina o cueva es algo que JAMAS debes hacer solo, y aun así asegurarte que alguien de fuera sabe donde empezar a buscar si alguna emergencia surgiera. Una cosa es tantear el terreno (que tampoco se debería) y otra adentrarse, porque nunca sabes donde vas a acabar. Nosotros siempre dejamos guias (que luego recojemos por supuesto) ya sean piedras u objetos llamativos (ademas siempre quedarse con referencias visuales por si alguien se llevase esos objetos, que puede pasar). Elegir el grupo es muy importante, la confianza es clave, y como bien dices una de esas discusiones puede acabar bastante mal con alguien perdido. Por eso yo al menos siempre voy con gente de confianza para explorar y luego ya una vez conocido puedo llevar a algun amigo con seguridad.
  
Ya comprobamos como los chicos descienden más de cien metros mina abajo, entre un laberinto de galerías abiertas en uno y otro sentido, por lo que cabe colegir que la posibilidad de perderse y no saber volver, resulta más que harto probable. Así que, me consuelo como antes decía, con hacerme una idea bastante aproximada de lo que son las minas intraboca de los túneles, los cuales queda de manifiesto que se hallan conectados entre sí, por lo que cabe afirmar que el monte de Peñas Blancas se halla atravesado de agujeros como un queso Emmental. Al margen de todo lo dicho, los mineros, no solo tenían que acudir a la mina o partir de ella, caminando, sino que para llegar a su puesto de trabajo tenían que subir o bajar tropecientas escaleras según les pillara en un nivel u otro del yacimiento. Aunque cabe suponer, que en los profundos pozos verticales con salida al exterior, aparte de para oxigenar y ventilar los túneles, también los utilizaban a modo de ascensor, esto es, con un montacargas, el personal de la mina subía o bajaba desde y hacia donde tenía el tajo.

La vertiente septentrional, representa la catedral de la escalada en Cartagena, y es utilizada asiduamente por los escaladores, siendo seguramente una de las actividades más importantes y practicadas de esta sierra, aparte del senderismo y el Parapente. Arriba tienen instalados los descuelgues para descender en rápel hasta el pie de las paredes. Tenía la esperanza de fotografiar a alguno mientras evolucionaba a través de la muralla, pero el día que hice esta excursión, se hallaba la pared, huérfana de alpinistas. La estuve recorriendo con los prismáticos, pero no hubo suerte.
Desde el video y las siguientes fotografías se puede apreciar muy bien el aspecto que presenta la subida o bajada por el embudo. En una próxima ocasión trataremos de abordarlo.
Las Peñas Blancas son un espejo de falla cuyo aspecto blanquecino resulta engañoso ya que como atestiguan las imágenes, su color parece más bien terroso. Sus capas blancas se originan debido a un liquen que se reproduce en estas paredes. Se trata de un alga microscópica y hongo que viven conjuntos sobre la superficie de las rocas. Esta superficie al coger humedad se vuelve muy resbaladiza por lo que los escaladores saben del plus de dificultad que entraña superar esta pared blanquinosa.
Este tramo de la senda de los mineros, que no parece excesivamente pateada, presenta gran proliferación de matorral, por lo que resulta recomendable, incluso en verano, llevar pantalones largos que nos protejan las piernas de posibles arañazos. Lo advierte Isidoro y yo lo pude comprobar en mis propias carnes pues en la umbría de este macizo crecen sin freno, entre otras, matas de palmito, cornical, coscoja y espino negro, siempre al acecho de la desprevenida e incauta pantorrilla.
Contemplando la belleza apacible del Valle del Cañar, despedimos este capítulo hasta el tercero y último en el que llegaremos por fin a la cima
FINAL SEGUNDA PARTE

No hay comentarios:

Publicar un comentario