27 diciembre 2016

REVOLCADORES, DICIEMBRE DE 2016 I

Desde luego que dice el refrán que cuando uno ve las barbas de su vecino cortar, va siendo hora de poner las suyas a remojar, y es verdad, porque nos pensábamos los murcianos que nos íbamos a escapar de la borrasca, y ya sabemos nosotros que tarde o temprano nos ha de tocar la china. Que durante muchos meses, o no cae ni una lágrima o todo lo contrario, en dos días nos ahogamos, sumergidos en una gota fría. Del sureste peninsular, es típico este fenómeno y por ello, la segunda parte del temporal de diciembre, esta vez sí, afectó de lleno a nuestra región. Con suerte desigual, todo hay que decirlo, pues si Murcia, Cartagena, Los Alcázares, Águilas, son algunos de los municipios que se llevaron la peor parte y donde más estragos, entre humanos y materiales, causaron las aguas torrenciales, bien podemos decir casi ufanos los del noroeste, los de las tierras altas, que por aquí, ha llovido y nevado con moderación y conocimiento, sin provocar apenas daños. Esto en el decir de algunos agricultores, que parece que satisfechos y gozosos se hallan porque la tierra se ha empapado de agua con el consecuente provechoso futuro para sus cosechas. En mi caso, también estoy contento porque el monte ya luce con otro aspecto, otra textura, otro aroma, otro color muy diferente al de antes de las lluvias. ¡Qué primavera más exuberante nos espera! ¿Y será verdad eso que reza el dicho de que año de nieves año de bienes...? ¡Qué panzá de nieve había en la sierra Revolcadores! Y en todas las de alrededor, no creas. La de María lucía blanquísima, La Sagra, para qué contar si nos va a salir su inconfundible silueta hasta en la sopa de esta entrada. La vecina Sierra de las Cabras, la de un poquito más allá, Sierra de Castril...la muy en lontananza, Sierra Nevada, un espectáculo, vaya, de montañas todas vestidas de blanco como si de una exultante novia para una boda se tratara. Belleza albugínea desparramada por doquier.
Me llama mi amigo Juan un lunes, día en que oficialmente remitía el temporal, para invitarme a subir Revolcadores en la jornada siguiente. Pues no se yo, le digo, como estará la cosa. Igual es demasiado precipitado con el diluvio acaecido tan reciente. Más adelante no puedo, me dice Juan, el trabajo me lo impide así que tiene que ser mañana cuando intentemos coronar Revolcadores. Bueno hombre, por mí, sin problemas, que ahora que lo pienso, me apetece un montón aplastar nieve, después de tantos meses de solo pisar yermos resecos y cascajos. Pues no se hable más, búscate un recorrido y mañana nos vemos con dos amigos más que nos acompañarán. Por mí estupendo. Pues nada, en eso quedamos. 
Debo confesar que a mí la subida a Revolcadores, nunca me ha entusiasmado. Si exceptuamos el aliciente de constituir el techo de nuestra región, superar los dos mil metros de altura y ser una montaña asequible para casi todo el mundo, por demás, una vez arriba, en su roma cima, no existe gran reclamo en su paisaje, que valga la pena ponderar respeto de otras montañas cercanas que sí albergan otras panorámicas más atractivas.
Pero estaba equivocado porque si algo he aprendido de esta aventura es que Revolcadores nevada constituye todo un espectáculo para los sentidos.
Con sus 2.015 metros de altitud, el macizo de Revolcadores constituye la montaña más alta de nuestra Región. Enclavado en las montañas béticas del noroeste, este macizo presenta unos singulares valores paisajísticos, geomorfológicos y bioclimáticos. El macizo de Revolcadores, conocido también como Sierra Seca, es el más alto de la Región de Murcia. Se encuentra en el noroeste regional límitando con la provincia de Albacete, en el extremo oeste del municipio de Moratalla, justo antes de la Cuerda de la Gitana, cuya divisoria (con cima en la Peña de Moratalla, de 1.974 m) marca el límite con el municipio de Nerpio y Albacete. Al sur se encuentra la pedanía de Cañada de la Cruz, a 1.290 metros sobre el nivel del mar; al este, la de Inazares y al norte, el valle de la Rogativa, que conecta este macizo con la sierra de Villafuerte, probablemente el lugar con mayor diversidad de ambientes de la Región de Murcia. Tradicionalmente se ha considerado que el pico de Revolcadores era el más alto, con 2.027 metros de altitud, pero en las mediciones de los últimos mapas del SNIG (Servicio Nacional de Información Geográfica de España) Revolcadores figura con 1.999 m, siendo la cumbre de Los Obispos la más alta del macizo con 2.015 m de altitud. Algo más oriental, en el mismo macizo, se halla el pico de Los Odres, de 1.876 m. Este macizo posee un relieve kárstico muy peculiar con numerosas simas y cavidades fruto de la erosión de la roca caliza. Es un destino habitual del excursionismo de montaña de la Región, especialmente en los días de nieve, a pesar de que las tormentas pueden ser intensas y repentinas. La otra gran dificultad del macizo son las nieblas cerradas.
El macizo de Revolcadores, junto con La Sagra y con otras alienaciones montañosas y sierras menores, constituyen la prolongación hacia el Este de las sierras de Cazorla y Segura. Geológicamente pertenecen al dominio de la cordillera Bética y más concretamente a las sierras llamadas subbéticas, siendo los materiales que predominan las rocas calizas y dolomias. El macizo de Revolcadores y La Sagra se encuentran muy próximos entre sí, apenas les separan 30 km, sin embargo la cumbre de la Sagra se encuentra en extremo Noreste de la provincia de Granada y los Revolcadores ya pertenecen a la Región de Murcia. El paisaje presenta un acusado contraste al ser una zona de transición entre las altas cumbres de la Cordillera Bética y las cuencas interiores en las que se asientan las vegas del Segura, participando de extensas masas forestales con ambientes propios del sector húmedo de la Sierra del Segura, pero también de rasgos semiáridos del Sureste. El paisaje con el terreno nevado cambia totalmente, haciendo todavía sus ascensiones más interesantes si cabe: el macizo de Revolcadores se llena de espectaculares 'árboles duendes' cargados de nieve. Es seguramente la única zona de Murcia donde, pese a no existir infraestructuras adecuadas, se puede practicar el esquí. Las visitas de clubes de montañeros son frecuentes y, en ocasiones, se reflejan en placas colocadas en lo más alto, cerca del vértice geodésico que marca la altura máxima.
Los camaradas de Juan resultaron ser, padre e hija, que de no conocer el parentesco que les unía, parecían más bien, dos buenos amigos, dada la gran complicidad, recíproco afecto y atención que constantemente se prodigaban. Sin duda, llamará la atención de los visitantes de mi Viky y Yo, las imágenes en que queda registrada la sempiterna sonrisa de María, inasequible al desaliento, que ni un mal gesto, ni un mínimo rictus de sufrimiento pude detectar en su simpático y angelical semblante, así se nos pusiera la andanza, toda muy severa y cuestarriba.
Como de hecho se nos puso, porque al llegar a los 1700 metros, el avance comenzó a endurecerse y por ende a torcerse. Nieve inglesa que yo llamaría, nieve hasta los cojones porque en algunos tramos hasta los genitales nos llegaba la nieve a raudales que, cuanto más monte arriba, más parecía que campaba con desbordante profusión y a sus anchas. ¡Qué maravilloso espectáculo, qué belleza de sierras nevadas, de pinos "duende" cargados hasta las trancas que de vez en cuando aligeraban su peso sobre nuestras mochilas y espaldas!
Por ello, vamos a dividir esta entrada en varias partes que a su vez ilustrarán dos jornadas diferentes. Las dos primeras corresponden al primer intento frustrado en que nos vimos obligados a cancelar la expedición hacia la cumbre de Revolcadores, habida cuenta lo difícil y penoso que se hacía el avance, y más si tenemos en cuenta que por la tarde, uno de nosotros, Paco, tenía cita ineludible con el sagrado curro. Pero no adelantemos acontecimientos. Comencemos la marcha y tal como se ha visto en las imágenes que hasta aquí preceden, vamos a dejar el coche a las afueras de Cañada de la Cruz para comenzar la ruta por un camino en el que nos vamos a encontrar y superar a nuestra izquierda, esta casa quemada y más adelante un corral de ganado desde el que a su derecha se coge el barranco de las Zanjas, que encajonado contínuamente en un clásico bosque mediterráneo, nos debe llevar sin mucha dificultad ni gran desnivel hasta el primer punto geodésico, el de Revolcadores.
La Sagra se convertirá en sempiterna compañera visual durante nuestra ascensión.
Mis compañeros de ruta, posando todavía optimistas y sin sombra de incertidumbre respecto de nuestras posibilidades de coronar, en el inicio del barranco de las Zanjas.
Un mar de niebla, sobrecogía al tiempo que embellecía el paisaje a nuestras espaldas
Caminar pisando nieve virgen, casi helada, constituye un placer difícil de describir. Crash, crash, crash...
María, de luminosa sonrisa y perenne buen humor
Instantáneas tomadas con el Y-Pad de María.
A medida que íbamos ascendiendo, la altura de nieve crecía y por tanto, el avanzar se endurecía.
El barranco parece que se abre y nos deja ver el cielo luminoso y azul que nos espera
Dos puntos de vista diferentes
Comenzában a desfilar ante nuestras pupilas, una sucesión de imágenes a cual más hermosa y navideña. Auténticas postales que quedaron grabadas en el disco duro de nuestro recuerdo.
Nuestro amigo Juan, incombustible, infatigable guía que nos hacía más liviano el camino con su afanoso "abrir huella".
Por mucho que el ocasional visitante de mi viky y yo, al tropezarse con esta entrada, haya intentado entrever aunque sea una ligera mueca, un mal gesto de crispación o sufrimiento en el rostro de nuestra María, en mi opinión lo hace en vano por cuanto esta mujer bien parece que personifica el entusiasmo y gozo, la felicidad típicamente montañeras.
Tan radiante como el mismo paisaje que la circunda
La cosa comenzaba a complicarse sobremanera. El avanzar se hacía arduo y por tanto muy agotador. La nieve nos llegaba hasta las rodillas y en algunas zonas nos hundíamos hasta las ingles. A todo esto se nos habían hecho más de las once y había que estar como mucho a las dos y media en Caravaca. Imposible culminar la empresa que llevábamos entre manos. Tuvimos que rendirnos ante la evidencia y tomar una sabia decisión que a nadie complacía.
Pero a mal tiempo, buena cara, que diría Galdós. A propuesta de Juan, cambiaríamos en nuestros planes la subida al pico Revolcadores y Los Obispos por la subida al restaurante Venta La Codorniz, en Almaciles, donde hacen unas costillicas de cordero para chuparse los dedos. Hubo unanimidad en la decisión y ninguna objeción.
Una vez se llega al consenso de la prudente y razonable decisión tomada, toca regresar sanos y salvos y en ello ponemos los cinco sentidos.
Entre tanto continúan surgiéndonos bellas instantáneas que inmortalizar al socaire del majestuoso paisaje
FIN PRIMERA PARTE


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