15 noviembre 2024

EXCURSIÓN POR LA MOLATA DE CHARÁN Y EL BARRANCO DE HONDARES (desde las Casicas del Portal) III y Final

Ahora, mi próximo objetivo es llegar a la altura de la poza de los Gemelos, un rincón, inédito para mí. Entretanto, la bonita estampa ofrecida a mi espalda, me obliga a girarme una y otra vez con afán de inmortalizarla. La hasta ahora plomiza cúpula, observo que comienza a despejarse a una velocidad de vértigo, parece un "timelapse", por efecto seguramente del material que rocían, dos o tres aeronaves que veo surcando estos cielos.
Me encuentro en las inmediaciones de la Poza de los Gemelos. Me habló de ella, hace un tiempo, un compañero del curro, que suele veranear en el Camping La Puerta de Moratalla. Que llega por aquí temprano practicando trail y que antes de enfilar el regreso por la pista de Somogil, se pega un baño que le sienta como dios. Y no me extraña porque el lugar es muy coqueto y acogedor, y durante el estío, siempre al amparo de la umbría. Habrá que tenerlo en cuenta para ulteriores nuevas aproximaciones por estos contornos. 
Yo siempre había cruzado el arroyo a la altura de la Charca de las Ranas, como indica el track, vislumbrando la segunda cascada, desde arriba, pero nunca se me había ocurrido indagar una posible contemplación desde abajo. Ahora comprendo que tal propósito, bien merecía la pena, y porque los saltos no se hallan precisamente en su mejor fotogénico momento, como ya he referido. 
La vaera y el rincón en sí resultan apoteósicos e invitan al baño, pero hoy no toca porque me he entretenido más de la cuenta con las fotos y ya voy arrequestarde, si pretendo llegar a la hora del condumio a casa.
Yoda me pide a gritos que lo saque de la mochila, que quiere tomarse unas fotos desde tan coqueto y legendario rincón. Querrá presumir de excursionista aventurero en las redes sociales, lo que sorprende que el último Jedi de la Antigua Gran Orden, postrer superviviente de la Guerra Civil Galáctica, sucumba a debilidad fatua tan pueril y humana. Ver para creer aunque ya lo dice el dicho, que el que se junta con un cojo, si al año no cojea, renquea...en fin, le doy gusto, qué trabajo me cuesta, además, soy consciente de que todo se pega menos la hermosura.
Habiendo tomado buena nota del rincón, para tenerlo en cuenta en posteriores visitas, abandono el lugar, retomando el track que me conduce de nuevo al Cortijo de Hondares de Abajo. Desde allí tengo que repetir unos metros de tramo, ahora en subida, para desviarme en un determinado punto, en dirección a la Escalinata del Toril, otro trecho ya casi olvidado y poco frecuentado dado lo exigente, difuso y algo estropeado de su trazado. 
Discurriendo por la pista, en dirección al cortijo, voy entretenido admirando las espectaculares paredes de los Cenajos del Poyato. En quince o veinte minutos se están disipando todas las nubes de mi entorno, la trepidante limpia de los cielos me resulta de lo más turbadora y desconcertante. No termino de acostumbrarme.
Última parada con esta representación hecha a salto de mata, de Yoda custodiado por dos fieros perros guardianes, en las ruinas del Cortijo de Hondares. El de color pastel, es macizo y pesa un quintal. ¡Ya hay que tener ganas y buenas espaldas para portarlo, la virgen santa...; si pesa más que Hulk!
Ahora reanudamos el seguimiento del track, buscando el cuele hacia Las Casicas del Portal, por la antigua Escalinata del Toril, que he leído, se encuentra en deplorable estado, aunque perfectamente utilizable. Como se puede apreciar en las siguientes instantáneas, antes de conectar con el corto tramo de piedra, hemos de emprender una vertiginosa subida a través de una trocha sembrada de rocas, recio matorral y traicioneras zarzas. La primera vez que hice este recorrido, fue de noche, y me pareció entonces, más sencilla y accesible su evolución. Este corto trecho en la actualidad, se ha de seguir al albur del instinto montañero, buscando como referencia, alcanzar las paredes de los cenajos del Toril, a cuyos pies, y por lo que indica el mapa, parece ser que tiene su nacimiento el Arroyo de Hondares, más al sur de donde nos encontramos, muy cerquita de las Casillas del Portal. 
Tantear estas canaladuras o cueles, que se intuyen con solo alzar la vista y vislumbrar el camino, me parecen de lo más divertidas de patear, hasta dar con el acceso acertado. Aunque sin contar con la seguridad que proporciona la tecnología (gps) o el mapa, no siempre sale bien y hay que retroceder, sí o sí; que se lo digan hace unos días a mi amigo Pepe Luque😆! Pero en este momento y lugar, no es el caso, porque vamos progresando sobre seguro. Con los medios sofisticados de hoy, se ha perdido un poco de la magia montañera de antaño, pues ya no hay espacio para la incertidumbre ergo la aventura.
Ya hemos conectado con lo que en el pasado fue, la escalinata del Toril, que hoy se halla muy descompuesta pero aún utilizable. Nuestros antepasados, por la cuenta que les traía, construían sus redes de caminos y senderos, a conciencia, para que duraran mucho tiempo y sujetos a un permanente estado de actualizadas labores de mantenimiento.
Mientras voy cobrando altura y contemplando estas impresionantes paredes, voy pensando en que por aquí cerca deben surgir las primeras aguas del Arroyo de Hondares, aunque más al suroeste de donde nos hallamos.
Lo que queda de la escalinata del Toril, por el cuele y estrechamiento, que como se puede apreciar en la fotografía, con cuidado y buena letra, todavía se puede utilizar sin apenas riesgo. Una vez arriba y progresando por entre un ingrato terreno lapiaz, nos dirigimos hacia Las Casicas del Portal, a la que pronto daremos vista.
Las Casicas del Portal. 
Y esto es lo que ha dado de sí nuestra enésima excursión por entre la Molata de Charán y el Barranco de Hondares. Una caminata muy agradable e interesante, cuyos parajes transitados y elementos que lo configuran, nunca decepcionan. Cuando ya me marchaba, tuve que hacer una parada in extremis, porque la familia gatuna me despedía al completo para desearme buen viaje y maullar un hasta luego, deseos que agradecí con un maullido recíproco.
Los moradores de esta casa deben ser de los pocos que habitan de forma permanente esta coqueta aldea del término municipal de Moratalla.
¡HASTA LA PRÓXIMA! 

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