30 abril 2019

ANDANDO MOLINOS Y CORTIJOS DEL RÍO ALHÁRABE I

En esta nueva aventura senderista nos vamos a dar un garbeo por un territorio murciano que me evoca agridulces recuerdos. De esas experiencias que nunca se olvidan. Resulta que hace veinticinco años, más o menos, preparé con un amigo, una excursión en bici de montaña que saliendo de Cehegín, recorría las villas de Canara,Valentín, finca de Ulea, Moratalla, camping la Puerta, Los Gorros, cortijo de la Pegueruela, casa de Eras para una vez en Campo de Bejar, tomar la comarcal 703 y enfilar de nuevo hacia Moratalla y desde esta, hasta nuestro punto de partida en Cehegín. Total un porrón de kilómetros que pretendíamos completar en unas pocas horas a lo largo de una mañana de sábado. La ruta así concebida suponía un buen reto pero en aquella época éramos más jóvenes y pensábamos que podíamos con todo. Unos buenos repechos que existen desde los Gorros a la Pegueruela, mermáronle a mi amigo las fuerzas y ya no fue capaz de recuperarse. Recuerdo que era el mes de mayo, y constatado ya que estaba teniendo un mal día, sintiéndose pajarón perdido, se había zampado todo lo que de alimento su maillot contenía, así como dos de mis barritas que en un santiamén también engullía. Después de quedarnos sin prácticamente combustible, transcurrieron vertiginosamente las horas y haciendo continuas paradas, nos vimos rebuscando almendras, hasta llegar a un cruce donde confundimos la dirección tomada, total que nos perdimos. Acabamos en el cortijo Capel y en este, contagiado yo también de su cansancio, estuvimos dormitando la mona más de dos horas. Por fin alcanzamos la aldea de la Risca y desde esta, el restaurante del Campo de San Juan en el que, habiendo llegado exhaustos, después de avisar y tranquilizar a nuestras respectivas familias, nos atizamos para reponernos, tres litros de cerveza, almendras tostadas, aceitunas rellenas y un buen plato de jamón, queso y relleno, acompañado de un buen puñado de habas tiernas que con el buche lleno, decidimos que a partir de ahora, pedaleara Rita la Cantaora y entonces llamó a su cuñado que a la media hora acudió al rescate, para echar nuestros despojos y bicicletas en su furgoneta. Aún me tiemblan las piernas al recordarlo. En época más reciente, en la trece edición de la Adenow 2014, la organización tuvo a bien diseñar una extraordinaria excursión de casi 40 kilómetros, cuyo itinerario recorría una gran parte de la margen izquierda del río Alhárabe, conectando con este a la altura del cortijo de Somogil. Fue aquella una jornada inolvidable, donde conocí gente estupenda, que podemos profusamente recordar  y otr@s conocer, a través de este enlace. Rememoro aquellos momentos con nostalgia porque aquell@s que se den una vuelta por aquella entrada, comprobarán que Viky se hallaba entonces, en pleno apogeo físico y en toda su salsa. Después de transcurridos los años, volvíamos por aquí, aunque en esta ocasión, con intenciones más exploratorias y confiaba en que, con menos exigencia física. 
En las varias incursiones realizadas por estos pagos, hemos tratado de conocer algunos cortijos y molinos aledaños al curso del río Alhárabe. Dos de las rutas partieron desde el canijo pantano de La Risca, intentando registrar con la cámara, todo lo que de interesante, se nos pusiera por delante. Así, hemos explorado los molinos de la Risca, de Capel, el casi inexpugnable y ya pura ruina de los Tormos, y los emblemáticos cortijos de Fotuyas de Enmedio, de la Fuentecica, de la Cueva Roberto, también pura desolación, como así se halla el de la Dehesilla, e igualmente conoceremos el cortijo de la Pegueruela, lugar idílico, enclavado en paraje de singular belleza. En otra de las excursiones conoceremos la ermita de San Pedro y recorreremos una franja de la sierra del Frontón desde cuya cima se divisan panorámicas de extensa y excelsa factura. Aunque la jornada que más nos sorprendió y cautivó fue aquella en que recorrimos en modo asaltalindes la sierra de los Calares de la Capilla (Salchite), con unas vistas extraordinarias, de todo punto insospechadas, hacia el Campo de San Juan. En un día nítido de primavera, en que los campos se hallen engalanados de sus más esplendentes verdes, pueden considerarse las panorámicas que se divisan desde el Lanchar, como de las más impresionantes de la provincia de Murcia.
En una de las excursiones a punto estuve de ser aguijoneado por millares de abejas. Pasé a escasos metros de unas colmenas y dado que la ignorancia suele ser muy atrevida, hasta me detuve a tomar unas fotos tratando de registrar sus vertiginosas evoluciones alrededor del panal. Craso error...al poco, sentí que varias comenzaban a revolotearme. Rápidamente reanudé la marcha, pero al instante, un enjambre me rondaba la cabeza. Intenté mantener la calma. Recuerdo que un apicultor me dijo una vez que aunque me picaran, no hiciera movimientos bruscos, que intentara alejarme con tranquilidad, que más tarde o más temprano me dejarían en paz, que ni se me ocurriera salir corriendo, hacer aspavientos o intentara sacudírmelas con los brazos. Así lo hice y transcurridos unos interminables y angustiosos minutos, dejé de escuchar tan inquietante como turbador zumbido persiguiéndome. Unos instantes después de abandonar el enclave y ruinas del cortijo de la Cueva Roberto, observé a lo lejos que venía corriendo hacia mí un apicultor, embutido en el típico traje blanco de buzo que a lo lejos bien podía parecer el de un científico antiepidemias. La briosa figura gesticulaba, para avisarme que siguiera camino abajo hacia el río, que rehusara pasar por donde se hallaban unas colmenas que él y dos apicultores más, en ese momento cortaban. Le di las gracias y no me hice de rogar. Salí espoleado buscando el río. ¡Hoy, no gano para sustos!, me dije.  
Pero antes de entrar en materia, y aprovechando que el río Quipar pasa por Cehegín, me gustaría compartir con vosotros este puñado de fotos que hice a unos almendros en flor, en el paraje de Burete que llaman "La casa del Quemado".
He pasado tantas veces por aquí que bien podría pensarse que es mi segunda casa.
A saber la de años que esta inveterada radio de coche permanece aquí olvidada y oxidándose. Igual se le enchufan los cables y todavía funciona. No me extrañaría nada.
En otro tiempo tuvo que representar una noble vivienda de seguro cierta alcurnia
Las abejas son para los humanos, mucho más importantes de lo que se piensa, pues a través de la polinización preservan la diversidad y la producción de alimentos depende en gran medida de ellas.
Las abejas dicen que se hallan en peligro de extinción en el mundo, debido a las acciones humanas cotidianas. El uso de químicos y pesticidas en la producción agrícola, contaminación y calentamiento global, unido a la proliferación de especies invasoras, enfermedades y parásitos, mala praxis apicultora, etc, son algunos de los factores que están poniendo en riesgo la vida de estos maravillosos insectos.
Desde luego que representa todo un disfrute para los sentidos observar tan de cerca este apasionante fenómeno y fiesta de la naturaleza.
La abeja zambullida, emborrachándose, libando el dulce néctar de las flores.
Una de las metáforas más hermosas que siempre nos brinda la naturaleza; pasado presente y futuro coexistiendo en la misma rama, alegoría de la propia vida humana.
FINAL PRIMERA PARTE

2 comentarios:

  1. Anónimo1/5/19 06:55

    Acercarse a las colmenas yendo solo es una temeridad.

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    1. Es verdad. Otra cosa que no se debe hacer en esta época es llevar prendas amarillas o de colores muy vivos. Las toman por flores y las atraen. A base de estacazos y sustos aprende el burro. Pero tengo una pregunta para ti, ya que parece desprenderse de tu comentario que tienes experiencia en asuntos de apicultura...¿es que si vamos tres, se acercan menos o directamente salen huyendo?, gracias por tu comentario.

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