En la ruta por estos contornos que hice en noviembre, al llegar aquí, decía lo siguiente: Me encuentro en las inmediaciones de la Poza de los Gemelos. Me habló de ella, hace un tiempo, un compañero del curro, que suele veranear en el Camping La Puerta de Moratalla. Que llega por aquí temprano practicando trail y que antes de enfilar el regreso por la pista de Somogil, se pega un baño que le sienta como dios. Y no me extraña porque el lugar es muy coqueto y acogedor, y durante el estío, siempre al amparo de la umbría. Pero le he informado a posteriori que lleve cuidado porque el rincón está protegido por unas criaturas que viven por aquí (galápago leproso), dada la proliferación en los últimos tiempos, cada vez mayor, de personas acompañadas de sus mascotas, que comparten en las redes sociales, fotos y vídeos de su estancia y chapuzones en enclave tan idílico. El efecto llamada suele ser catastrófico y de un un impacto muy negativo para las criaturas de un determinado hábitat, que lo es mucho más para una fauna acuática (tortugas) en extremo vulnerable, cuando se agitan los fondos de su ambiente. Al ocurrir en la cabecera del arroyo, el daño puede ser incluso mayor, ya que la zona es precursora de la biodiversidad para el resto del riachuelo, por lo que nada me extrañaría que en la actualidad estuviera expresamente prohibido bañarse en las pozas. En fin, creo que con un poco de sentido común y conciencia de respeto a la naturaleza y criaturas que la habitan, sería más que suficiente para disfrutarla sin causar daño a otros seres vivos que tienen tanto derecho como nosotros a estar aquí. Vamos, un remojón como mucho, sin remover el fondo...contribuyendo con nuestro comportamiento y respeto, a que la naturaleza siga su curso sin que el hombre la entorpezca.
La cueva del agua se encuentra entre la poza de los Gemelos y de las Tortugas. La mayoría de las veces que he pasado por aquí me la he encontrado completamente seca, pero hoy el agua llega a mitad de las pantorrillas. El rato que pasamos aquí nos resultó muy divertido.
Pedro, que es de suyo muy intrépido, no se lo piensa, se descalza, desembaraza de los calcetines y quiere comprobar lo fría que pueda estar el agua. Fría de cojones, nos dice. Cuanto más tiempo, sumergido, más gélida. No logras acostumbrarte. Fernando, que en cuanto a osado, no le anda a la zaga, sigue su ejemplo.
En las siguientes, todo el grupo.
En fin, lo pasamos bien aquí. La poza de las Tortugas se halla a escasos metros de la Cueva del Agua. Hacia ella nos encaminamos.
Cae un chorro más grueso que el encontrado en noviembre, pero esa cortina ancha que siempre ha caracterizado este enclave, parece ser que de momento, ya no lo volveremos a ver igual. Algo ha debido modificarse allá arriba. Foto de hace algunos años. Nada que ver.
FINAL TERCERA PARTE
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