06 octubre 2018

TORNAJUELO Y TEJO III FINAL (Sierra de Castril)

Disparamos las últimas fotografías antes de abandonar la excelsa atalaya del Tejos y camino del Buitre, que ya lo tenemos a la vista, llegamos a la que posiblemente sea la torca más singular de cuantas hemos recorrido esta mañana.

 Hemos de cruzar esta bonita dolina y alcanzar la zona rocosa que se observa al frente, conectando con un coqueto pasillo en sombra, que nos conduce, a un precioso mirador con vistas a Tala Alta, Pinar de las Potras y por supuesto la eminente cima del Buitre. (2021m). El pino que se observa en la parte superior más a la derecha de la imágen, es la referencia.
 El Pico del Buitre
 El paraje, si se va en grupo, invita y se presta al postureo.
 Otros planos más del embalse del Portillo y la cima castrilense
Desde este fastuoso mirador y virando un poquito a nuestra izquierda, tenemos que localizar un pasadizo, entre grandes formaciones de roca, que nos va a permitir destrepar en dirección al Pinar de las Potras. El paso no entraña ninguna dificultad, con todo tipo de salientes rocosos, a modo de asideros, donde apoyar manos y pies, pero hemos de llevar cuidado para no hacer un movimiento en falso que provoque nuestra caída. La bajada en este tramo resulta al principio algo confusa, pero al cabo de unos metros, se revela nítido todo el sencillo destrepe. En la siguiente imágen, el paraje por el que hemos descendido, visto desde abajo.
El entorno donde se halla enclavado el Buitre, nos cautiva.
Por ello le pedimos a Hulk que se gane el sueldo, marcándose unos postureos en plan modelo de alta montaña combinado con dandi de salón, de cara a su club de fans. 
El figurín rocoso no se hace de rogar y evoluciona de esta guisa.
Sin duda, el granítico cuerpo conjuga muy bien con el paisaje y la dolomítica cima que tiene a sus espaldas. Obsérvese en detalle las articulaciones de hombros y manazas, concebidas a prueba de artrosis y tendinitis.
Mejor dejar que las imágenes hablen por sí solas
Después de este verdoso empacho de Hulk, que tan bien armoniza con el entorno, continuamos la marcha.
Confluimos al barranco del Laude y por ende, a la senda de subida al Buitre, donde también se halla localizado un refugio en óptimo estado de conservación. Como ya lo hemos coronado en repetidas ocasiones, y aún nos queda por andar más de la mitad del recorrido, decidimos eludirlo, cogiendo por el collado a nuestra izquierda que nos traslada a una abrupta pista por donde atravesamos un extraordinario bosque de altísimos laricios, pasando también por un mirador dotado de una barandilla de troncos, algo desvencijada ya, con vistas al Barranco Gallinero, que nos irá flanqueando durante bastantes metros, por la derecha e izquierda del camino.
 La pista solo es apta para hacerla caminando o bien en vehículos dotados de conductores "todo terreno". En todo caso, a día de hoy, se halla impracticable, pues en varios puntos, un enorme tronco atravesado, se halla obstaculizando el paso.
El bosque de pinos salgareños que atravesamos, nos resulta espectacular, y la refrescante sombra que proyectan a esas horas de la tarde, aliviadora y muy placentera.
Pero el calor y camino dejado atrás, nos comienza a pasar factura. A pesar del terreno favorable y cuesta abajo, sin más dificultad que dejarse llevar, la pista no resulta cómoda de andar. Solo el magnífico paisaje que atravesamos, mitiga en parte, la aguda fatiga que comienza a acuciarnos.
Después de algunos kilómetros de renqueante avanzar, llegamos a una supuesta área recreativa que llaman de María Victoria. Me lo indica un waypoint en el gepese. En este paraje me voy a encontrar con una placa conmemorativa, dedicada a un importante ingeniero de montes que faenó por aquí, llamado Enrique Mackay, y también el denominado Pino del Abuelo, que apunta Alexandermágina en su reseña de Wikiloc, que con 38 metros de altura, forma parte del catalogo de Árboles Singulares de Andalucía. 
 La placa y el árbol me pasaron desapercibidos. En ese momento andaba pajarón perdido, con el tío del mazo perfilándose por momentos, con incipiente sensación de angustia y mareo. Dado mi circunstancial estado catatónico, no estaba para ponerme a explorar e investigar. ¡Pero pude echar estas fotos! Me pregunto, si estos restos, a modo de monumento, parecido al que existe en Bullas, del legendario y centenario Pino de la Multa, que hace unos años, un fortísimo viento derribó, no será lo que queda del Pino del Abuelo, habida cuenta que desde la reseña de nuestro guía hasta hoy, han transcurrido cuatro años.
 Ya podemos advertir en esta toma, al granuja tío del mazo, camuflado al 95% de opacidad, esperando que el incauto bullero sucumba a la tentación de sentarse unos instantes, sobre la mesa o troncos de la tía María Victoria, para cuando menos se lo espere, endiñarle el garrotazo definitivo que lo deje tieso como un pescaíto frito.
 El tío del mazo se tuvo que chupar el pijo porque ni me acerqué al merendero, manteniendo una prudente distancia, ya que para eso cuenta mi cámara con un buen zoom.
Seguimos por la pista, algo más recobrados ya, después del susto provocado por el encuentro fantasmagórico con el tío del mazo, ahora tomando una dirección SO, atravesando la puerta que cierra el paso de vehículos a la finca de la Cabrilla Baja, el llamado camino del Cañuelo.
La pista no se hace en absoluto aburrida, pues el paisaje en derredor nos entretiene muchísimo. Tranco del Cañuelo, Lancha del Almicerán, El Carrascalejo, Poyos del Cañuelo, La Cabrilla, Lobera, etc
Cuando uno va cansado, los kilómetros y el camino por el que transita, no parecen tener fin, pero tarde o temprano, con la debida paciencia y resistencia mental, más que física, todo llega, y completamos el círculo, arribando de nuevo al hotel. Ha sido una jornada de senderismo apoteósica, y nos volvemos a casa con la mochila de las buenas sensaciones y expectativas bien colmadas. 
Al regreso, nos detenemos un instante en el pantano del Portillo, para admirar y fotografiar desde abajo, la cuerda en las alturas, que hace unas horas recorrimos.
El senderista montañero es aquel que hoy conduce su cuerpo allá donde el día anterior, sus ojos y mente lo imaginaron. 

¡HASTA LA PRÓXIMA AMIG@S!

Información a posteriori
Algunos días después de haber confeccionado esta entrada, tuve ocasión de contactar con alexandermágina, y agradecerle la inestimable ayuda que me había brindado como guía de este recorrido. También aproveché la coyuntura para consultarle sobre el paradero real del Árbol del Abuelo. En efecto, mis conjeturas eran erróneas pues me remitió al blog de unos colegas senderistas en que se facilita la localización del veterano árbol así como el relato de una divertida anécdota que tuvo lugar entre sus ramas y que por poco no acaba en tragedia. Demostrado queda que el tío del mazo hizo de las suyas al paso del rincón de María Victoria, y que en esas circunstancias de ruta, andaba yo tan cegato y tarumba, que no hubiera visto ni a tres montados en un burro. Diré en mi descargo, por si sirve de algo, que el pino queda un poco distante del camino.
El amigo "Cabañas" me manda esta información que comparto:
Según cuenta Rufino Nieto Ojeda en su libro “Toponimia y Etnografía Serranas” y por relatos que le contó Serafín Pérez (Guarda de la Cabrilla Baja), dice textualmente:
“Pino Abuelo” se le empezó a llamar hace escasas décadas, pues antes era conocido como el “Pino de la Muerte”, a raíz del mal trago que pasó un peguero de una de las cinco familias que trabajaban la peguera que existe junto al mismo. Este joven, perteneciente a la familia de Los Genaros de Pozo Alcón, a pesar de la enorme dificultad que presenta el árbol, trepó al mismo con la intención de cortarle algunas ramas para aprovechar su tea en la peguera. Una vez había conseguido su objetivo, le dio un ataque de vértigo, aferrándose a una de las ramas donde permaneció varias horas con un pánico indescriptible. Para liberarlo debió trepar otro peguero al pino y, después de taparle los ojos con un trapo negro, lograron descolgar al primero en una operación altamente arriesgada.
 

 (extraído del blog ubedatrekking)

¡OTRA VEZ HASTA MÁS VER!


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