Bueno, siempre me pasa lo mismo, de temporada en temporada bloguera, que me cuesta arrancar, y comienzo como quien dice, algo tardo, espeso, falto de chispa y agilidad, de brío y por supuesto de inspiración para el aporreo del teclado; y como también llevas un tiempo que has dejado de utilizar la cámara, pues ya ni te acuerdas de cómo manejar sus parámetros para tomar instantáneas medio decentes, de manera que, pasan los días y te pones en noviembre y este humilde cuaderno, muerto de risa, abandonado, que no olvidado, todo hay que decirlo, porque el mantenerlo activo me sirve de excusa, no solo para seguir haciendo mis ruticas ilustradas por esos caminicos de dios sino también para mantener viva la memoria indeleble de mi añorada Viky. Así pues, todo es comenzar y ponernos en marcha, que lo de coger impulso y fluidez bloguera, con el tiempo y una caña, ya irán llegando.
Sin embargo, este verano, tuve un pequeño contratiempo. Este blog, también me ha de servir a modo de dietario o memorándum, de historial de sesiones senderistas, también de anecdotario porque el 31 de agosto, diez días antes de hacer un viaje por el norte de España, me clavé un esqueje en el gemelo de mi pierna derecha. Hacía dos meses que no salía a caminar, y aquella mañana, me dije que ya tocaba retomar mi sana costumbre de patear mi entrañable sierra de Burete. Atravesaba una zona recién talada de pinos, toda enmarañada de ramaje, matorral, maleza por doquier. El sendero, muy difuminado, se hallaba sembrado de pinochas, acículas descompuestas procedentes de pinos muertos que habían sido desmochados y retirados hacía poco, solo quedaba, como digo, el ramaje. Caminaba no obstante, disfrutando del momento, acompañado de "mi música", acaso con exceso de confianza, cuando de pronto...noto un leve tirón, un pinchazo, miro hacia abajo y parece una rama que se me ha liado en la pierna. La zarandeo para liberarme y no doy crédito a lo que veo...de hecho, tengo que asegurarme bien de que no se trata de una alucinación lo que advierten mis ojos y por ende, mi entendimiento.
Debe ser una pesadilla, un mal sueño, del que pronto voy a despertar; esto que me está sucediendo, no puede ser real, parece surrealista. ¡Pero si iba tan campante, casi bailando al ritmo de la música negroide que tanto me gusta, y ahora, me encuentro atravesado por un palo. No me lo puedo creer. Y ahora, qué hago...?; si intento desincrustármelo, igual me ha seccionado una vena y me desangro. Estoy a una hora del coche, y el otro extremo de la rama, me roza la barbilla. Y no parece tan fácil arrancármela, pues parece bien incrustada. Mejor no forzar la extracción. ¡Ahhh, la ley de Murphy manifestándose en toda su expresión! ¡No tengo cobertura, para pedir ayuda...la situación se complica por momentos! Y si intento recurrir al 112, que por lo que tengo entendido, también funciona mediante satélite, ¡la que voy a liar!; mejor lo dejo como último recurso a la desesperada. Calma Alfonso, que no cunda el pánico, ya verás como al final, encuentras una solución o te llega esta por vía de terceros. Pero ni un alma, ni un solitario ciclista al que solicitar auxilio; ni un simple dominguero que saca a pasear al perro, porque así, tan embarazado por la rama, me cuesta un mundo progresar, ni chano chano cojeando. No obstante, intento desandar lo andado durante unos cientos de metros. No me duele mucho, eso me tranquiliza, pues con un poco de suerte, la musculatura del gastrocnemio lateral, donde se halla incrustado el tallo, no ha quedado muy afectada. Ello me anima, porque de haberme seccionado algunas de esas fibras musculares, el dolor sería insoportable, y por supuesto, su ulterior recuperación, harto dificultosa, que en todo hay que pensar, de hecho, no tengo más que recordar el daño que sentí cuando hace unos años, sufrí una rotura parcial del gastrocnemio interno.
Han transcurrido veinte largos y angustiosos minutos, y por fin, llego a un camino. Aquí seguro que aumentan mis posibilidades de tropezarme con un buen samaritano que pueda echarme una mano. Pero ni flores, ni un alma en varios cientos de metros a la redonda. Así no puedo llegar al coche. Me apoyo en un árbol e intento cortar el tallo con una navaja, cuatro dedos por encima de la herida inciso contusa. Pero no hay manera, el brote se mantiene todavía tierno, y la hoja no progresa, no avanza, apenas corta. Hacía unos días que había intercambiado un pesado cuchillo multiusos, con dientes de sierra, que siempre llevaba en la mochila, por una pequeña navaja más liviana. Lo dicho, la ley de Murphy que de pronto se revela en una sucesión de malas casualidades que todo lo complican. Paréceme oír ahora a mi padre cuando soltaba aquello de que la desgracia a la puerta vela, y en la primera ocasión se cuela...
Sentado, apoyada la espalda en el tronco de un pino, hasta he intentado echar mano del teléfono para dejar testimonio gráfico de tan angustiosa situación. Pero la rama, que sostengo en todo momento con una mano, al intentar dejarla apoyada en el pino, para poder maniobrar con más facilidad con las dos manos, se desliza y tuerce y solo contribuye a aumentar el desgarro. Mala idea ahíta de frivolidad y estúpida inconsciencia preñada de morbo y pueril exhibicionismo. Me incorporo, cabreado, frustrado y un poco preso ya de la desesperación. Intento quebrar con la fuerza bruta la rama. No he probado antes, por temor a descuajar el pimpollo de la carne, y a saber el estropicio sanguinolento que ocasiono, pero ya tengo que buscarle una solución a mi inaudita situación, no me queda otra.
Ah, quiebro la rama y por efecto de la fuerza ejercida, también se desincrusta de mi pantorrilla. Acoquinado, por no decir, espantado, con los ojos fuera de las órbitas, miro la herida...y veo que sale apenas un pequeño borbotón de sangre, y ahí se queda la supuesta hemorragia incontenible que yo más temía. Apoyo, y apenas siento dolor, no puede ser tan grave, ¡dios existe y solo me está dando un toque de atención! No pretende causarme más problemas. Y en su benevolencia infinita, hasta me permite regresar al auto por mis propios medios, al encuentro de la anhelada cura.
El desgarro, solo de piel y molla, fue importante, 3,5 cm de profundidad y en el zurcido me insertaron cinco grapas que coadyuvaran al cierre y cicatrización de la herida inciso contusa. Por supuesto, siguiendo las indicaciones y el protocolo médico para estos casos, hube de administrarme una caja de antibióticos y un recordatorio de la vacuna antitetánica. He aquí su aspecto👇
En fin, heridas de guerra, gajes del pasatiempo, felizmente curadas. En el monte conocido, por muy inocuo que a priori nos pueda parecer, no se debe nunca bajar la guardia, porque la excesiva confianza dicen que mata al hombre. Una tontería te jode la vida de la forma más absurda. Yo puedo prever, ante un paso peligroso, demasiado aéreo, a la vera de un cortado, tener un desliz y precipitarme al vacío. Es un descuido relativamente común, afín al montañero que cada año pasa factura a más de uno pero clavarme un palo, sinceramente no entraba dentro de mi catálogo de posibles tropiezos. No lo vi venir y en todo caso, el extremo punzante de aquel tallo, aguardaba camuflado, paciente y traicionero a mi paso para ensartarme. Mi teoría es que las cosas que nos ocurren por azar, tienen un propósito determinado que ya está escrito de antemano. Y por supuesto hay que aprender de los errores porque este, el error, es el mejor y más didáctico maestro. ¡Ay de aquel necio que persevera en el error y no aprende del mejor consejero! Una llamada de atención, ni más ni menos. Mi navaja multiusos, algo pesada, siempre en la mochila y un pequeño botiquín, también. Que sí, que son los inconvenientes del caminar en solitario, pero a eso sí que no estoy dispuesto a renunciar. Si acaso, como me dijo el médico, en invierno y en verano, para andar por el monte, siempre con pantalones largos, pero bueno...si en tantos años de caminata, por Burete y otros barrios, sufro algún tropiezo de vez en cuando, creo que entra dentro de lo previsible y de los caprichos del azar, de los imponderables perfectamente asumibles. Lo que tenga que acontecer, quiera yo o no, va a suceder, porque como queda dicho, me temo que ya todo está escrito en las páginas de nuestra azarosa existencia de pobres e insignificantes mortales. Y si el día de nuestro punto y final, esto es, el destino, ya está decretado, por más cabriolas que se describan...te pasa como a ese pobre chico de Torrevieja de 22 años, que ha resultado muerto, en fechas recientes, al caerle una palmera cuando se encontraba conduciendo su vehículo. Resulta especialmente aciago este hecho, al conocerse que los padres del chico, también habían fallecido hacía poco por una correlativa enfermedad. Cuando la desgracia se ceba sobre una familia, eches por donde eches, no hay tu tía. Así le ocurrió, hace ya muchos años, a la esposa de un compañero del curro, que para mayor infortunio, se encontraba embarazada de cinco meses. Que venía de hacer la compra, y al pasar bajo un balcón, le cayó una maceta en la cabeza y tras quince días en coma inducido, debatiéndose entre la vida y la muerte, al final, fallecieron tanto ella como la criatura que llevaba dentro. En fin, he visto tantas desgracias en la carretera, producto muchas veces del azar, de la suerte de cada cual, que se me antoja que lo antedicho es glosar sobre lo obvio.
Después de esta larga digresión, retomo el motivo principal de esta entrada, tras el largo paréntesis estival, que no es otro que el de ilustrar mediante fotografías, algunos de mis entrenamientos previos, de cara a la pasada Adenow de 2025, por entre los montes de Caravaca y Moratalla. El recorrido de la travesía de resistencia por los montes del Noroeste murciano, se supone que es a priori secreto...es decir, que nadie salvo la organización, lo conoce antes de ponernos en marcha. Pero una cosa siempre queda clara...los dos mil y pico metros de desnivel positivo y negativo que hay que superar en la veterana y clásica prueba senderista de Caravaca, no tienen más alternativa, sí o sí, que incluir de salida, los exigentes cerros Trompetero, Cerro Gordo y El Buitre. De lo contrario, no saldrían las cuentas, a no ser haciendo tiradas de 50 kilómetros o más. En ese caso, se saldría de noche como es el caso y el regreso también sería a las tantas.
Las fotografías que se vienen sucediendo desde el inicio de esta entrada, corresponden a sendos días de pateo, a modo de preparación de la Adenow de este año, por los cerros ya mencionados, que iré combinando, en función más o menos, de mi situación geográfica en ese momento.
Bonito amanecer, cuando el astro rey comenzaba a desperezarse.
Fiel a mi costumbre de que no haya miseria en cuanto a la publicación de fotografías en este blog se refiere, incluyo la mayoría de la serie.
Abriendo el diafragma de la cámara con intención de capturar el despertar de Caravaca, cuyo vistoso y descollante santuario de la Veracruz, siempre da mucho juego fotográfico.
En primer término, la Cuesta Colorada, donde se encuentra la Casa Forestal y Subestación eléctrica de Caravaca, desde donde he iniciado la caminata, tomada desde el Cerro Trompetero. Al fondo, muy difuminados, cerros cehegineros de Mai Valera, Peñarrubia y más al fondo, apenas distinguible, la alargada cuerda de Burete.
Mirando hacia levante u oriente
Mirando hacia los montes aledaños a la Caravaca más meridional.
Horizontes entre Calasparra y Cehegín. Sierra de la Puerta.Perfilándose difuminado el magnético Almorchón Ciezano.
La inolvidable sierra de las Cabras, aquella en la que se extraviara Viky, casi por un día entero.
Que San Roque la tenga en su seno.
Perfiles Sierra del Molino de Calasparra y Sierra de la Pila.
Sierra de las Cabras, 1142msnm.
La Peña Rubia, envuelta en la niebla.
Perfiles Sierra del Molino de Calasparra y Sierra de la Pila.
Antecima del Cerro Gordo y a la izquierda de la imagen, la Peña Rubia de Caravaca.
Y en las siguientes tomas, el senderista autor de este blog, poco antes de afrontar el Cerro Gordo. A subida dura, buena cara, al menos sonriente, de cara a la fot😁.El Almorchón dolomítico de Cieza, siempre me ha parecido endiabladamente hipnótico.
La señorial y carismática Peñarrubia.
Postrimerías de la Sierra del Gavilán, que afrontamos en la Adenow del pasado año, y apenas asomando, la de Mojantes, donde se sitúa la techumbre de Caravaca en los 1612 msnm.
Urbanización de El Llano.Sierra de las Cabras, 1142msnm.
La Peña Rubia, envuelta en la niebla.
Peñarrubia desde el Cerro de la Canaleja.
Los carismáticos "frailes" de Peña Rubia, envueltos en la bruma.
En la antecima del Cerro Gordo, donde se ubica este homenaje labrado en mármol dedicado a la Cruz de Caravaca.
Muchos senderistas foráneos de estas latitudes, no saben de su existencia y menos de su ubicación. Si no andas atento, lo más probable es que te pase desapercibido al hallarse unos metros escorado a la derecha del más que insinuado o esculpido sendero. FINAL PRIMERA PARTE






























.jpg)
.jpg)
.jpg)



























.jpg)





































































